Imparable saqueo verde contra bosques de Bolivia.
La agresión a los bosques en Bolivia ha sido constante y creciente. Somos responsables de la pérdida del 2 por ciento de bosque tropical en el mundo
Cada año el drama se repite como si Bolivia dispusiese de una infinita cantidad de bosques. Pero, al parecer, cada año se avanza un paso hacia la extinción de una de las mayores riquezas de las que dispuso este país. Y los indicios muestran que no falta mucho como para que empiecen los plazos fatales, digamos, por ahora, 15 años. Podrían ser menos.
En general, la apertura de carreteras que deriva en caminos y sendas para el aprovechamiento forestal empresarial, la colonización de las áreas boscosas a lo largo de estas rutas, la acción no regulada de motosierristas o cuartoneros y la conversión de grandes superficies boscosas para el uso agrícola y pecuario, así como los incendios, constituyen las principales razones de la reducción de los bosques en Bolivia.
En base a datos del Estudio de Recursos ( ERTS) de 1975 y del Sistema de Información Geográfica (1993), utilizados el año 1995, para elaborar el Mapa Forestal, se puede establecer que el área forestal en Bolivia disminuyó de 56.468.400 hectáreas (51 por ciento del territorio nacional) a 53.444.182 hectáreas, (48 por ciento del territorio nacional). A estos datos oficiales, se puede adicionar que en el periodo 1993 a 2000, se dio un aumento de 1.424.033 hectáreas de superficie desboscada. Ello ya resulta en un promedio anual de 203.433 hectáreas perdidas por año.
Los estudios de Bolivia Forestal (Bolfor) y el Sistema de Información Forestal ( SIF) señalan que en el departamento de Santa Cruz la afectación era el doble que en toda Bolivia. Vale añadir que la Estrategia Nacional de Desarrollo Económico Social anticipó, en 2013, un crecimiento nacional de las áreas cultivadas de 11.194.000 hectáreas.
Ello implica que Bolivia es responsable del 2 por ciento de pérdidas del bosque tropical en el mundo, a un promedio de 276.000 hectáreas por año. Pero en esos cálculos no se toman en cuenta nuevos procesos de deforestación denunciados especialmente en 2018, sea por el ingreso de empresas chinas o sea por las demandas de los sectores agroempresariales del oriente.
Según técnicos del Museo de Historia Natural de la ciudad de Santa Cruz, esta tasa de deforestación anual es equivalente a que cada hora se eliminan 23 hectáreas de bosque. Otra comparación señala que cada 40 minutos se deforesta una superfi- cie equivalente a la extensión del conocido Parque Urbano cruceño. O vale decir que, en poco más de 12 horas, se deforesta una superficie equivalente a la superficie encerrada por el primer anillo de la ciudad de Santa Cruz. O, finalmente, significa que en algo menos de dos minutos se deforesta el equivalente a una cancha de fútbol.
DEFORESTARON MáS QUE EN 16 AñOS
En agosto de 2017, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua detectó más de 11.000 focos de calor, fue el mes crítico en el año. De acuerdo con esa misma fuente, en 2010 hubo más de 47.000 incendios. Constituye una muestra del salto en la destrucción de los bosques bolivianos.
Bolivia registró, en 2017, 183 por ciento de incremento de los niveles de deforestación del año inmediatamente anterior, lo que representa la mayor extensión afectada en los últimos 16 años.
Según el portal especializado, http:// www. globalforestwatch. org/country/BOL en 2016 se deforestaron 470.601 hectáreas, mientras que un año antes la cifra llegó
a 166.275 hectáreas.
“Representa una brusca subida de la deforestación. Estos datos son alarmantes y es la mayor deforestación en los últimos 16 años”, dijo en las redes sociales el biólogo holandés Vincent Vos, que trabaja en el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca), en la ciudad de Riberalta, Beni, en el corazón de la Amazonía boliviana.
LA TENDENCIA RESULTA GLOBAL
La pérdida de áreas forestales en todo el mundo alcanzó en 2016 el nivel récord de 29,7 millones de hectáreas, equivalente a la superficie de Nueva Zelanda, según estimaciones publicadas por Global Forest Watch (GFW). Este aumento del 51 por ciento en un año se explica principalmente por los numerosos incendios que se desataron en el planeta el año pasado. Se espera que los recientes fuegos que arrasaron California y Portugal eleven la cifra de bosques destruidos en 2017 a un nuevo récord.
Ese escenario global tuvo su particular correlato en Bolivia. El incendio en la cuesta de Sama en Tarija, por ejemplo, arrasó con más de 11.000 hectáreas. Según las evaluaciones técnicas, ello podría exigir un plan de mitigación de más de una década, lo que afectará la provisión de agua a las ciudades y comunidades del departamento. En agosto de este 2018, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua detectó 11.373 focos de calor en Bolivia.
