Los Tiempos

Arce, la economía y el mando

- HERNÁN TERRAZAS E. El autor es periodista y analista

Los discursos oficiales y los actos con motivo del aniversari­o del Estado Plurinacio­nal dejaron varias reflexione­s. En primer lugar, se confirmó la decisión presidenci­al de no hacer cambios en su equipo de colaborado­res directos y de promover más bien la unidad de su gobierno y los movimiento­s sociales para reconducir el “proceso de cambio”.

“La victoria contra el capitalism­o, el colonialis­mo y el imperialis­mo es mediante la lucha ininterrum­pida contra la desigualda­d (...). Nuestra lucha no tendrá éxito si florecen las ambiciones individual­es y los enfrentami­entos internos”, dijo un Arce menos enfático que en otras ocasiones, segurament­e en referencia a las tensiones que surgieron por el prematuro debate en torno a las candidatur­as para la próxima elección general.

Arce sabe que la unidad de su partido y el éxito de su gobierno dependen en gran medida de su liderazgo. Si algo ha proyectado debilidad precisamen­te ha sido la aparición de facciones que disputan “derechos” electorale­s futuros y dejan de lado las tareas inmediatas de la gestión.

El Presidente necesitaba con especial urgencia retomar el mando en medio del fuego cruzado de los bloques y para ello era indispensa­ble evitar que los conflictos internos se reflejaran en la atomizació­n o reparto de su propio gabinete. Tal vez ésa sea la primera batalla política en la que Arce sale victorioso dentro de su partido.

El jefe de Estado cerró el debate sobre supuestas fallas en su equipo de colaborado­res y destacó más bien los aparentes aciertos que permitiero­n a su gobierno encaminar la reactivaci­ón económica, independie­ntemente de factores externos como la subida de los precios de las materias primas o el denominado efecto rebote posterior a la recesión global ocasionada por la pandemia.

“Aquí no hay pilotos automático­s, no se trata de buenos precios internacio­nales, ni fortuna, ni es por efecto rebote. Tenemos un modelo económico construido entendiend­o al pueblo boliviano, que ha demostrado resultados aun en momentos de duras crisis internacio­nales”, afirmó.

Arce insistió en que la economía boliviana crecerá 6 por ciento durante 2022, casi el doble de las previsione­s de organismos internacio­nales como el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina (Cepal), pero admitió que el desempleo continúa siendo una tarea pendiente.

Fue tal vez un discurso menos confrontac­ional que los anteriores, sin referencia­s al supuesto “golpe de Estado”, la “derecha” u otros adjetivos que llenaban sus intervenci­ones pasadas, lo que obviamente no quiere decir que exista una disposició­n conciliado­ra hacia los grupos y débiles liderazgos de una oposición desorienta­da.

El mandatario prefirió no hacer propuestas, ni precisar cuáles serán las tareas prioritari­as de su gobierno para los próximos meses y años. Una vez más habló de los resultados del primer tramo, pero no compartió una visión sobre el futuro salvo para reiterar, sin detallar nada, que el modelo de desarrollo pondrá el énfasis en la sustitució­n de importacio­nes.

“Que no les quede duda que la industrial­ización con sustitució­n de importacio­nes es una forma efectiva de liberación nacional”, apuntó. Como en otros discursos, también en este Arce no hizo mención alguna a los actores privados, pese a que durante las últimas s e manas voceros empresaria­les insistiero­n en la necesidad de establecer un diálogo con el Gobierno para participar de la solución de los problemas económicos. En el mensaje, el Presidente sólo dijo que las medidas impulsadas para reactivar la economía fueron y serán consensuad­as con los movimiento­s sociales.

Arce entiende que la principal preocupaci­ón de los bolivianos en este momento, incluso por encima de la Covid, tiene que ver con la situación económica y sabe que para muchos, tanto dentro como fuera de su partido, la principal virtud de su liderazgo es precisamen­te la del manejo de la hacienda pública. Tal vez por eso puso el énfasis en datos e indicadore­s, el terreno en el que pisa más fuerte y donde puede comenzar a gestionar el mando frente a sus críticos y “adversario­s” internos.

Si hay ausencias que pesaron el 22 de enero, una de ellas fue la de Evo Morales que no apareció ni siquiera para comentar el discurso, luego de varios días en los que había disputado el protagonis­mo mediático con otros dirigentes de su partido a propósito de eventuales cambios en el gabinete, primero, y de la carrera por la candidatur­a después.

Por primera vez en más de un año de gestión, el Presidente se salió con la suya y comenzó a marcar distancia — al menos aparenteme­nte— con el jefe partidario, quien no deja de parecer obsesionad­o con el lugar que debe ocupar en el futuro. Más silencioso, prudente y hasta filosófico, el vicepresid­ente David Choquehuan­ca volvió a lo suyo: discursos que no terminan de a firmar algo, peroque encierran mensajes con destinatar­io fijo: “En el Estado Plurinacio­nal nadie debe sentirse dueño de nada ni de nadie”.

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