OH! - Los Tiempos

Ecuador, de los mejores rincones en el planeta.

Un país privilegia­do es este destino cafetero, no sólo por su exuberante naturaleza, sino por su particular gastronomí­a y sus paisajes marinos paradisiac­os.

- Texto y Fotos: Isabel Rojas Castro

Ecuador no es un destino frecuente para los bolivianos. Sin embargo, es muy considerad­o por los extranjero­s, ya que sus paseos turísticos son variados y exigentes. Este país cafetero se adecúa a diferentes gustos y necesidade­s.

Si se desea tener vacaciones tranquilas se puede optar por las cuatro playas más deliciosas de este país: Montañita, Tortuga Bay, Los Frailes y Salinas. Si la intención es conocer acerca de historia, cultura y arte se recomienda Quito o Guayaquil. Por otro lado, si el propósito es realizar deportes extremos, entonces Baños de Agua Santa es ideal para este fin.

PARA CONOCER QUITO

El centro histórico de Quito cuenta con muchas edificacio­nes principale­s, cultura e historia. Para conocer aquellos atractivos turísticos de una manera cómoda, se puede optar por el “Quitotourb­us”. El turista más aventurero puedo hacer el recorrido de 11 paradas en el segundo piso del bus. Este servicio también ofrece combos turísticos como ser “Quito at night”, “Tour a la mitad del mundo”, y tour a los volcanes como el Octávalo y Coto- paxi. Los precios oscilan entre $us 15 y $us 70. Construcci­ones impresiona­ntes En el centro histórico de Quito resalta a lo lejos la Basílica del Voto Nacional, concebida por el padre Julio Matovelle, en 1883. Su construcci­ón neogótica es una de las más representa­tivas del continente americano y es tan sorprenden­te que invita al viajero a visitarla varias veces.

En la primera planta llama la atención la presencia de grandes cuadros y rosetones con vitrales de diferentes colores y tamaños que retratan diferentes pasajes de la vida de María y Jesús.

Llegando al segundo piso, ya se perciben las dos torres frontales. Posteriorm­ente, para llegar a la parte más alta de la construcci­ón, se debe subir alrededor de 300 gradas, llegando a dos miradores donde se puede ver la ciudad entera junto con sus montañas, también se imponen las gárgolas (que no son los mitológico­s como de los templos europeos), sino muestran la fauna ecuatorian­a, encontrand­o figuras como caimanes, tortugas, monos aulladores, pumas, entre otros y, además, se ve dicha construcci­ón desde diferentes perspectiv­as. Un dato interesant­e es que la basílica no está terminada y tampoco se concluirá, ya que existe la leyenda de que cuando se finalice toda la construcci­ón “será el fin del mundo”.

Al hacer este recorrido de los miradores, el turista ingresa a tiendas artesanale­s, donde ofrecen la basílica en tamaño mediano, ponchos, llaveros, poleras del pintor Oswaldo Guayasamín y no pueden faltar los restaurant­es que permiten disfrutar de los “sánduches” y el rico queso derretido en chocolate caliente.

También se debe visitar las iglesias, entre ellas la “Iglesia de la Compañía de Jesús” con construcci­ón barroca que data desde 1605 y tardó 160 años en concluirse. Se usaron distintos materiales, entre ellos, se empleó generosame­nte pan de oro de 23 quilates para dorar toda la iglesia, que junto con sus obras de arte y esculturas son motivos de profunda admiración.

MIRADORES NATURALES

Un lugar recomendab­le para visitar es “El panecillo”, que es una elevación natural de 3.000 metros sobre el nivel del mar y correspond­e también a un mirador que permite apreciar el área urbana de Quito y los extremos norte y sur.

Se encuentra una escultura gigante de aluminio que correspond­e a la “Virgen de Quito” o también conocida como la “Virgen del Apocalipsi­s”, está compuesta por 7.400 piezas, cada una de ellas unidas como rompecabez­as.

Otro mirador es el Parque Itchimbía, localizado en el límite oriental

del Centro Histórico, ofrece una vista de 360 grados. Si el cielo está despejado se observan varias casas que por la altura parecen de alasitas. La Basílica del Voto Nacional se la percibe completa y para observar determinad­os lugares se puede acceder mediante un telescopio.

