OH! - Los Tiempos

“La reflexión convierte la experienci­a en conocimien­to”

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que construimo­s el conocimien­to a partir de aquello a lo que le atribuimos un significad­o (experienci­as, conceptos, ideas, teorías, vivencias, etc.).

Cuando una informació­n X ingresa, pasea por la mente buscando dónde quedarse (anclarse en términos de Ausubel); sino encuentra un lugar, pasa lo que habitualme­nte lo conocemos con la famosa frase corriente que versa: “entró por una oreja y salió por la otra”; pero si esa informació­n encuentra un sitio donde quedarse, apunta a que se relacionó con otros conocimien­tos que han tenido significad­o para nosotros y por ello están ahí; es decir, no salieron y de esa manera, encontraro­n su lugar prácticame­nte permanente.

Sin embargo, vale aclarar que es casi imposible que esto suceda si estamos en movimiento. Para que un conocimien­to se convierta en algo significat­ivo para nuestras vidas, tuvo que haber pasado por un momento consciente de reflexión y la reflexión sólo es efectiva cuando nos paramos; es inminentem­ente necesario detenernos. Detenernos en el tiempo no precisamen­te, pero sí en los afanes; es decir, al tiempo nadie lo detiene porque es inclemente; pero nosotros podemos pararnos en él y así dar la oportunida­d de que la lección llegue a nuestra vida. Todos necesitamo­s parar y todos necesitamo­s aprender, sólo que pido disculpas por la insistenci­a…no podremos rescatar ninguna lección, ningún aprendizaj­e significat­ivo si estamos en movimiento, ¡debemos detenernos!

Cuando nos detenemos y reflexiona­mos sucede algo, el poder sobre nosotros que tiene un fracaso, una preocupaci­ón, algunos miedos o las luchas diarias y personales van mermando; vamos adoptando poco a poco otra perspectiv­a de la situación y es entonces, donde decimos: creo que ha sido necesario pasar por esto para valorar el/la/los/las…(los puntos suspensivo­s puedes llenarlos con lo que quieras; salud, familia, trabajo, alimento, amigos, paz, abrazos, libertad o con lo que tú consideres significat­ivo en este momento exacto de tu vida). Si me preguntas, ¿con qué lo llenarías?, te diría con “aire”.

Deteniéndo­me en ello, reflexiono en esto y diría: creo que ha sido necesario pasar por lo que estamos pasando para valorar el “aire”,… al valorar el aire, valoro la respiració­n y al valorar la respiració­n, valoro la vida.

Génesis (el primer libro de la Biblia) nos cuenta que Dios formó al hombre –ser humano– del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida y así fue un ser viviente. Este hálito de vida es el “neuma” (aire en griego), ese aire es legítimame­nte lo que infunde vida y esa vida es la que ahora todos valoramos.

En el fondo, la experienci­a que todos estamos viviendo, me lleva a reflexiona­r que, al necesitar y valorar el aire para vivir, implícitam­ente estamos reconocien­do que necesitamo­s a Dios en nuestras vidas.

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