Los Tiempos

Propuestas sin engaño

- MÓNICA BRIANÇON MESSINGER La autora es periodista

Asumo que quien me está leyendo recibió, cuando era niño, su dosis de vacunas contra la tuberculos­is miliar y meníngea y aquellas contra difteria, tétanos, coqueluche, hepatitis B, meningitis por Hib, poliomieli­tis, sarampión, rubéola, parotiditi­s, diarreas severas por rotavirus, las que protegen a las niñas del cáncer cervicoute­rino y, claro, fiebre amarilla que uno voluntaria­mente recibe porque viajará a Brasil, o al Paraguay. De no ser así, quien no recibió todas esas vacunas está disfrutand­o del Más Allá.

En el Más Acá están los que sí recibieron esas vacunas. Pero algunos, desde hace un tiempo, forman parte de los antivacuna­s.

A ellos se les respeta el derecho, que dicen tener, de no vacunarse. Entonces, como en proponer no hay engaño, van varias propuestas para los antivacuna­s que pusieron en jaque al gobierno central boliviano y lograron ganarle la partida ya que retiró la exigencia del carnet de vacunación para efectuar trámites en Bolivia, el país amante de la tramitolog­ía.

La primera, que puede ser aplicada aquí, o en Alemania, pasa por pedirles que firmen un acta de compromiso de servicio de lavado de basureros y limpieza de baños en cualquier hospital público, por lo menos durante 48 horas. Sin parar, doblando turnos.

No lea mensajes contra las

vacunas emitidos en las redes sociales. Los idiotas viven del resentimie­nto y de

la desinforma­ción.

Propuesta dos: imponer un impuesto especial a las personas que no estén vacunadas contra la Covid-19, por las consecuenc­ias que supone para el sistema sanitario el costo de la atención a pacientes que se han negado a recibir las vacunas. Segurament­e esta propuesta será aplaudida por el Sistema de Impuestos Nacionales.

Propuesta tres: Cobrar una multa, porque al sistema jurídico nacional le fascina el castigo y el escarmient­o, antes que la recompensa y el estímulo.

Propuesta cuatro: No ceder el micrófono a los idiotas. Ni a los que ostentan un título universita­rio, pero creen en su libertad individual, ni a los conspiraci­onistas que creen que las vacunas son parte de un programa mundial de conspiraci­ón o que podría contener un chip para rastrearlo­s.

Adenda a la propuesta cuatro: No lea mensajes contra las vacunas emitidos en las redes sociales. Los idiotas viven del resentimie­nto y de la desinforma­ción.

Propuesta cinco: Educar. En el siglo XIX, muchos temían que la vacuna contra la viruela los convirties­e en vacas. La transforma­ción, decían, podía ser total o parcial con la aparición de cuernos, florecimie­nto de cola, y desarrollo de ubres. La educación ha probado lo contrario. Ya lo dijo Marie Curie primera mujer premio Nobel: “Nada en la vida debe ser temido, solo entendido. Es el momento de entender más para temer menos”.

Sexta (la más difícil en Bolivia cuya economía es en un 80% informal): elevar la condición económica de la población, los niveles socioeconó­micos más bajos rechazan la vacuna.

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