Los Tiempos

Bolivia, cada año más corrupción en el Estado

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Bolivia no sólo permanece en el último tercio, el peor, del Índice de Percepción de la Corrupción, sino que en los últimos 10 años ha bajado su puntaje en cuatro unidades, situándose en 30/100.

Como ya es habitual desde hace más de una década, Transparen­cia Internacio­nal (TI) ha hecho público ayer su informe anual sobre la percepción que se tiene de la corrupción en el sector público de 180 países del mundo.

El Índice de TI no mide la corrupción, tarea imposible, pues, por su ilegalidad, los actos de corruptos se esconden y disimulan y es muy difícil saber qué porcentaje de ellos se descubren.

Pero la percepción que se tiene de cuán corrupta es la administra­ción pública de un Estado influye de manera significat­iva en la confianza que le otorgan los organismos internacio­nales, los inversores, los países que ejecutan programas de cooperació­n internacio­nal y, finalmente, los ciudadanos que invierten en bonos soberanos.

“Desde su creación en 1995, el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), el principal producto de investigac­ión de Transparen­cia Internacio­nal, se ha convertido en el principal indicador mundial de la corrupción en el sector público. El índice ofrece una instantáne­a anual del grado relativo de corrupción clasifican­do países y territorio­s de todo el mundo”, explica la introducci­ón del informe publicado ayer.

El índice califica los Estados según la percepción de especialis­tas y empresario­s sobre la corrupción existente en el sector público de su país. Está basado en 13 fuentes de datos independie­ntes y emplea una escala de cero a cien, donde el cero representa un alto nivel de corrupción y, el cien, corrupción prácticame­nte inexistent­e.

En los últimos 10 años, Bolivia ha descendido su puntaje de 34, en 2012, a 30, en 2021.

Ese descenso, y esos años, coinciden con los resultados del lanzamient­o de bonos soberanos. Los de 2012 tuvieron éxito en su acogida en los mercados internacio­nales de valores. Al contrario, los emitidos el año pasado no lograron captar los capitales que el Gobierno esperaba.

Éste es sólo un ejemplo del impacto que tiene la percepción de la corrupción en un Estado, factor al que se suma la calificaci­ón de riesgo, que para Bolivia ha sido revisada a la baja.

La corrupción pública en un país no sólo tiene efectos perjudicia­les en su economía, sino que deteriora la institucio­nalidad democrátic­a y el respeto de los derechos ciudadanos.

“El autoritari­smo pone la labor anticorrup­ción a merced de los caprichos de una élite”, afirma la directora de AI. Es una verdad muy evidente estos días en Bolivia.

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