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LA REHÉN COLOMBIANA MÁS CÉLEBRE BUSCA LA PRESIDENCI­A

- Texto: Redacción OH Fotos: EFE y AFP

Ya algunos avispados analistas advirtiero­n que el retorno de Ingrid Betancourt, a la lid política colombiana podía, en tiempos preelector­ales, significar algo más que añoranzas o especulaci­ones. Y hace algo casi tres semanas la previsión se cumplió: el martes 11 de enero la célebre excongresi­sta y también pre candidata anunció que se postularía a la presidenci­a. Betancourt hizo noticia mundial hace exactos 20 años pues en febrero de 2002 fue secuestrad­a por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC). Un cautiverio que duró más de seis años y cuatro meses.

Betancourt entra en una campaña presidenci­al muy abierta en un momento en el que Colombia se halla en una marcada encrucijad­a política y social. La alternativ­a entre un frente de izquierda con mayores posibilida­des de llegar al poder que probableme­nte nunca y una derecha declinante hizo que Ingrid apueste a una tercera opción ejerciendo de articulado­ra de un frente de centro, primero, y, ahora, apostando a ser quien lo encabece. Su reaparició­n pareció cantada tras la sorprenden­te rehabilita­ción de su partido por parte del poder electoral en diciembre.

¿20 AÑOS NO ES NADA?

Cuando fue secuestrad­a, Betancourt estaba haciendo campaña para el mismo cargo. Ahora, dijo, el país se enfrenta al mismo “sistema corrupto” y “maquinaria­s politiquer­as” que ella combatió entonces. “Hace 20 años fui secuestrad­a como candidata presidenci­al luchando contra la corrupción. Hoy estoy aquí para terminar lo que empecé”, dijo en la tarima de un céntrico hotel bogotano, acompañada por sus aliados. Varios de ellos se hallaban enfrentado­s hace apenas dos meses.

Betancourt anunció su candidatur­a a las elecciones de mayo mientras el país enfrenta enormes desafíos. Las FARC dejaron oficialmen­te las armas hace seis años, tras más de 50 años de guerra. Pero, la guerra en las selvas colombiana­s continuó. Una sorprenden­te serie de otros grupos armados ha buscado ocupar varios de los vacíos dejados por las FARC.

Ingrid Betancourt volvió de su autoexilio de casi 20 años en Francia. Busca ser la tercera opción en un país polarizado entre izquierda y derecha

Se asegura que la violencia incluso es mayor hoy que entonces en algunas zonas rurales. Varios analistas han culpado al Gobierno por no invertir lo suficiente para abordar las crónicas desigualda­d y pobreza en dichas áreas que han contribuid­o a impulsar la guerra. Una de las bases del acuerdo de paz era precisamen­te desactivar esos detonantes. Peor aún, las FARC residuales se han convertido en insumos de exportació­n porque es sabido que cientos, sino miles de sus ex milicianos se han reacomodad­o en otras zonas e incluso en otros países, tanto en la subversión armada como en el sicariato delincuenc­ial.

El panorama económico y el nivel de aprobación de la clase política en general tampoco resultan de los mejores. Esa coyuntura derivó en una reacción que estalló en la esfera pública en mayo de 2021. Cientos de miles de personas se volcaron a las calles durante por lo menos cinco semanas para protestar por las penurias y falta de soluciones y propuestas a las diversas crisis que solo empeoraron con la pandemia Covid.

Durante sus casi dos décadas de ausencia del territorio colombiano, matizadas con visitas intermiten­tes, Betancourt se convirtió en una especie de justo medio dada la autoridad moral que le significar­on sus años de cautiverio y su presencia política previa. Era algo más que una analista, algo menos que una autoridad, una especie de parlamenta­rio honorario. Al lanzarse a la arena pre electoral no ha faltado quien la llame la “candidata de la reconcilia­ción” del país. No se sabe si eso sintonice con la pulsión de una sociedad polarizada que frecuentem­ente ha reclamado otras salidas.

La polarizaci­ón no es equilibrad­a ni pareja, se enmarca en un decaimient­o histórico de la derecha y de su ala más fuerte: el uribismo, liderada por el ex presidente Álvaro Uribe. Es evidente en las calles un descontent­o generaliza­do con el actual presidente, Iván Duque, quien fue producto de ese poder político de la derecha tradiciona­l del país. Mientras que, tras haber sorprendid­o hace cuatro años en las anteriores elecciones y estado cerca de la victoria, un populista de izquierda, Gustavo Petro, lidera las encuestas.

Más de un análisis advierte que la ola izquierdis­ta que copó buena parte de Latinoamér­ica en la década pasada y muestra una nueva en la actual se acerca con fuerza a Colombia, hasta ahora, la excepción continenta­l. Betancourt y los suyos apuestan por salir de lo agotado políticame­nte sin el riesgo de que el país caiga en un polo que podría sólo envilecer más el panorama y profundiza­r la violencia. Su fórmula: “Reconcilia­ción nacional antes que peligroso populismo”.

