Tercer año de clases virtuales
Desde el inicio de l a pandemia, 11 de marzo de 2020, han pasado 680 días. La educación en Bolivia considera 200 días hábiles de clases, por lo que las clases virtuales en las ciudades con alta densidad poblacional, alcanzan a 365 días en promedio. El anuncio del ministro de Educación, Edgar Pary, en este 2022, situó que habrá continuidad con las clases virtuales hasta que todos los maestros y niños obtengan su vacuna y la cuarta ola de contagios sea superada.
Sin embargo, en muchos municipios rurales del país, las clases son presenciales. En estas zonas alejadas como olvidadas, no existen las condiciones técnicas y materiales para que la educación virtual se desarrolle.
En provincias como Chapare y Ayopaya, donde las antenas de internet presentan dificultades por el agreste clima, de calor y frío extremo, las clases han sido presenciales. Durante la gestión 2021, la misma comunidad educativa, compuesta por padres, exigió a los maestros que asistan a los establecimientos. Siendo esta realidad evidente en gran parte de estas zonas, el exmandatario Morales afirmó que “si algún profesor no quiere trabajar, mejor que se vaya”. Sin entrar en el juego de palabras y la confrontación, el dirigente Andrés Huayta explicó que “no hay sentido amenazar a los maestros”, pues ellos se rigen a los reglamentos educativos.
Más allá del cruce de palabras innecesarias, se debe precisar que en estas provincias deberían ser las condiciones materiales las que determinen si una unidad educativa asume o no las clases presenciales. En muchas comunidades enclavadas entre las montañas o la selva, existe una realidad ajena a muchos citadinos y abismalmente separada de lo que ocurre en las ciudades. En muchos casos, no existe ni siquiera energía eléctrica y exigir que las clases sean virtuales es por lo pronto una utopía.