¿SE SALVA O NO SE SALVA EL PLANETA?
Los compromisos sobre el clima que se han alcanzado en la COP26 son muy limitados y llegarán muy tarde para quienes más los necesitan.
Alok Sharma trató de detener la ronda de aplausos que se le dio al cierre de la Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (CMNUCC) porque sintió que no los merecía. El presidente de la COP26 (que se realizó a finales de noviembre en Glasgow, Escocia) tenía razón. Nadie mereció un aplauso en la versión 26 de la reunión que se supone viene tratando de salvar al planeta del calentamiento global desde hace años; años que los países menos desarrollados y más vulnerables a los daños causados por el calentamiento global, no tienen para esperar.
El documento que resultó de esta reunión fue firmado por 200 países, pero no es legalmente vinculante, es decir, no es obligatorio y ha sido considerado insuficiente por la mayoría de países
más vulnerables al cambio climático.
Sharma quiso, desde un principio, marcar un precedente y situar a la COP26 como el lugar donde se pudo alcanzar un acuerdo histórico. Estuvo por lograrlo si no era porque China e India, que se siguen llamando países en vías de desarrollo y que dependen del carbón cómo principal fuente de energía, se negaron a que se incluyese en el documento final que los países se comprometían a eliminar la dependencia del carbón logrando que se cambiase la palabra por reducir. Gran diferencia porque, aunque es la primera vez que se menciona tan de frente el tema de los combustibles fósiles, lo cierto es que cada palabra cuenta en el borrador final de una COP y, en este caso, los gigantes asiáticos le tiraron un balde de agua fría a quienes veían en la COP26 un avance en la lucha por mantener el aumento de temperatura en 1,5 grados, que es lo que recomiendan los científicos para evitar las catástrofes que ya se están viendo en el mundo, como sequías, incendios, inundaciones o huracanes, y que sustentan los científicos del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas).
MUCHO RUIDO, POCAS NUECES
En Glasgow se anunciaron muchos acuerdos, como el compromiso de los países ricos, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Francia, de eliminar la financiación pública en el exterior a proyectos que involucren energías fósiles. O el acuerdo entre Estados Unidos y China para juntar esfuerzos en la lucha contra el cambio climático. China es el mayor emisor del mundo con el 27% de emisiones mundiales en 2019. Y al parecer no está dispuesta a colaborar mucho ya que ni siquiera su presidente acudió a la COP26 cuando otros líderes sí lo hicieron.
La importancia de mantener el 1,5 grados encima de la temperatura actual y no más se ejemplifica en varias secciones del último informe del IPCC, que explica que si la temperatura aumenta a 1,5 grados, 350 millones de personas se verán expuestas a sequías y escasez de agua potable, mientras que si sube a 2 grados, serán 411 millones de personas las afectadas. A 2 grados de aumento, el 99% de los arrecifes de coral desaparecerán, igualmente el 18% de las especies de insectos, 16% de plantas, 8% de animales vertebrados. Quizá los porcentajes parecen fríos, pero hay que aclarar que en caso de aumentar el 1,5 por el que se lucha tanto, estas extinciones se reducirían a la mitad.
Si se quiere cumplir esa meta, la del 1,5, se tendrán que disminuir las emisiones de CO2 en 45% para el 2030. Sin embargo, las emisiones de gases de efecto invernadero van en camino a incrementarse en un 16% para finales de esta década con relación a 2010. Sin cambios drásticos en las emisiones, el mundo se dirige a un aumento de temperatura de al menos 2,7 grados para fin de siglo, ha advertido recientemente la ONU.
MIENTRAS, EN CASA…
Bolivia es uno de los países que pese a “tener casi listas” sus NDC (Contribuciones Nacionales Determinadas o cómo reducir emisiones de CO2), aún no las ha presentado ante la CMNUCC. Tampoco se ha adherido a la Declaración de los Líderes de Glasgow sobre los Bosques y el Uso de Tierra, donde 100 países se han comprometido a detener y revertir la deforestación para 2030. En su discurso ante la COP26, Luis Arce se manifestó en contra de los sistemas de mercados de carbono, que permiten a los países desarrollados comprar créditos a los países en desarrollo para seguir emitiendo gases a la atmósfera. Este sistema está contemplado en el artículo 6 del Acuerdo de París, firmado en 2015 por 195 gobiernos.
Para Arce los mercados de carbono son inviables, porque representan una respuesta capitalista a un problema generado por el capitalismo, sin embargo, no existe una propuesta clara sobre cómo puede Bolivia reducir su impacto de emisiones debidas a los incendios en su mayoría causados por la deforestación, de la cual Bolivia es el mayor contaminante per cápita del mundo. Habrá que esperar a la COP27 que se realizará en Egipto para ver cómo continúa esta película de terror para algunos, aburrida para otros.
*Mónica Oblitas es periodista especializada en cambio climático. Ha cubierto las COP15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, la Precop25 y otras reuniones ambientales para Los Tiempos.