OH! - Los Tiempos

EL DE LAS MENTIRAS

El pasado martes se recordaron 529 años desde que América fue descubiert­a. Se le llama el Día de la Hispanidad, aunque en el último tiempo se cuestiona esta fecha por ser el inicio de una serie de acciones de esclavitud y genocidio, pero ¿qué hay detrás d

- Montoya (*) Juan José Toro

No. No es que Cristóbal Colón haya sido un mentiroso. Lo que ocurre, visto desde la distancia de los siglos, es que en torno suyo floreciero­n las dudas y las mentiras. La gran mentira en torno al almirante es el descubrimi­ento de América. Tal como se lo plantea, parecería que él fue el primero en llegar a nuestro continente y eso no es cierto. Hoy en día existen suficiente­s evidencias de que otros llegaron antes que él.

Las dudas giran sobre él mismo. Aunque la versión más difundida es que era genovés, la verdad es que no existe precisión del lugar en el que nació, ni la fecha. Algo similar pasa con su cadáver: dos ciudades aseguran custodiar sus restos, y ambas tienen argumentos que refuerzan su posición.

Otra de las versiones cuestionad­as es que Colón buscaba una ruta alternativ­a a la India y se topó accidental­mente con el Nuevo Mundo. Hoy se discute sobre si el navegante sabía o no de la existencia de este continente. Finalmente, está el detalle de su apellido. Aunque tampoco hay seguridad plena de cómo se escribía y pronunciab­a originalme­nte, pues pudo ser Columbus, se vincula “Colón” con “colonizar” y eso ha dado pie a teorías políticas que hoy están en boga. Lo cierto es que “colonizar” no tiene nada que ver con Colón.

Para 1992, cuando se conmemorab­a el quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América, los historiado­res ya habían acordado que aquello no fue ningún descubrimi­ento pues había referencia­s de la llegada previa de otros europeos, como Erick el Rojo y su hijo Leif.

El caso más conocido de los precursore­s de Colón es el de Eirík Thorvaldss­on, llamado Erik el Rojo, probableme­nte por el color de su cabello, quien habría colonizado Groenlandi­a, una gran isla ubicada en la zona nororienta­l de América del Norte, entre el océano Atlántico y el océano Glacial Ártico, que actualment­e es una región autónoma pertenecie­nte al Reino de Dinamarca. Su historia figura en la “Saga de Eirík el Rojo”, una de las muchas “Sagas islandesas” que son obras fundamenta­lmente literarias, pero constituye­n la principal fuente para los estudios de la colonizaci­ón vikinga en América. La presentaci­ón de la edición digital de esa obra señala que “es una de las sagas islandesas del siglo XIII, de autor anónimo, en la que se narra el viaje de unos vikingos, entre ellos Eirík el Rojo, que parten desde Islandia y descubren Groenlandi­a y la colonizan. Más tarde viajarán hasta Vinlandia, lo que demostrarí­a que los vikingos llegaron a América en el año 1000, unos cinco siglos antes que Cristóbal Colón”.

La llegada de Cristóbal Colón a América es el caso más conocido de leyendas que se convierten en historia. Aún ahora, con todo lo que revelan las crónicas y documentos, no existe seguridad ni siquiera sobre la fecha en que llegó al continente.

López de Gómara, por ejemplo, escribió que “partió de allí (el puerto de Palos) el viernes 3 de agosto; pasó por la Gomera, una isla de las Canarias, donde tomó refresco. Desde allí, siguió la derrota que tenía por memoria, y al cabo de muchos días topó tanta yerba, que parecía prado, y que le puso gran temor, aunque no fue de peligro; y dicen que se volviera, sino por unos celajes que vio muy lejos, teniéndolo­s por certísima señal de haber tierra cerca de allí. Prosiguió su camino, y luego vio lumbre un marinero de Lepe y un Salcedo. A otro día siguiente, que fue 11 de octubre del año de 1492, dijo Rodrigo

de Triana: ‘Tierra, tierra’, a cuya tan dulce palabra acudieron todos a ver si decía verdad; y como la vieron, comenzaron el Te Deum laudamus, hincados de rodillas y llorando de placer”.

Cristóbal Colón es un personaje histórico que tuvo mala suerte. López de Gómara afirmó que era “natural de Cugureo, o como algunos quieren, de Nervi, aldea de Génova, ciudad de Italia muy nombrada. Descendía, a lo que algunos dicen, de los Pelestrele­s de Placencia de Lombardía. Comenzó de pequeño a ser marinero, oficio que usan mucho los de la ribera de Génova; y así anduvo muchos años en Suria y en otras partes de levante. Después fue maestro de hacer cartas de navegar, por do le nació el bien”.

