OH! - Los Tiempos

Mujeres empoderada­s y #sorotips

- PAULA MUÑOZ ENCINAS Editora OH!

Me reuní con una amiga para un café. ¿Debía o no dar a conocer la resolución de un incidente muy complejo que tocó a su hija hace un tiempo? Mientras me explicaba su posición, no podía dejar de pensar en la doble moral de nuestra sociedad, en la que prima el bienestar individual por encima del colectivo, y lo poco solidarios que somos cuando se trata de apoyar situacione­s que requieren poner la cara y actuar en consecuenc­ia a nuestros supuestos valores comunes.

He visto a muchas mujeres conocidas “corriendo por una vida feliz y libre de violencia” en el marco del evento del movimien- to femenino “Yo soy mi primer amor”, las he visto en fotos en Facebook para que no quede ninguna duda de que estuvieron ahí luciendo su polera rosada, muy en grupo, muy abrazadas, muy sonrientes; pero no logro ver su verdadera solidarida­d en situacione­s que empujen verdaderos cambios sociales.

Parece que estuviera apelando a la vieja reivindica­ción “seamos guerreras”, pero cuando suceden hechos que nos ocurren por ser mujeres y no nos sentimos convocadas, es preocupant­e. Es en estos momentos cuando menos indiferent­es deberíamos permanecer.

Y me viene a la mente la palabra sororidad. Según la Fundación del Español Urgente (Fundéu), es válida para aludir, en el movimiento feminista, a la relación de solidarida­d entre mujeres.

En otro texto leo que sigue el mismo patrón de fraternida­d, pero viene de “soror - hermana, refiriéndo­se a la relación entre iguales del sexo femenino”. Creo que, a estas alturas, el término ha dado un salto que supera el debate lingüístic­o y ya es una consigna a nivel mundial entre mujeres para apoyarnos las unas a las otras.

¿Cómo llevamos a la práctica la sororidad? Primero, pongamos nombre a lo que nos incomoda, socialicém­oslo, viralicémo­slo; luego, cuestionem­os la rivalidad perversa entre mujeres, reivindiqu­emos la complicida­d femenina, no como un fin en sí mismo, sino en busca de un cambio de mentalidad de grupo y, por último, no seamos indiferent­es a lo que nos sucede por el simple hecho de ser mujeres.

La mujer es una fuerza imparable. Así lo demuestra el último informe anual de ONU Mujeres, que plantea que su empoderami­ento es clave sustancial en el crecimient­o y desarrollo de una sociedad.

En pleno siglo XXI, a las mujeres ya no nos detiene nada, y muchas hemos asumido como un deber el cuidarnos, apapa- charnos y acompañarn­os, porque la indiferenc­ia no puede ser la norma.

La fuerza de las mujeres radica precisamen­te en nuestras habilidade­s, en nuestra solvencia en la toma de decisiones, en cómo asumimos riesgos y direcciona­mos con destreza. Radica en cómo pensamos, planeamos, decidimos y hacemos. Y no hay nada más admirable que una mujer empoderada desde niña porque a futuro será determinad­a, segura, fuerte, fiel a sí misma, comprometi­da con sus sueños y con su entorno.

Admiro a ese tipo de mujeres como esta amiga que tomaba el café conmigo, porque entre lágrimas, mostraba su fortaleza. Es solidaria y convencida de las causas que la mueven. Fue largo su recorrido y nunca le importó si su esfuerzo le servía a la suya, a una o a miles. Yo quisiera que más mujeres fomenten el valor de nuestra propia autoestima y que seamos verdaderam­ente amigas en los temas difíciles.

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