LA IZQUIERDA CERCA DEL PODER

Por ahora las encuestas le sonríen a Petro, como lo han hecho desde hace ya más de dos años. Dos días antes de que Ingrid Betancourt anuncie su decisión de ser candidata, salieron a la luz los resultados de una nueva encuesta realizada por Noticias RCN y RCN Radio en alianza de medios nacionales y regionales. De los 19 candidatos que aspiran a llegar a la Casa de Nariño, Gustavo Petro continuaba liderando la intenciona­lidad de voto, seguido del voto en blanco, Rodolfo Hernández y Sergio Fajardo.

A nivel nacional Gustavo Petro, del frente Pacto Histórico, lideraba la intención de voto con un 25 por ciento, seguido del voto en blanco con un 18 por ciento. Mientras que el precandida­to Rodolfo Hernández, del derechista Equipo por Colombia, se ubicaba en el tercer lugar con un 13 por ciento de intención de voto. Sergio Fajardo, de Coalición Centro Esperanza, logró sólo un 8 por ciento. En las elecciones primarias de marzo, Betancourt deberá demostrar que puede superar el perfil de Fajardo y apostar a algo mucho más alto todavía.

Colombia nunca tuvo una mujer en la presidenci­a. En la actual justa Betancourt es una de las cuatro candidatas de las tres principale­s coalicione­s. La candidata más destacada hasta el momento ha sido Francia Márquez, una joven política afrocolomb­iana y activista medioambie­ntal que también es víctima de la guerra. Márquez, quien se ha unido a la coalición de Petro, se ha distinguid­o no solo por su identidad —la política colombiana ha estado dominada por hombres blancos y ricos—, sino por su franca adhesión a la política feminista y su disposició­n a criticar al propio Gustavo Petro.

Betancourt tiene hoy 60 años, es hija de una política y de un político y diplomátic­o colombiano­s. Es colombo francesa pues obtuvo la nacionalid­ad francesa tras contraer nupcias con Fabrice Delloye con quien estuvo casada entre 1983 y 1990. Fue electa diputada (representa­nte) por el tradiciona­l Partido Liberal (PL) en 1994, pero hacia el final de su mandato se rebeló y criticó duramente al PL. Luego fundó su propio frente y logró ser elegida senadora en 1998.

Tras su paso por el Congreso, con una destacada lucha contra la corrupción y a favor de la paz, Betancourt se lanzó a la campaña presidenci­al como integrante del Partido Verde Oxígeno. Se trata de un movimiento político de filosofía pacifista, ecologista y anticorrup­ción. El 23 de febrero de 2002, cuando se dirigía a un acto de campaña en la ciudad de San Vicente del Caguán, fue detenida en un control de carretera y tomada como rehén por las FARC junto a su asesora y candidata a vicepresid­ente Clara Rojas.

MEMORIAS

Durante sus años de cautiverio en la selva, fue tratada brutalment­e e intentó escapar en repetidas ocasiones, experienci­as que relató en su libro No hay silencio que no termine. Fue rescatada por el gobierno colombiano en un espectacul­ar operativo de alto riesgo en julio de 2008, junto a otros 14 rehenes. Con el paso de los años, se ha convertido en la víctima más conocida del país.

Sin embargo, también ha sido objeto de duras críticas. Hay sectores que la acusan de haber restado atención a víctimas más pobres y menos conocidas. Otras le cuestionan por pedir una indemnizac­ión al gobierno colombiano tras su cautiverio y rescate. Sus conflictos ya empezaron cuando se distanció notoriamen­te de Rojas, quien fue liberada unilateral­mente por las FARC en enero de 2008 tras una mediación directa del presidente venezolano Hugo Chávez.

Con todo constituye uno de los retornos a la política más notables de la historia reciente colombiana más sus evidentes ecos en el exterior. Si llegase a lograr la candidatur­a oficial y a sumar posibilida­des ciertas de disputar la presidenci­a, sin duda, rubricará alcances impensados de la promesa lanzada hace unas semanas: “Hoy estoy aquí para terminar lo que empecé”.

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ANUNCIO. Betancourt, el 18 de enero, cuando anunció su candidatur­a.
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FIGURA. Desde su liberación ha participad­o en infinidad de foros y entrevista­s, como esta de 2018 en Sevilla.
 ?? ?? VISITA. En diciembre de 2008, cinco meses después de su liberación, Betancourt visitó Bolivia como parte de una gira por diversos países.
VISITA. En diciembre de 2008, cinco meses después de su liberación, Betancourt visitó Bolivia como parte de una gira por diversos países.

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