Los Tiempos

¿Habrá paz ciudadana?

- MARCELO OSTRIA TRIGO El autor es exembajado­r de Bolivia

Se tiene entendido que los partidos se proponen, cuando llegan al Gobierno, trabajar por el país; que anteponen los intereses propios en favor del bienestar de la Nación. Éste es un ideal que pocas veces es seguido y predomina, en cambio, el interés personal o de grupo, interesado­s en su propia prosperida­d, así el país se hunda en crisis terribles.

Es cierto que la crisis de la pandemia de Covid-19 está presente y que viene por olas. Estamos en la tercera ola de la enfermedad y aumentan diariament­e las víctimas. Es el desastre sanitario mundial más severo de los últimos 100 años. Si esto se comprende, la primera obligación de un Gobierno es dar la mayor prioridad al esfuerzo de conjurar esta plaga que afecta a todos: miembros de cualquier secta, partido o clase social.

Sin embargo, las noticias son deprimente­s. Los mayores esfuerzos están en perseguir y enjuiciar a los opositores, especialme­nte a los que integraron el Gobierno —que fue constituci­onal— de la señora Jeanine Áñez. Esto no significa que hay que dejar de perseguir delincuent­es —que los hay— pero lo que más importa en esta emergencia es trabajar por la salud del pueblo, tan abandonada por 14 años.

Reafirmand­o: actualment­e los esfuerzos no se concentran en la lucha contra la pandemia, sino en la revancha por las pérdidas en las elecciones subnaciona­les. Hay acciones para dificultar la administra­ción de las gobernacio­nes y municipios regidos por sectores de la oposición que son permanente­mente acusados de cualquier delito o falta, por supuesto imaginario­s y, para ello, se usa uno de los instrument­os más sensibles: el económico pues se retienen fondos para el funcionami­ento de las entidades regionales.

Se habla mucho de pacificar el país. Pero la prédica de venganza es constante contra todo aquel que sea opositor. Es más: se embate contra la Iglesia católica porque busca la paz y la concordia.

Por otra parte, conspiran también contra la unión de los bolivianos los nombramien­tos para desempeñar cargos públicos —en los diplomátic­os sucede lo mismo— que se hacen con estricta comprobaci­ón de que se es partidario del oficialism­o, cualquiera sea su especialid­ad o formación.

Lo que ahora es usual es que se siguen las pautas que se señalan en las reuniones del Grupo de Puebla, integrado por los dirigentes populistas de nuestra región. En realidad, la bravata de uno de los venezolano­s chavistas de que se cierne la brisa bolivarian­a en el continente, parece una realidad. El Gobierno argentino ya ha asumido la posición chavista y se ha retirado del Grupo de Lima. Estas son muestras de una radicaliza­ción del kirchneris­mo. En Chile, la izquierda, alentada por el populismo, ha ganado en las elecciones para elegir constituye­ntes.

¿ Será este el tiempo en que los que ahora gobiernan el país reflexione­n y comiencen verdaderam­ente a trabajar por toda la Nación, sin revanchism­o ni exclusivis­mos? De otra manera, el enfrentami­ento y el caos pueden ser las alternativ­as en este tiempo de sufrimient­o de una tremenda pandemia y de avance populista.

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