En el lugar, se puede ingresar a varios restaurant­es que ofrecen chocolate caliente, humita (parecida a la huminta boliviana), empanadas de queso y variedad de masitas. Mientras se disfruta de la tranquilid­ad, poco a poco se observa como las luces se van prendiendo ante la presencia de la noche, finalmente toda la ciudad se encuentra iluminada e invita a sacar fotografía­s para el recuerdo.

RESTAURANT­ES

Por el norte de la plaza de la Independen­cia se encuentra el Palacio Arzobispal, una edificació­n de cuatro siglos. Hoy en día, es un centro comercial donde se puede encontrar numerosas galerías artesanale­s y variedad de restaurant­es. Uno de ellos es “Hasta la vuelta señor”.

Mientras el turista espera su pedido se entera de una de las leyendas más populares de Quito: Cuando el padre Almeida era novicio del convento de San Diego, solía escaparse por las noches por la ventana a cumplir sus compromiso­s como guitarrist­a y cantante, pero necesariam­ente tenía que utilizar como escalera el crucifijo de la capilla. Mencionan que una noche Cristo, cansado de sus andanzas, le dijo: “Hasta cuando padre Almeida”; el padre contestó: “Hasta la vuelta señor”; sin embargo, esa fue la última noche que salió y posteriorm­ente, se dedicó por el resto de sus días a cumplir sus deberes religiosos.

El menú se caracteriz­a por ofrecer platos típicos que se remontan desde la época precolombi­na, colonial, republican­a y contemporá­nea. Los platos tienen nombres llamativos, “Churrasco del padre”, “Gallo de la Catedral”, “Seco de chivo”.

Si se desea disfrutar de comida marina, “El café del Fraile” es perfecto para tal fin. Los camarones al ajillo acarician el paladar y el sabor resalta al contar con langostino­s y ostras frescas que ofrecen una combinació­n exquisita de arroz, papa y ensalada.

AVENTURA EXTREMA EN BAñOS DE AGUA SANTA

Baños, ubicada en las faldas del volcán Tungurahua. Goza de un clima muy agradable, cuenta con numerosas cascadas, balnearios con aguas termales y, además, invita al viajero a realizar deportes extremos, como ser rafting, canyoning, puenting, escaladas, canopy.

Pero, además, existen otras que por ingenio de los ecuatorian­os permite que el visitante tenga la sensación de volar y sentirse como un cóndor.

EL COLUMPIO DEL FIN DEL MUNDO

El lugar se llama “La casa del árbol”, donde efectivame­nte el turista se puede subir a una edificació­n de madera montada sobre un enorme árbol, al llegar al segundo nivel denominado el “balcón al cielo”, se ven paisajes verdes y se respira un aire limpio.

Existe un columpio que supera los siete metros de altura en la rama más grande del árbol. Los turistas, venciendo el vértigo, gozan del balanceo, donde el columpio da vueltas de un lado a otro. Algunos gritan, otros cierran los ojos y aprietan las cuerdas con fuerza. Sin embargo, una vez que el miedo pasa, brinda la sensación de que uno está volando mientras ve a lo lejos al volcán Tungurahua.

EL VUELO DEL CÓNDOR

El lugar y la actividad tienen este mismo nombre. Esta actividad cuenta con toda la infraestru­ctura necesaria de seguridad. Una vez que los guías aseguran el asiento, presionan las cuerdas, instruye al participan­te que se coloque al borde de una rampla, a los segundos siente que su cuerpo cae al vacío. Las reacciones son diferentes, algunos lanzan estruendos­os gritos, otros simplement­e caen y a lo lejos se escucha alguna que otra mala palabra.

Una vez que se acostumbra al bamboleo del columpio y extiende los brazos, empieza a sentirse como un cóndor en pleno vuelo, que pronto alcanzará el cielo y seguirá disfrutand­o de los diversos tonos verdes que presenta el paisaje. Una vez que el columpio pierde fuerza, pisa nuevamente tierra, acompañado de una gran sonrisa en el rostro.

“Es una experienci­a emocionant­e, realmente adrenalina pura. Sentir la sensación del vacío y luego acercarse al cielo es una de las aventuras más deliciosas”, expresa Eduardo, un peruano que asegura que volvería a repetir dicha actividad.

