OH! - Los Tiempos

RIESGO Y DESAFíO

- Texto: Norman Chinchilla Fotos: José Rocha

Pegado a la roca, a 10 metros del suelo, el vértigo amenaza, parece que no hay cómo seguir subiendo y sólo queda darse por vencido, soltarse y dejarse caer, sujetado por la cuerda. “¿Qué hago?”, pregunto al guía que me cuida, desde abajo, unido a mí por la misma cuerda. “Subes”, respondean­imadoysina­somodeduda. Y la rendijita ansiada aparece debajo de las yemas de mis dedos que se pegan a ella y me animo a subir mi pierna derecha, buscando un apoyo para mi pie, calzado con unas zapatillas especiales que se adhieren a la superficie vertical.

Y ahí está la ranura en la que tomo apoyo para enderezarm­e, estirarme, soltar mi mano de ese canalito al que se aferra y lanzar mi brazo allá arriba, donde sobresale una roca que no alcanzo… en el primer intento, pero sí en el segundo. Y escalo, un par de metros, pegado a la roca, sujetado en cuatro puntos diminutos. Respiro profundo y una calma mágica me invade, una especie de apego afectivo al frío muro que deja de ser un desafío y se vuelve amistoso, por instantes. Sólo unos segundos mientras mis dedos buscan otra saliente de la cual asirme, la hallo y luego busco dónde apoyar mi pie, para repetir el gesto que me aleja del suelo, me acercaalac­ima.Yalcanzoes­acimay, al mismo tiempo, la plenitud de vencer el temor que impone la altura de esa áspera superficie que asciende, desafiándo­me a escalarla.

Laescalada­deportivap­uedeserrie­sgosa en su versión solo integral, sin cuerdas ni otro equipo, pero la que se practica en Cochabamba está lejos deeseextre­mo.“Elriesgoes­mínimo y nunca nos ha ocurrido un accidente”, afirma Erick Weichert, propietari­oeinstruct­ordeElMuro,elgimnasio de escalada deportiva ubicado en la avenida Costanera, en el complejo deportivo del Club Olympic.

Weichert, ingeniero informátic­o de profesión, aprendió a escalar y se enamoró de esta práctica deportiva en Nueva Zelanda, donde vivió una década. Para él, como para cualquier escalador, la escalada es un desafío, y lo fue desde un principio. “Una amiga me invitó a escalar, allí en Nueva Zelanda”, cuenta. “La primera vez fue un fracaso, no pude hacer nada, me caía todo el tiempo. Entonces me dijequeten­íaqueapren­der,ymeinscrib­í a un gimnasio. Desde entonces no dejo de escalar”, dice sonriendo.

“Es como una adicción”, comenta Bernardo Leoni, estudiante de Ingeniería­Comercial,escaladord­esdehace másdetresa­ñosyasiduo­deElMuro. Diana Andrade también entrena en El

Muro y tampoco menciona el riesgo. Para esta joven médica, la escalada es un asunto integral. “Al principio parece difícil, pero luego es cuestión de superación personal. Cada vez que escalas te superas un poco, vas mejorando día a día. Es tanto físico como mental. Todo está en la cabeza”.

“Me gusta especialme­nte la adrenalina que hay acá, cómo te vas retando, cómo vas mejorando tu estado físico y tu actitud mental. Es una superación personal permanente”, asegura.

ENTRENAMIE­NTO

“La escalada es una práctica deportiva que, en su modalidad clásica, consiste en subir o recorrer paredes de roca, laderas escarpadas u otros relieves naturales caracteriz­ados por su verticalid­ad, empleando medios de sujeción recuperabl­es en casi su totalidad”, explica la página web de la Federación Española de Deportes deMontañay­Escalada. Entérminos más simples, escalar es ascender por una pared —vertical o inclinada, en cualquier dirección— usando sólo las manos, los pies, las hendiduras y salientes y aplicando técnicas que tienen que ver con la coordinaci­ón de movimiento­s y la flexibilid­ad. Es una práctica que exige más concentrac­ión y técnica, que fuerza muscular. La habilidad para trepar está impresa en nuestra memoria genética, desde aquellos muy lejanos tiempos cuando la vida dependía de cuán rápido y alto podíamos huir de los depredador­es.

Aunque la escalada en roca significa también un contacto directo con la naturaleza y el disfrute del paisaje, es posible realizarla en la ciudad: en paredes equipadas para ello y en gimnasios de sitios de altura reducida, denominado­s “boulders” — como Gecko Boulders & Adventure, ubicado en la calle Juan Huallparim­achi, cerca de la plazuela de Cala Cala—, donde se entrenan las técni-

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JOSé ROCHA CON LA PUNTA DE LOS DEDOS Erick Weichert alcanza el extremo del muro granítico de la cantera del camino a Tarata.
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