PREOCUPACIóN POR DERECHOS HUMANOS
La llegada a la presidencia de Brasil del ultraderechista Jair Bolsonaro, que defiende el uso de la fuerza letal por la Policía para combatir la delincuencia con mano dura, genera “preocupación” respecto a los derechos humanos en el país, asegura Human Rights Watch (HRW).
El director para las Américas de HRW, José Miguel Vivanco, alertó en una entrevista concedida a la AFP en Sao Paulo sobre las medidas que pueda adoptar el nuevo Presidente, “que hizo campaña electoral cuestionando y contradiciendo principios básicos en materia de derechos humanos”.
“Eso generó preocupación e interés en la comunidad mundial y es una de las razones por las que estamos aquí”, añadió en la víspera de la presentación del informe anual de HRW, que analiza la situación de los derechos humanos en más de 100 países, y en el que el gigante sudamericano tuvo mucho destaque. que va del año: es una cifra más alta que el saldo de 3.438 civiles fallecidos en el mismo periodo debido al conflicto en Afganistán, de acuerdo con datos de las Naciones Unidas. En medio de su boyante campaña de lanzar una guerra definitiva contra la criminalidad Bolsonaro dijo en agosto que los oficiales de Policía que disparan a matar a presuntos criminales con “10 o 30 balazos deben ser condecorados, no castigados”.
Después del triunfo, varias de las nuevas autoridades expresaron su apoyo para extender por 10 meses más la intervención militar en el Estado. Ésta debía terminar en enero. Según diversos analistas, ahora, “el plan piloto” podría simplemente convertirse en la etapa uno de un plan cuyas características tendrá a bien manejar el flamante gabinete de Bolsonaro. Un Gobierno, que entre sus 22 ministros tiene a cinco miembros de las Fuerzas Armadas y como principal escudero al general Hamilton Mourao en la vicepresidencia.
Las pandillas del narcotráfico han controlado desde hace décadas decenas de vecindarios en las grandes ciudades brasileñas; fungen como la autoridad de hecho en áreas donde la Policía casi no se aventura a entrar. Las confrontaciones para el control territorial entre pandillas rivales, así como los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y grupos privados, fueron las que más contribuyeron al saldo rojo del año pasado.
Dos cárteles de la droga detentan un poder hasta ahora irreductible: El Primer Comando de la Capital (PCC), el Comando Vermelho (CV). Sus conexiones trasnacionales han amplificado su influencia en gran parte de Sud y Centroamérica, pero sobre todo en Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina. Su dominio en las barriadas brasileñas ha precipitado durante décadas la violencia que castiga a esta décima potencia mundial.
Gran parte de la violencia en Río de Janeiro también se debe a los grupos delincuenciales conocidos como milicias, formados por policías y militares retirados y en activo que actúan por cuenta propia. Se han vuelto cada vez más poderosos en comunidades desatendidas por el Estado pues extorsionan a los residentes a cambio de protección, operan negocios de transporte público sin licencia y se involucran en el narcomenudeo.
Y, pocos dudan de que la fórmula Bolsonaro se halle más pronta que cauta de entrar en vigencia. Gustavo Bebianno, integran- te destacado de la campaña del nuevo Presidente, dijo que el problema creciente de la violencia en Brasil se “volverá irreversible” a menos que se tomen acciones contundentes pronto. “Si una escoria está en la calle y porta un arma de manera ostentosa, debe ser un blanco”, dijo.
“No hay que hablar con los delincuentes; se habla después de disparar. ¿Por qué una persona decente estaría portando un arma de guerra de manera ostentosa en una vía pública?”, señaló.