VOCES CRíTICAS
Santa Cruz se va convirtiendo en una vedete de rankings y publicaciones internacionales dedicadas a ciudades de las grandes oportunidades. Hace dos semanas, el portal Infocasas la ubicó como la segunda ciudad de mejor rendimiento inmobiliario de Sudamérica. Esta semana, el diario La Nación de Buenos Aires le dedicó un vasto reportaje titulado: “Santa Cruz, la nueva ciudad estrella de América”. La lista suma antes al Financial Times de Londres, la firma Gobaking Rides, el diario español La Voz de Palma y un largo etcétera. El fenómeno cruceño no podría pasar desapercibido, su expansión urbana hoy llega incluso a la construcción de una ciudad completa para 370 mil personas: “La Nueva Santa Cruz ciudad inteligente (NSC-CI)”.
Un festival de megacifras anuncia la que viene a ser la mayor obra inmobiliaria de la historia boliviana. Sólo en la primera fase del proyecto se invertirán 500 millones de dólares. Sus pobladores, cerca de 100 mil familias, vivirán en cientos de edificios de 15 pisos de altura, 68 para empezar en la primera fase. La ciudad, que suma desde una piscina del tamaño de un campo de fútbol hasta modernos hospitales y universidades, ocupará 6 mil hectáreas. Es decir, abarcará un espacio semejante a los cuatro primeros y célebres anillos de la capital cruceña.
Es más, la NSC-CI estará bordeada por la autopista Santa Cruz-Warnes, la más moderna de Bolivia, a estrenarse dentro de seis meses. Tendrá sus propios sistemas de transporte, administración y seguridad. Sus ejecutivos además prometen que será una ciudad ecológica con el 40 por ciento de su espacio consagrado a áreas verdes. Fue presentada en septiembre con la presencia de autoridades de todos los niveles estatales, incluidos los alcaldes de los tres municipios involucrados en el proyecto: Warnes, Santa Cruz y Cotoca.
Pero no precisamente a todos en Santa Cruz entusiasma la megaobra y la polémica promete atizarse. El analista Carlos Valverde cuestionó desde el mismo nombre en una columna dominical en la que le hablaba a su ciudad natal: “Te cuento que decidieron hacerte una ‘ciudad toja’, es decir, una que va a tener tu mismo nombre, en un espacio tuyo —dice el analista—. Ese mismo nombre que te dio Ñuflo al imaginarte, allá en plena Chiquitanía, siendo lo que sos ahora; claro, ‘estos fundadores’ quisieron diferenciarse y entonces le aumentaron eso de ‘ciudad inteligente’ (¿será que vos sos la opa, en la mirada de los neofundadores?)”.
Valverde, en un virtual resumen de las observaciones que surgieron contra la NSC-CI, asocia potenciales daños urbanísticos, económicos, políticos y ambientales a la mega obra. En el primer factor, uno de los más destacados urbanistas de Santa Cruz, Fernando Prado, le puso un concepto al fenómeno. “Yo lo he llamado la privatización de las ciudades —dice Prado—. Este desarrollo urbano que vive Santa Cruz no se está dando con el impulso ni con la planificación de ningún nivel de gobierno, ni siquiera de la sociedad civil organizada. Se está dando exclusivamente en función del capital oligopólico inmobiliario”.
El arquitecto alude así al proceso de rupturas que en los últimos años sufre Santa Cruz de la Sierra, otrora célebre por su planificación. Como es sabido, “la ciudad de los anillos” fue fruto de un metódico proceso de organización urbana, regido durante décadas por un consejo cívico. Pero el acelerado proceso de inmigración, la politización del sistema de planificación y la fiebre inmobiliaria desbordaron los controles. Según parámetros internacionales es-