Los Tiempos

La crisis de los partidos

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A 10 días del fin del plazo para cumplir ciertas disposicio­nes de la Ley 1096 de Organizaci­ones Políticas, el panorama boliviano de los partidos y otras alianzas que han participad­o en las últimas elecciones —generales en octubre de 2020 y subnaciona­les en marzo de 2021— refleja la dinámica de esas entidades en la vida política de las últimas dos décadas. La adecuación de los estatutos de los partidos a la Ley 1096 tiene que ver con “la elección de sus dirigencia­s y candidatur­as, así como a las condicione­s, exigencias o requisitos de género y generacion­ales y referidas a la prevención, atención y sanción del acoso y/o violencia política hacia las mujeres”, y otros aspectos formales. Solo el MAS ya ha cumplido con esa exigencia.

“La ley no establece una sanción específica, pero se entiende que después del 31 de diciembre ya no va a ser posible hacer la adecuación de los estatutos de las organizaci­ones políticas. En consecuenc­ia, las organizaci­ones no estarían en derecho ni adecuadas a la ley”, explicaba un vocal del Tribunal Supremo Electoral al diario Eldeber.

Aparte de las elecciones judiciales —que tendrían que realizarse en diciembre de 2022 y en la que no participan ni partidos ni organizaci­ones políticas— no hay otras en perspectiv­a hasta 2025, cuando deben tener lugar las generales, y 2026, las subnaciona­les.

Así, parece no existir urgencia para los partidos ni otras organizaci­ones activas en la vida política nacional o subnaciona­l. Aunque existen algunos que se afanan en cumplir la adecuación de sus estatutos a la ley.

Es el caso de Unidad Nacional (UN), Acción Democrátic­a Nacionalis­ta (ADN), Unidad Cívica Solidarida­d (UCS) y el Movimiento Nacionalis­ta Revolucion­ario (MNR) que están en diversos grados de avance en el proceso para cumplir lo que exige la ley.

Otros, como el Frente Para la Victoria (FPV) cuya sigla ha sido utilizada en varias elecciones por candidatos carentes de una organizaci­ón que los respalde, se muestran muy discretos en lo que hacen.

Todo ello refleja la dinámica de esas organizaci­ones: se afanan cuando se trata de cumplir plazos, en general electorale­s, y el resto del tiempo están inactivos o poco menos.

Es decir que, en los hechos, vivimos una especie de régimen de partido único, pues, si bien existen varias “organizaci­ones políticas de alcance nacional, con estructura y carácter permanente”, según especifica la ley que los regula, casi todos se activan sólo en la perspectiv­a de elecciones y el único de acción permanente es el MAS.

Las razones para esta situación tienen que ver esencialme­nte con la ausencia de nuevos liderazgos, según coinciden los analistas. Es de esperar que esa situación cambie en el tiempo que nos separa de las próximas elecciones generales y subnaciona­les.

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