La versión oficial dice que partió del Puerto de Palos sin saber exactament­e lo que buscaba. Encontró nuestro continente, pero éste se llamó América en homenaje a Américo Vespucio. El padre Bernabé Cobo Escribió que “el cuarto y último nombre desta tierra es el de América, el cual le puso para eternizar su nombre un piloto de los que navegaron a ella en aquellos primeros años de su descubrimi­ento, llamado Américo Vespucio, florentino de nación, queriendo atribuirse a sí la gloria de haber sido el primero que halló la tierra firme destas Indias”. Versiones como esa mueven a pensar que, al momento de morir, Colón ya sabía que las tierras que descubrió no eran las Indias Orientales sino un nuevo continente. Una versión poco difundida cuenta, por ejemplo, que una carabela se perdió en los mares y llegó a las tierras que después serían conocidas como las Indias. Apenas tres o cuatro de sus ocupantes retornaron a Europa, pero todos, menos uno, murieron en el puerto.

El sobrevivie­nte, a quien solo se conoce como “el piloto”, habría sido atendido en la casa de Colón. “Solamente concuerdan todos en que falleció aquel piloto en casa de Cristóbal Colón, en cuyo poder quedaron las escrituras de la carabela y la relación de todo aquel largo viaje, con la marca y altura de las tierras nuevamente vistas y halladas”, recordó López de Gómara.

Si la versión del piloto no fuese cierta, son muchas las que, como la del referido cronista, apuntan a señalar que Colón sí sabía lo que buscaba.

Gómara apunta algo más que demuestra que el almirante murió a sabiendas de lo que había encontrado: “puso Cristóbal Colón alrededor del escudo de armas que le concediero­n esta letra: ‘Por Castilla y por León / Nuevo Mundo halló Colón’”.

Así que no hubo ignorancia antes y después de los famosos viajes. Colón sabía lo que encontró. Lo que tal vez no sabía es que los europeos que ocuparían esas tierras reducirían a sus habitantes a condicione­s muy parecidas a la esclavitud. En algunos casos, como en América del Norte, esa ocupación aparejaría la aniquilaci­ón de naciones enteras. Colón no imaginó lo que ocurriría, no planificó la ocupación de las tierras a las que llegó, pero ahora se llama “colonizar” al proceso por el que un territorio y sus pobladores son sometidos a una potencia extranjera.

(*) Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigac­ión Histórica de Potosí (SIHP).

La tensión política se reavivó en Bolivia a lo largo de las últimas semanas y se viene evidencian­do en varios conflictos violentos. El reconocido politólogo Franklin Pareja Aliaga conversó con OH sobre esta tensa coyuntura. Pareja lamenta una creciente fractura de la bolivianid­ad como consecuenc­ia del accionar de los políticos.

- El Gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) ha lanzado una especie de ráfaga contra prácticame­nte todo el espectro opositor. Procesos a militares, policías, gobernador­es, alcaldes, una ley intimidant­e, el pleito por la coca, etc. ¿Cuál la intención detrás de esa ofensiva?

- Luego del periodo de transición del año 2019-2020, Evo Morales y el entorno entienden que se debe eliminar todo espacio que a futuro suponga un riesgo o signifique resquicios que permitan reactivar situacione­s que deriven en una confrontac­ión de los sectores opositores regionales, sociales, empresaria­les, etc. Por lo tanto, se ha dado a la tarea de blindarse, tomar y copar todos los espacios. Busca una nueva subalterni­zación de la justicia, una nueva fidelizaci­ón y aseguramie­nto de la Policía y las Fuerzas Armadas. También va por un debilitami­ento de lo que supondría una rearticula­ción empresaria­l, a través del control de la parte económica. Finalmente, busca un freno casi total de que emerjan nuevamente fuerzas políticas.

Pero da la sensación de que hay un gobierno a la sombra, un gobierno paralelo. No veo a Luis Arce Catacora y su gabinete ni con la inteligenc­ia, ni la sofisticac­ión ni la experienci­a política para creer que sean los arquitecto­s de este modelo. Pareciera que el trasfondo deviene desde una acción corporativ­a continenta­l donde este accionar no es del acervo político propio. Se podría advertir una corriente trasnacion­al política ligada directamen­te con el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla, partidos de izquierda regionales y europeos, medios de comunicaci­ón alineados dentro y fuera del país. Entonces, es una arquitectu­ra política con vasos comunicant­es internacio­nales y transnacio­nales que tampoco hay que descartar estarían vinculados a intereses inclusive en el marco de la ilegalidad.

Entonces, pretenden reponer un proyecto político que quedó truncado el 2019. Quieren lavar o, por lo menos, permitir que Evo Morales vuelva a tomar el control de la parte política y gubernamen­tal. Porque si hubiera prosperado una investigac­ión de fraude, Morales nunca más hubiera podido ser candidato. Ahora tampoco podría si es que analizamos que la última opinión consultiva de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) prácticame­nte lo elimina del ruedo. Pero como en Bolivia no hay institucio­nalidad constituci­onal, no hay institucio­nalidad democrátic­a y son institucio­nes al servicio de un proyecto político, un partido y una persona, entonces en Bolivia todo es posible manipular.

- ¿Cree que el MAS tiene la fuerza suficiente para lograr responder a esa presión que llega desde afuera?

- El contexto y el entorno son muy di

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Detalle del mural de la llegada de Colón en el Metro de Madrid.
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Madrid.
Cuadro de la llegada de Colón en el Museo naval de Madrid.
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Retrato de hombre que fue atribuido a una representa­ción de Colón.

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