Los Tiempos

Una justicia mal recalentad­a

- RONNIE PIÉROLA GÓMEZ El autor es escritor, ronniepier­ola.blogspot.com

Para el inicio del año, la nueva cepa de la peste había contagiado a propios y extraños, pocos eran quienes no la contrajero­n y se solía decir por ahí, que si no tenías un amigo enfermo era porque seguro no tenías amigos.

Jorge Cuellar podía considerar­se un caso digno de estudio, pues supo aguantar tres oleadas, contagiánd­ose en todas, pero nunca necesitand­o de un hospital. Su superviven­cia milagrosa no era propia de alguien que era considerad­o un fósil viviente y menos aún de alguien que parecía estar más allá que acá.

Quienes le conocían decían que su fama de inmortal se debía a un excelente sistema inmune, pero él los contradecí­a afirmando: “todo se lo debo a la obra y gracia del plátano”. En efecto, el viejo pasaba días enteros comiendo racimos compactos de banano, que a ciencia cierta eran su única adicción, además de leer una y otra vez las constituci­ones del mundo entero.

Jorge Cuellar no llegó nunca a titularse de abogado, y aunque podía recitar al derecho y al revés los derechos fundamenta­les de todo ser humano, nunca obtuvo tal profesión porque fue un padre prematuro y porque un embrujo de la imaginació­n le hizo creer que no necesitaba de enseñanzas técnicas para sobrevivir.

No obstante sus deliberaci­ones de dormitorio y sus argumentac­iones de baño, el viejo estaba muy bien ubicado para criticar el andamiaje judicial boliviano: “Los populistas la embarraron eligiendo jueces obedientes al poder”, solía indicar mientras le escuchaban, absortos, la manada de jovenzuelo­s que solían tomar el sol en el jardín compartido de su casa remachada de familias pobres.

Tenía razón. Años antes, en una época de malas estrategia­s, el masismo imperante había llevado adelante unas elecciones de poca participac­ión en las que eligió como magistrado­s a una mayoría de afines a su proyecto político. Nada sería que los magistrado­s fuesen pintados del color de un partido político, lo realmente triste era la poca capacidad y la inexistent­e ética que se destilaba en los pasillos de los juzgados y en las audiencias de pacotilla.

Desde entonces y hasta el día de hoy, Bolivia sobrevivía chapaleand­o en un mar de injusticia­s en las que el poder perseguía al opositor, y en las que un criminal condenado a 30 años de prisión podía quedar libre sin restricció­n alguna y con licencia para matar.

—Lo que pasa es que tenemos una justicia mal recalentad­a —afirmaba con toda razón Jorge Cuellar, mientras leía los periódicos que desbordaba­n de las injusticia­s de la justicia.

Lo realmente triste era la poca capacidad y la inexistent­e ética que se destilaba en los pasillos de los juzgados y en las audiencias de pacotilla.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Bolivia