SAN PEDRO DE ALAUSÍ: LA RUTA DEL TREN MÁS DIFÍCIL DEL MUNDO

El día está perfecto para disfrutar de Alausí, un cantón que pertenece a la provincia de Chimborazo. La ruta inicia en la estación del tren, el ingreso es por una galería donde más de 100 artesanos exhiben una amplia gama de artesanías locales de distintos materiales. El producto más comprado son trenes hechos de madera de diversos tamaños.

Posteriorm­ente, espera una gran locomotora, los pasajeros hacen cola para comprar el boleto con $us 32, mientras otros aprovechan la espera para sacarse fotografía­s. Los guías turísticos invitan a ingresar porque el tren ya empieza a partir.

El visitante es testigo de una de las construcci­ones más sorprenden­tes de la historia, donde los ingenieros retan a la naturaleza, imponiendo una vía de ferrocarri­l en medio de una montaña que se inaugura en septiembre de 1902. Supera un desnivel de 500 metros construido al borde del río Alausí y en los 13 kilómetros de recorrido la locomotora realiza un vertiginos­o y emocionant­e recorrido por un camino zigzaguean­te.

La guía turística Marianela Merchán acompaña los sorprenden­tes paisajes explicando que Ecuador necesitaba un medio de transporte para articular sus territorio­s principale­s: Quito y Guayaquil, como también transporta­r alimentos y comercio. Los estudios empiezan en 1861 en el gobierno de Gabriel García Moreno; sin embargo, la construcci­ón queda suspendida ya que costaba cinco veces más del presupuest­o que dicho país tenía. Luego de varios mandatos presidenci­ales, el general Eloy Alfaro retoma la obra y la termina en 1908. La locomotora es francesa, pero el diseño es ecuatorian­o. Como los hacendados no permitiero­n que sus obreros trabajen en esta obra, puesto que para ellos iba a correspond­er pérdidas económicas y retraso en su producción, trasladan obreros de distintos países, entre ellos, Jamaica, Haití, Costa Rica, que en realidad, en sus respectivo­s lugares eran presos y, por lo tanto, cumplieron su condena construyen­do el ferrocarri­l más difícil del mundo.

Como se necesitaba perforar el cerro, se utilizaban las explosione­s con dinamita, muchos murieron por eso, ya que no podían escapar a tiempo; también por picaduras de serpiente y diferentes enfermedad­es, como la peste bubónica, malaria, fiebre amarilla. Por esta construcci­ón mueren alrededor de 4.000 personas y también ahuyenta a los cóndores, quienes ya no habitan estos lugares desde la intervenci­on del ser humano.

“Una vez que el tren empieza a funcionar, para los comunarios este transporte era una novedad, entonces ellos decían que el tren era un diablo que lanzaba humo y por eso se le conoce este tramo, como la nariz del diablo. Tomando en cuenta también las rudas y diabólicas dificultad­es que se utilizaron para dar lugar a este camino de hierro”, menciona Merchán.

La primera parada es en el “Mirador del triángulo”, donde se observa el monte de Pistish que fue perforado para dar paso a esta vía. Con imaginació­n, el turista puede identifica­r en la punta un rostro que está de perfil con una gran nariz. Esa es la nariz del diablo.

La segunda parada es la “Estación de Simbambe”, se ingresa a un museo donde se conoce con mayor profundida­d acerca de la historia del tren y en el exterior se puede compartir con los habitantes de la comunidad Nizag, quienes caminan dos horas para recibir a turistas y alegrar su estadía con bailes folklórico­s y pasos vistosos, donde los varones i nterpretan a los movimiento­s y vuelo de cóndores.

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A 14 km de Guayaquil, Playa Salinas es uno de los balnearios más cotizados.
SOL Y DIVERSIÓN A 14 km de Guayaquil, Playa Salinas es uno de los balnearios más cotizados.
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La arquitectu­ra gótica destaca en muchas ciudades de Ecuador. En esta toma se observa parte las torres de la Basílica.
CIUDAD CON HISTORIA La arquitectu­ra gótica destaca en muchas ciudades de Ecuador. En esta toma se observa parte las torres de la Basílica.
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 ??  ?? VISTAS ÚNICAS Desde el Panecillo, se logra una vista privilegia­da de la ciudad de Quito, porque se encuentra en una elevación.
VISTAS ÚNICAS Desde el Panecillo, se logra una vista privilegia­da de la ciudad de Quito, porque se encuentra en una elevación.

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