Los fracasos de las imposturas del MAS
Ocurre con frecuencia que cuando el partido gobernante no puede controlar una organización que cuestiona su política, este organiza una similar con el afán de reemplazarla o superponerla a la rebelde. Y si eso es muy complicado, entonces el recurso es intentar imponer una dirigencia paralela de impostores que sustituyan a los genuinos.
El fin es sofocar los focos de cuestionamiento. No con argumentos, pues no existen para justificar los afanes totalitaristas ni los intereses ideológicos.
Ocurrió con Adepcoca hace unos meses, hace unos días con el comité cívico cruceño y ahora ocurre con la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (Apdhb).
En general, esta figura es común en los sindicatos, especialmente en aquellos que no pueden ser controlados por los patrones que, a su vez, ante esa situación, motivan la creación de otros, complacientes con sus intereses.
Un sindicato es una “asociación de trabajadores para la defensa y promoción de sus intereses”, así, no se puede concebir que exista uno complaciente con el patrón. Por esa razón también es inconcebible que el sindicato de sindicatos, que en Bolivia es la COB, esté de la mano con el gran patrón del Estado, que es el Gobierno.
Cuando el MAS no logra someter al sindicato, como hizo con la COB, intenta crear una organización paralela. Ese “paralelismo sindical” es una práctica tan repudiada por los trabajadores que se considera una falta grave en los estatutos orgánicos.
Como se ha visto abundantemente a lo largo de los últimos 15 años, al MAS no le importan los estatutos; en otros pasajes de estos tres lustros en el poder, tampoco ha respetado leyes, ni la Constitución, ni el voto popular, como en el referendo de 2016.
Así fue que esta misma sigla política ha impulsado los paralelismos sindicales en aquellas organizaciones sociales que no puede controlar. Y por eso eventualmente aparecen no solo sindicatos, sino comités cívicos paralelos que, generalmente, no encuentran credibilidad en la gente y más tardan en crearse que en disolverse.
El último intento en ese sentido ha sido el “comité cívico popular” que trató de posesionarse en Santa Cruz, donde los habitantes de ese municipio ejercieron resistencia directa y el presidente del MAS, Evo Morales, que había planificado viajar a esa ciudad a posesionar a la directiva, debió cancelar su vuelo.
Los últimos intentos oficialistas de imponer organizaciones o dirigencias paralelas han fracasado. Lo que evidencia cierta debilidad y mucho descrédito, por un lado. Y fortaleza institucional y apego a la democracia, por el otro.