IMPARABLE PRACTICA ILEGAL
Otra causal. Fuera de las industrias madereras legalmente establecidas, en el país existe un sector que utiliza los recursos forestales como material de construcción, leña y bienes comerciales, producto de los desmontes y chaqueos destinados a la habilitación de suelos para la agricultura y la ganadería. Aunque no se tiene datos, se sabe que un elevado porcentaje de estos usuarios del suelo, escapan al control del Estado en las actividades de extracción y comercialización de los recursos forestales. Sin embargo, se considera que la situación es más grave aún con el aprovechamiento ilegal de los llamados cuartoneros o motosierristas, personas que con un mínimo equipo penetran en las áreas protegidas o parques nacionales, empresas madereras y propiedad privada donde cortan madera y la comercializan en los mercados locales, en menores condiciones de calidad y precio.
El motosierrismo o cuartones es una práctica prohibida por la legislación forestal; es altamente ineficiente debido a la gran cantidad de desechos que produce y a la baja calidad de la madera que se obtiene. Según diversos estudios, de los miles de árboles derribados en el bosque, los motosierristas aprovechan solamente alrededor del 40 por ciento de la biomasa de la madera más fina.
Se estima que solamente en Santa Cruz el comercio ilegal abastece más del 50 por ciento del mercado departamental, estos volúmenes son superiores en los departamentos de La Paz y Tarija.
El fenómeno llegó a tales extremos que estudios como “Situación del sector forestal del departamento de La Paz”, elaborado por la agencia Cidebeni, establecieron que en diversos años se formaron sindicatos de motosierristas que reunían, en promedio, alrededor de 150 personas, violando todas las normas del país.
Según el Plan de Acción para Bolivia (Situación del sector forestal en el departamento del Beni), “el aprovechamiento ilegal es realizado principalmente por los colonos o campesinos que han abandonado parcial o totalmente la agricultura debido a su escasa rentabilidad y optan por esta actividad que les permite generar mayores ingresos económicos”.
Un ejemplo constituye el aprovechamiento ilegal de la mara, en el caso del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipinis), testimoniado por el diario La Palabra del Beni. Allí, en el Mensaje a la Opinión Pública, Subcentral Tipinis, del 27 de enero de 1999, se manifiesta que entre 1997 a 1998 se cortaron 4.200 árboles de “Swietenia macrophylla”, es decir, 18.816 metros cúbicos de madera mara.
OPERACIONES ILEGALES
Las operaciones ilegales en el sector forestal tienen lugar cuando se extrae, transporta, elabora, compra o vende madera infringiendo leyes nacionales.
De acuerdo a un informe vertido en el Foro de Apoyo al Sector Productivo, por los caminos que conectan las tierras bajas con las ciudades de La Paz y el Alto, se ha
establecido que entre 35 a 50 camiones transportan madera ilegal por día. De estos, aproximadamente 20 a 35 vienen de Ixiamas (norte de La Paz). Se calcula que cada camión transporta madera por un valor de 10 mil dólares, lo que implica unos 9 a 15 millones de dólares por mes y una pérdida de 90 millones de dólares por año. Una pérdida anual de 50 millones de dólares en recursos forestales. Ello implica un ritmo de 53 árboles extraídos ilegalmente cada día.
Y el otro factor resulta harto conocido: la colonización de tierras bajas. Replica el modelo que se desató cuando empezó el desarrollo de la agroindustria en Santa Cruz en los años 60 y 70. Las industrias demandaban mano de obra para la cosecha principalmente. Pidieron a los gobiernos de turno el envío de trabajadores originarios de las tierras altas. Estos posteriormente se asentaron en la región, para ser parte de los llamados “colonizadores”. Comenzaron a tomar tierras sin tener un apoyo económico definido y empezaron a desmontar para aprovechar los árboles como base de su supervivencia por los primeros años. Esta actividad afecta, también, a la fauna porque es el único alimento cárnico de los colonizadores, que se dedican a la cacería, sin importarles la supervivencia de la misma. Hoy se repite el fenómeno en tierras bajas de La Paz, Beni, Cochabamba y Pando.
Ha sido un proceso de ocupación que se intensifica cada vez en mayor escala desde 2005. Contingentes de colonos que se están asentando, una buena parte de ellos, dedicados al aprovechamiento de la madera dentro de sus parcelas con el fin de obtener algún capital. A ello se suman los denominados habilitadores o contratistas que compran el producto encuadrado con motosierra de las parcelas. Esto ha llevado a que se establezcan formas de trabajo informal convirtiéndose en ilegales, siendo uno de los mayores problemas en las áreas boscosas del país.
Por si no bastase, también existe extracción ilegal de madera a largo de las fronteras especialmente con las repúblicas de Brasil y Perú. Por ejemplo, la encargada de la SIF en Ixiamas, en agosto, pudo comprobar un saqueo de pequeños volúmenes de madera aserrada en forma continua a través de numerosas sendas a lo largo del río Madre de Dios, casos similares fueron denunciados a nivel nacional.