OH! - Los Tiempos

¡Silencio!

- MARIANA BREDOW Actriz, cantante, aprendiz de escritora. marbredow@gmail.com Facebook: Mariana Bredow

Salgo de casa a caminar sin rumbo, la noche en las calles ruge humo y luz eléctrica, no se ven las estrellas, es hora pico, mi paso es rápido, sin motivo, quiero escapar de la canción del carro basurero que se me ha quedado en la cabeza desde esta mañana, cuando su violencia pegajosa me despertó otra vez: ¡Lero, lero, basurero, vecino saca la basura! ¡No! no es que me guste, es que NO me gusta y ni sé qué dice, pero a fuerza de repetición se me ha metido como un virus al sistema. Llego al Prado, intento pensar otra cosa, pero un bocinazo me corta el aliento y me acuerdo de la expresión que escuché en Buenos Aires: “Más feliz que boliviano con dos bocinas”.

Me siento en un banco verde, cierro los ojos y percibo: una alarma chilla sin que aparezca su dueño, llantas furiosas hacen chirrear el pavimento, aúlla la sirena de alguna ambulancia, reguetón en la radio de un taxi parado, música ñoña hace bailar al oso en la puerta del restaurant­e, el celular de quien sea, la tele, la moto con motor de metralleta… Todo acompañado por el bajo continuo de las bocinas histéricas. Tanta mugre invadiendo por osmosis la porosa existencia del niño que juega en los árboles, la vejez de la señora que espera que le compren dulces, mi cabeza que ya ni escucha lo que piensa y estalla en un grito: ¡SILENCIO! Por favor, silencio…

De pronto los tornillos que sujetan a mi banco en el suelo se sueltan, y mi huracán me arranca al vuelo con banco y todo; subo en el aire pasando nubes, salgo de la atmosfera hasta ver la tierra de lejos. Quedo flotando a la deriva en la oscuridad. Aún escucho a mis tímpanos zumbar el ruido que arrastré de la ciu- dad, pero cuando terminan de limpiarse hay paz. Lentamente siento a mi conciencia regenerars­e agradecida, por fin puede hilar cabos, fabricar pensamient­os completos, sentir emociones auténticam­ente propias, entenderse a sí misma y percibir con lucidez la existencia.

Descanso siglos sin tiempo. De pronto, con sorpresa siento: ¡mis oídos son capaces de escuchar la música de las esferas! la vibración de los gigantes que giran y avanzan emitiendo sonidos de maravilla, ritmados por los rayos en los que viaja el sol, sostenidos por el espacio lleno de energía. La pura belleza de esta armonía se integra a mi pecho y me emociona… Se me prende la lamparita. ¡Es un instrument­o de música! El universo entero ¡es música! Que sólo podemos escuchar si entramos en el silencio. Momento ¿ Entonces el silencio no existe? Si el movimiento es constante y la vibración emite sonido, entonces esta música del todo es aquello a lo que le llamamos “Silencio…”

El descubrimi­ento es tan asombroso que descalabra mi banquito flotante, empiezo a caer y caer hasta entrar de nuevo en la atmosfera de la tierra, atravieso el cielo y veo la nube de polvo entre cerros y luces que es Cochabamba. Apenas ingreso en la masa de humo, escucho el rugido de la calle en la hora pico en que me fui. Mi banco se clava en su sitio de siempre, y aquí estoy, donde parece que nada ha cambiado. Quiero llorar, pero no lloro, más bien río, porque acabo escuchar el silencio, y guardo en mi pecho la plenitud y el éxtasis que sentí flotando en el espacio. Ahora sé que esa música está siempre debajo de la bulla loca del hormiguero humano, basta con buscar y guardar el silencio para percibirla.

Mundo querido ¿ y si hoy... y mañana… nos callamos todos un poco, para regenerar nuestra bombardead­a conciencia humana de tanta histeria? Tal vez respirando lento logremos percibir la gran música que todo lo rodea y todo lo mece…

EMOCIÓN QUIERO LLORAR PERO NO LLORO, MÁS BIEN RÍO PORQUE ACABO DE ESCUCHAR EL SILENCIO.

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