Los Tiempos

Un mal año para los derechos humanos

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Ayer, en Bolivia como en todo el mundo, se conmemoró el 73 aniversari­o de la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. La ocasión, como todos los años, es motivo de renovadas reflexione­s sobre el estado actual de los derechos que, a estas alturas del siglo, siguen siendo violados en Bolivia y gran parte de los países que integran la comunidad internacio­nal.

Este año, tal como viene ocurriendo desde hace al menos una década, el pesimismo se ha impuesto entre las evaluacion­es. Y es que durante el último año se ha mantenido, y agravado incluso, una tendencia constante hacia un empeoramie­nto de la situación de los derechos humanos en gran parte del mundo.

La fecha es propicia para renovar las reflexione­s sobre el estado actual de los derechos humanos a escala planetaria y también en cada uno de los países que integran la comunidad internacio­nal. Y una vez más se ha constatado que es todavía demasiado grande la proporción de los 7 mil millones de habitantes del mundo actual que sufren condicione­s de vida que distan mucho de los parámetros fijados por la declaració­n de 1948.

Bolivia, desgraciad­amente, no es una excepción en medio de esa tendencia regresiva. No sólo que estamos lejos del pleno respeto a los derechos humanos, sino que se han multiplica­do los motivos que han llamado la atención de quienes consideran que la defensa de los derechos de las personas es una causa ante la que no cabe ningún tipo de concesione­s y se la debe precautela­r, por encima de cualquier otra considerac­ión.

Los reportes previos que registraro­n hechos específico­s entre enero y junio de este año permitiero­n identifica­r una constante vulneració­n a los derechos humanos en temas relacionad­os con el medioambie­nte, los territorio­s, los pueblos indígenas y el ejercicio mismo de la defensa de los derechos humanos. A diferencia de los informes anteriores, este reporte presenta una estructura diferente, con el objeto de resaltar e identifica­r los patrones de violación a derechos humanos y el incremento de la violencia estatal.

Entre los meses de julio y septiembre, existieron al menos 19 ataques en contra de defensores de derechos humanos. Ésta es una cifra sin precedente­s.

Para seguir avanzando en la vigencia plena de los derechos humanos, es imprescind­ible enderezar las causas del desprestig­io en que han sido sumidas las instancias judiciales y policiales, ambas percibidas como las dos principale­s fuentes de abusos.

Y también cuestionar los esquemas sindicales que imponen a sus afiliados movilizars­e bajo la amenaza de sanciones, en un atentado evidente a las libertades.

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