OH! - Los Tiempos

ASÍ NOS ENVENENAMO­S LOS BOLIVIANOS

DESCONTROL. Pese a las normativas, denuncias y alarmantes informes, los procesos de contaminac­ión en aguas, aires y suelos no son frenados.

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enfermedad­es cardiovasc­ulares, cáncer de pulmón y trastornos respirator­ios crónicos. Añade un agravante: “Las partículas de carbón en 2012 fueron catalogada­s por un panel de expertos en cáncer de la OMS dentro del grupo 1 de las partículas cancerogén­icas. El grupo 1 es el más alto al que se puede llegar”. El experto brindó estos datos en el foro Un futuro sustentabl­e, organizado por la Universida­d Católica a fines de 2020.

PESADILLA SOBRE RUEDAS

¿De dónde proviene el veneno de los aires bolivianos? Especialme­nte de los vehículos que usan como combustibl­e el diésel. Un estudio de la agencia Swissconta­ct señala que el 2003 en Bolivia había menos de 450 mil vehículos automotore­s. Quince años más tarde esa cifra se había incrementa­do hasta casi 1.900.000, es decir, más de un 300 por ciento. El consecuent­e nivel de contaminac­ión es reforzado durante los meses de invierno por las PM10 provenient­es de incendios forestales y el polvo, entre otros factores.

La tendencia mundial frente a esta problemáti­ca, donde cuentan varias ciudades sudamerica­nas, radica en cambios de los sistemas de transporte. Ahí suman desde la reducción del parque automotor privado hasta sistemas de transporte público en creciente conversión al uso de energías limpias. Se complement­an con una transforma­ción de la infraestru­ctura vial abierta a ciclovías y con vastos espacios verdes y peatonales. Así lo ha señalado una iniciativa de la Corporació­n Andina de Fomento (CAF), que ya en 2015 alentó estos cambios. Ello debido a que un tercio de las emisiones latinoamer­icanas de dióxido de carbono provenían de los sistemas de transporte.

“Ante este escenario, varias ciudades de la región han implementa­do sistemas de transporte alternativ­o que son menos contaminan­tes y que a la vez contribuye­n a la movilidad urbana –señala el informe Transporte en América Latina–. Los ejemplos más destacados se encuentran en Curitiba, Bogotá, Río, Lima, México DF, Santiago y otras ciudades colombiana­s y mexicanas”. A ellas se han sumado en años recientes Quito, Montevideo y San José.

En Bolivia contadas iniciativa­s han resultado limitadas y así han observado estudiosos como el propio Koch, Cecilia Requena y Fátima Taboada. “En La Paz, la iniciativa de los Puma Katari articulada al teleférico y los Huayna bus alteños es apenas un germen -dice Taboada-. Pero el sistema del teleférico ha implicado un gasto que podría haber sido mucho mejor utilizado para estos mismos fines.

En el resto del país, y en la propia La Paz, las ‘grandes obras’ son monstruoso­s pasos a nivel que priorizan a los vehículos sobre los peatones. Es la mentalidad contaminan­te y estresante de otro siglo, y nada nuevo contra amenazas tan grandes han propuesto los nuevos alcaldes”.

Situación similar ocurre en Cochabamba donde se invierten más de 477 millones de dólares en un tren eléctrico que, según estudios, no podrá llevar más del 10 por ciento de población que necesita trasladars­e. Una alternativ­a cuestionad­a dada la situación de esta ciudad que se suele encontrar entre las cinco ciudades, y a veces tres, más contaminad­as de Latinoamér­ica.

AGUA QUE NO HAS DE BEBER

El veneno de las partículas contaminan­tes, cuando no acaba en los pulmones de los bolivianos, también inicia otro proceso de envenenami­ento: el deshielo de los nevados. Diversos estudios, especialme­nte de la Universida­d Mayor de San Andrés, han establecid­o cómo las partículas de carbón aceleran la desaparici­ón del blanco manto andino. Es apenas el principio de la amenaza que llega a través de las aguas que consumen los bolivianos. Es como si en el país primase el principio “agua que no has de beber, contamínal­a”.

Boliviades­tacaanivel­internacio­nalcomo uno de los países más beneficiad­os con fuentes de agua dulce. Su territorio es bañado por las tres principale­s cuencas subcontine­ntales y contiene la mayor cantidad de humedales del mundo. Pero a ese regalo de la naturaleza, la sociedad boliviana le ha dado una denigrante función: cloaca al aire libre. Así, según lo establecen múltiples estudios, lo han entendido agroempres­arios, mineros, industrial­es, constructo­res, au

toridades comunales y ciudadanía. Como todo cuesta en la vida, las consecuenc­ias van llegando poco a poco.

Algunos ejemplos ilustrativ­os fueron señalados por la química especializ­ada en recursos hídricos Ana María Romero en el foro Un futuro sustentabl­e. “Hicimos varios estudios sobre contaminac­ión de fuentes de agua” -señaló- “Vamos perdiendo fuentes de agua por contaminac­ión con aguas domésticas. Perdemos también por metales pesados (cadmio, nitratos y arsénico), y en esto perdemos cuencas íntegras. En el norte de Potosí evidenciam­os la contaminac­ión con varios metales pesados. Hallamos cadmio en orina y sangre de pobladores”

Aquel estudio revela el drama de zonas como Quila Quila. Cadmio en el suelo, cadmio en el agua, cadmio en la papa. Pero además se halló compuestos organofofo­rados y organoclor­ados en el agua y las verduras. Estos procedían del uso de plaguicida­s en la agricultur­a. En la ciudad de Cochabamba ubicaron fuentes subterráne­as afectadas por contaminac­ión doméstica e industrial. La evaluación advierte que pozos de menos de 30 metros de profundida­d no pueden ser utilizados por la contaminac­ión fecal y de nitratos.

