Cumple un año la cotización del agua en Wall Street
Hace un año —diciembre de 2020— el agua (H2O) comenzó a ser cotizada en el mercado de futuros de materias primas de Nueva York; ya no se la trata como recurso natural sino como mercancía. Mucho ha tenido que ver con esto la aguda escasez de agua que arrastra el estado más importante de EEUU. Si se midiera como unidad política independiente, California sería la quinta potencia mundial, superando a Francia. Su gran economía y la escasez intrínseca del líquido elemento obligaron a que los californianos regulen el agua bajo dominio estatal.
El hecho de que el líquido elemento sea tratado como mercancía y no como materia prima ha provocado asombro general pero también trajo consigo un principio de racionalidad en su control; se trata de un bien básico para el comercio, agricultura, vida cotidiana e industrias en general. El agua es multiuso en todo ámbito, es esencial para la marcha normal de un país y hasta para asegurar la sobrevivencia y bienestar de su población.
El Water Index rastrea el precio del agua y está basado en los precios de las cinco principales cuencas fluviales de California, aunque en el cercano futuro tal vez podría ser utilizado como referente en la comunidad internacional.
Hace varios años que se viene hablando del agua, pero siempre hablando y actuando poco. Por ejemplo, la Argentina es un país absolutamente independiente en materia de agua, no solamente por la Cuenca del Plata y los lagos sino también por poseer parte del acuífero guaraní, el reservorio subterráneo de agua más grande del mundo. Empero, he aquí que el 25 por ciento de la población en la provincia de Buenos Aires carece de acceso a múltiples servicios hídricos.
En su momento comenté en otra nota el caso de Manaos, capital del estado de Amazonas, en Brasil, país número uno mundial en materia de oferta de aguas. Manaos está ubicada sobre las costas del río más caudaloso del mundo, el Amazonas, justamente. Pese a tanta abundancia hídrica, la ciudad tiene serios problemas de abastecimiento.
En muchos casos latinoamericanos y africanos, los problemas sociales del agua son derivados de pésimas administraciones estatales. En otros casos, sí son problemas estructurales de escasez, como es el caso comentado de California y algunos otros en la inmensa región euroasiática. En Bolivia también tenemos inconvenientes con el aprovisionamiento de agua para consumo humano, fines sociales e industria y ello, casi siempre como resultado de malas administraciones y falta de previsión.
El hecho de que al presente el agua sea considerada como un derecho humano por las
Naciones Unidas, mientras en simultáneo tiene efectos comerciales y especulativos mediante su cotización bursátil, es de interés general; nos muestra con respecto al segundo elemento natural más importante (el primero es el aire) que el mundo está comenzando a tomarse seriamente las cosas.
Es probable que después de un año de experimentar, el mercado de valores de Wall Street se amplíe e incluya cotizaciones hídricas en los mercados internacionales; eso no se puede descartar ni anticipar, pero que debemos cuidar el agua sí lo sabemos muy bien y debemos hacerlo.
He aquí uno de los dilemas del siglo XXI: cómo aprovechar y racionalizar —sin desperdicio y con capacidad de reciclaje— el uso de un producto natural precioso para la humanidad.
En dos palabras ajustadas recordemos que la humanidad pasó inicialmente por el salvajismo y luego por la barbarie, con tres estadios cada una de estas etapas, prehistóricas. Al principio, el humano se alimentaba sólo de frutos y de hojas luego vivió de la pesca y de la caza, posteriormente aprendió a labrar la tierra y luego a domesticar a los animales creándose la ganadería. Los más “vivaces” tenían para sí los instrumentos de labranza y los animales domesticados y comenzaron a acaparar los instrumentos de trabajo y a adueñarse del ganado, naciendo así la desigualdad y la explotación de unos sobre otros.
Posteriormente advino la civilización y aquel desequilibrio se profundizó creándose conflictos internos y guerras, formándose espontáneamente el hoy llamado Estado, regulando las relaciones entre las partes pues estuvo y está siempre al servicio de los más fuertes.
Durante el mayor tiempo de vida humana el hombre vivió sin el Estado porque no había diferencias sociales, todo era de todos y nadie era dueño de nada. Regía el “apoyo mutuo”, los problemas eran resueltos en comunidad, no existía el derecho, la autoridad, los jefes, la policía, tampoco “representantes” ni represión, no existía la moneda ni la ambición ni el egoísmo.
Veamos la composición del Estado: una justicia podrida, un Ejecutivo con dictadorzuelos, un Legislativo compuesto
por parásitos...
El Estado en su rol regulador siempre fue arbitrario y abusivo, esa es su esencia, es usurpador, represivo, estafador, mentiroso, cínico, asaltante. Veamos la composición del Estado: una justicia podrida, un Ejecutivo con dictadorzuelos, un Legislativo compuesto por parásitos, un Órgano Electoral destinado al fraude.
El Estado nacional o “subnacional” impone al pueblo impuestos injustificados y ese dinero no es para “obras públicas”, buena parte se distribuye entre truhanes estatales denominados “autoridades”. Estos abren cuentas bancarias en paraísos fiscales, compran hoteles de cinco estrellas en el exterior, mansiones lujosas, aviones, automóviles suntuarios.
El Estado, que dizque es una forma de organización social, pignora las riquezas naturales, se apropia de los bienes del pueblo, lotea el territorio nacional, recluta empleados públicos imponiéndoles tareas deshonrosas. La ignorancia cabalga orgullosa en los gobiernos, hace sufrir y hacen llorar a la gente.
Ya es difícil establecer una diferencia entre la política y la delincuencia. Un señor dice que capitalismo es barbarie, esta es una enorme difamación al ser humano porque en la barbarie no se conocía tanta podredumbre. ¿Cuándo será el día feliz en que desaparezca el Estado?