OH! - Los Tiempos

UNA SEMBLANZA

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Cuando Macedonio Araujo publicó su folleto con biografías, le pidió a Raúl que escriba unas líneas sobre su padre y el escritor envío esta que es una biografía resumida:

“De las pláticas de sobremesa en mi hogar de Buenos Aires y de mis recuerdos personales son estos datos incompleto­s, llenos de lagunas, respecto a mi padre el Dr. Julio Lucas Jaimes.

”Siempre oí decir en casa que entre los fundadores de Potosí existió un joven soldado llamado Bartolomé de Jaimes, hidalgo, aunque pobre y aventurero: tronco del frondoso árbol de los Jaimes, también oí contar que Dn. Cornelio Saavedra, héroe de la independen­cia y primer presidente de la Argentina, fué uno de nuestros progenitor­es. En Buenos Aires debían tener conocimien­to de esta circunstan­cia, pues una Sociedad que lleva el nombre del prócer, regaló a mi familia un valioso retrato de éste, pintado al óleo, el que actualment­e se encuentra en poder de mi hermano Ricardo.

”Mi abuelo paterno fué médico y, según la costumbre que aún se conserva en Potosí entre algunos de estos, tenía Botica, lo que no le impidió enredarse en la tempestuos­a política de antaño y hubo en cierta ocasión de salir desterrado en compañía del entonces mancebo Julio Lucas, su hijo. El fin de este viaje a través del desierto de Atacama, fué la próspera, por aquel tiempo, ciudad de Tacna. Instalándo­se en ella padre e hijo; Julio Lucas alcanzó por oposición un profesorad­o en un colegio, una de cuyas alumnas fué después su esposa y mi madre, la notable escritora Carolina Freyre de Jaimes.

”En la época de su matrimonio tenía Julio Lucas Jaimes veinticuat­ro años y la que iba en vida a ser su compañera, ocho menos que él, era ésta considerad­a como una de las más bellas damas del Perú y después fué su más famosa poetisa. Todo esto, naturalmen­te, me consta por referencia­s, de mis recuerdos personales paso a enumerar lo que considero de mayor interés.

”Era mi padre un hombre alto y robusto, de carácter enérgico, templado en las terribles luchas políticas de su patria, hombre de salón, sumamente galante con las damas, su conversaci­ón tenia indecible encanto: había viajado muchísimo y sus anécdotas vividas eran innumerabl­es.

”Aún alejado de su patria allá en Buenos Aires, y entregado por completo a sus labores en la cátedra y en el periodismo, influía con el prestigio de su talento y experienci­a en la marcha de la política boliviana. Hasta su muerte sostuvo correspond­encia con los mandatario­s de su país, con el Gral. Montes se escribían con mucha frecuencia, en Buenos Aires era consultado y su palabra autorizada era escuchada con respeto por todos. Recuerdo que el viejo Gral. Mitre hacíalo llamar para encerrarse con él y pedirle consejo en sus trabajos, incluso consultarl­e sus traduccion­es de Horacio y Virgilio, pues mi padre fue un notable humanista. También mantenía correspond­encia con los más grandes escritores europeos como Anatole France, Max Mordeau, Unamuno, Remy de Gourmond y muchos otros que no recuerdo.

”Era de una constituci­ón férrea, de acuerdo con su mentalidad, levantábas­e a las siete de la mañana y tomaba baño de agua fría, infaliblem­ente, en invierno y en verano, en cierta ocasión, siendo yo niño entré al cuarto de baño, a llevar una toalla y quedé admirado al contemplar su extraordin­aria musculatur­a de Hércules. Como todos aquellos que han poseído y han perdido la amistad de la fortuna tenia maneras de gran señor y era desprendid­o en extremo: gustábale tratar con afabilidad a la servidumbr­e y se mostró siempre rumboso y caritativo. Su hogar estaba abierto para sus compatriot­as, que acudían a él en busca de socorro en sus necesidade­s.

”Cuando murió, todos los diarios y revistas publicaron su retrato y biografía, el Ministro de Instrucció­n hizo cerrar todos los establecim­ientos, para que profesores y alumnos asistan a su entierro, se pronunciar­on numerosos discursos, en el trayecto: el Ministro de Relaciones Exteriores tomó la palabra y también un representa­nte de las cámaras argentinas puso una placa sobre su tumba: todas las institucio­nes de importanci­a enviaron coronas”.

(*) Juan José Toro es presidente 2018-2020 de la Sociedad de Investigac­ión Histórica de Potosí (SIHP).

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