INTOXICACI­ÓN TOTAL

Los tres agentes contaminan­tes han multiplica­do su agresión en prácticame­nte todo el país. Estudios del Centro de Informació­n y Documentac­ión Bolivia (CEDIB) han señalado, por ejemplo, la contaminac­ión por metales en las tres grandes cuencas del país. En ellos se cita desde los residuos mineros que envenenan las aguas del Illimani y las del Titicaca hasta el mercurio que afecta a los ríos amazónicos. Se ha evidenciad­o la presencia de mercurio en la sangre de pobladores de la frontera con Brasil. “En Bolivia se liberan hasta 228,9 toneladas de mercurio al año en fuentes primarias y secundaria­s”, destaca el estudio Caso sobre la Minería Aluvional del Oro.

Mientras la organizaci­ón Productivi­dad Biósfera y Medioambie­nte (Probioma) ha denunciado un alarmante incremento en el uso de agrotóxico­s por parte fundamenta­lmente de la agroindust­ria. “En 1999 se usaban 12 litros de agrotóxico­s por hectárea cultivada, ahora se aplica 36 litros -manifestó Miguel Ángel Crespo, director de Probioma-. Es decir, tres veces más; pero el rendimient­o apenas se incrementó en un 12 por ciento. El incremento en el uso de agroquímic­os en algo más de 20 años llegó a 400 por ciento y el rendimient­o de un 12 por ciento”.

La denuncia remarca que el uso masivo de estos compuestos se orienta a la soya y la coca, aunque también han incurrido en ellos importante­s grupos de horticulto­res. Se llega al extremo de que una vez que la maleza se vuelve resistente a determinad­os compuestos, como el polémico glifosato, se apela a otros mucho más tóxicos. Se está utilizando herbicidas que han sido prohibidos en el mundo como el Paraquat, basado en una fórmula que fue utilizada durante la guerra de Vietnam.

Valga citar que ya el Censo Agropecuar­io 2013 develó que la contaminac­ión del agua por agroquímic­os en comunidade­s llegó al 63 por ciento en Santa Cruz. Pero los problemas son aún mayores. El inmunólogo Roger Carvajal ha advertido que “los agrotóxico­s tras ser rociados por avionetas o fumigadore­s viajan por el aire y caen en cuerpos de agua. Allí matan a batracios y otros animales parte de la biodiversi­dad. Entonces, al romperse la cadena se multiplica­n los insectos y con ello proliferan enfermedad­es como el dengue, la malaria, chikunguny­a y otras”.

A todo ello se suma la contaminac­ión de aguas y aires que proviene de los fluidos procedente­s de botaderos y basurales. La desproporc­ión resulta evidente. Según evaluacion­es del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, sólo dos alcaldías en Bolivia planifican la gestión de los residuos sólidos. El 90 por ciento de los botaderos son a cielo abierto y el 37 por ciento se hallan en ríos. Bolivia genera 1,9 millones de toneladas de basura anualmente. Sólo el 4 por ciento de esos residuos son aprovechad­os en para el reciclado.

Y así como en el caso del transporte, las políticas públicas para suelos y aguas se muestran nulas o incipiente­s frente a la dimensión del progresivo envenenami­ento. Un envenenami­ento que, dados los tiempos posmoderno­s, se acrecenta hacia el éter. Pese a diversos estudios que ratifican lo alertado internacio­nalmente, aún no hay normativas específica­s, ni controles ni campañas de prevención relacionad­as a la contaminac­ión electromag­nética. Esa contaminac­ión provenient­e del extendido uso de equipos electrónic­os y hoy está amplificad­a por la pandemia. Se asegura que sus efectos también generan daños contra la salud.

Hay quienes citan más dimensione­s y niveles de ponzoña que afectan a los bolivianos. Están ahí diversos tipos de alimentos importados o fruto de malas y no controlada­s prácticas. También la contaminac­ión sonora ajena a toda recomendac­ión de la OMS. Por si hiciese falta meter más veneno.

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Rafael Sagárnaga L. Los Tiempos
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CONTAMINAC­IÓN Cochabamba.
LOS TIEMPOS AIRE POLUTO La imagen refleja la contaminac­ión del aire en Cochabamba, una de las más polutas de Latinoamér­ica. CONTAMINAC­IÓN Cochabamba.
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LOS TIEMPOS AGUA ENVENENADA El emblemátic­o río Rocha de Cochabamba es considerad­o una alcantaril­la a cielo abierto por la contaminac­ión del agua.
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El relleno de K’ara K’ara de Cochabamba es uno de los pocos controlado­s del país, pero aún así tiene deficienci­as.
LOS TIEMPOS A CIELO ABIERTO El relleno de K’ara K’ara de Cochabamba es uno de los pocos controlado­s del país, pero aún así tiene deficienci­as.
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LOS TIEMPOS SIN VISIBILIDA­D Los altos niveles de contaminac­ión llevan a que la ciudad no se pueda casi ver a la lejanía en ciertos horarios.
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LOS TIEMPOS LADRILLERA­S Esta forma de elaborar ladrillos es una de las que genera contaminac­ión en la zona sur de Cochabamba.

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