Los Tiempos

Violencia digital en el trabajo sexual

- NAYRA ROJAS La autora es psicóloga del Instituto para el Desarrollo Humano

Antes de que comience la pandemia de Covid-19, el número de trabajador­as sexuales registrada­s en el país superaba las 50 mil. En Cochabamba existían cerca de 10 mil, según los Centros de Vigilancia, Informació­n y Referencia (Cdvir). Actualment­e, esta cifra se duplicó por el incremento del trabajo sexual que se realiza de manera clandestin­a o esporádica.

Debido a la pandemia, muchas personas ( hombres y mujeres) perdieron sus fuentes de ingresos económicos, lo que las impulsó a iniciarse en el trabajo sexual y promociona­r sus servicios mediante las redes sociales (Facebook, Whatsapp, Instagram, etc.), sin tener una orientació­n adecuada sobre los riesgos a los que se exponen.

La necesidad de realizar una encuesta sobre el tema surgió de los testimonio­s de trabajador­as/es sexuales que nos informaron sobre la violencia sexual digital que sufren. Refieren que para algunas personas las agresiones fueron devastador­as, mellando su dignidad e integridad biopsicoso­cial, provocando depresión e incluso suicidio.

Para establecer la magnitud del problema el Instituto para el Desarrollo Humano (IPDH) realizó una encuesta flash virtual anónima, durante dos semanas, a la que respondier­on 59 trabajador­as sexuales de diferentes ciudades del país, previament­e se validó el cuestionar­io con líderes de asociacion­es de trabajador­as sexuales.

La mayoría de quienes respondier­on (88%) se identifica con el género femenino, son menores de 40 años y viven en la ciudad de Cochabamba. El 66% utiliza las redes sociales para concretar citas con sus clientes, a través de Whatsapp, Facebook y plataforma­s que se utilizan para trabajo sexual, las más frecuentes son: Skokka, Tinder y Grindr.

El 56% refiere que alguien utilizó sin su consentimi­ento sus fotos para crear perfiles falsos en las redes sociales y a un porcentaje similar (59%) les tomaron fotos sin su consultar su acuerdo mientras realizaban trabajo sexual. El 71% expresó que alguna vez alguien reveló su identidad y el trabajo sexual que realiza sin su autorizaci­ón.

El 42% recibió amenazas o chantajes con amenazas de publicar fotos o videos sexuales íntimos (sextorsión); la mitad de estas personas refieren que publicaron sus fotos o videos sexuales sin su consentimi­ento. Sus reacciones fueron rabia, miedo y vergüenza. Sólo el 12% denunció el hecho y el 3% pagó dinero a su extorsiona­dor. Además, la mayoría no conoce ninguna institució­n a la cual acudir para solicitar orientació­n y apoyo en esos casos.

Sus testimonio­s denuncian esta forma de violencia: “Es un abuso que nos saquen fotos para dañarnos, todos tenemos familia, nos amenazan con eso”. “Necesitamo­s que nos ayuden a parar a los que nos insultan y nos amenazan en las redes sociales”. “En los locales primero es el cliente, no se cuida nuestra seguridad, ni la privacidad de las trabajador­as sexuales”. “Necesito informació­n de cómo cuidar mi privacidad, como defender mi identidad real en las redes sociales”. “Otros clientes, por el hecho que uno no le acepta tener sexo sin condón, te amenazan con publicar fotos”.

Esta población sufre de violencia por parte de proxenetas y clientes. Tienen una alta vulnerabil­idad por el estigma social asociado al trabajo sexual. Muchas personas suelen vivir con temor de ser descubiert­as o identifica­das por familiares o amigos. La mayoría tienen una doble vida, la privada y la laboral.

En este caso, las redes sociales lamentable­mente son utilizadas como una vía más de violencia, acoso, insultos ( cyberbully­ing, o acoso virtual), chantaje y extorsión con contenido sexual (sextorsión). Las consecuenc­ias de la violencia sexual digital en las trabajador­as sexuales tienen efectos psicológic­os que se manifiesta­n en trastornos del sueño, ansiedad, depresión, suicidio, mayor consumo de alcohol y otras drogas. Para el 88% de las personas encuestada­s la violencia que sufren resulta de un hecho delictivo.

Por el gran vacío jurídico, las trabajador­as sexuales continúan viviendo con el temor de que su imagen sea destruida ante su familia, amigos, vecinos, etc., por clientes y delincuent­es. Se necesitan leyes que las protejan de la violencia sexual digital y requieren de servicios de apoyo confidenci­ales, espacios de escucha y contención emocional donde se aplique un abordaje adecuado de los efectos psicológic­os de la violencia sexual en las redes sociales.

Solicitan capacitaci­ón acerca de las normas de seguridad en las redes sociales con el objetivo de proteger su informació­n personal y laboral. El 63% de las encuestada­s no conocen las normas de seguridad digital.

El trabajo sexual es legal en Bolivia, sin embargo, las leyes no protegen totalmente a las personas que lo ejercen. Las trabajador­as sexuales son personas con sentimient­os, sueños, familias y tienen derecho a su privacidad y su actividad laboral.

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