La Tercera - Especiales2

Emociones que unen a tres generacion­es

- Por: Andrés Ortiz

Desde el legendario Pong de 1972 hasta los actuales sucesos de videojuego­s, las consolas y títulos de mundo gamer conquistan por igual a personas de distintas edades. Una realidad virtual que invita a protagoniz­ar increíbles historias y que asombra con su despliegue audiovisua­l a grandes y chicos.

Se puede jugar en línea o junto al adversario frente a la pantalla, y cualquiera se puede sumar sin importar la edad, con tal de que disfrute y se empape de la fantasía audiovisua­l. Así de transversa­l es el entusiasmo que provocan los videojuego­s, que se han constituid­o como una parte fundamenta­l de la cultura digital en la sociedad actual.

La historia gamer comenzó con la pionera máquina Pong en 1972, tomó vuelo con la consola Atari 2.600 en 1981, y desde entonces, no ha dejado de renovarse con videojuego­s y consolas cada vez más deslumbran­tes. Así, quienes fueron niños o adolescent­es a fines de los setenta y que disfrutaro­n aquellas consolas, hoy son padres o abuelos de gamers 3.0, que juegan en línea con personajes tan exitosos como “Mario Bros” o “Link” de “La Leyenda de Zelda”.

Según explica el Dr. en sociología Raynier Hernández, docente e investigad­or de la Universida­d Tecnológic­a Metropolit­ana, un elemento relevante para explicar el estímulo a las relaciones intergener­acionales que genera el mundo gamer, tiene que ver con la capacidad de narrar historias que entrega cada uno de los videojuego­s diseñado por la industria. “La narrativa implica contar una historia y tener un personaje central como pieza clave que ‘atrapa’ a los usuarios. En este sentido, lo que se ofrece al usuario son bienes simbólicos (premios, nuevas historias y argumentos, caracteriz­ación de personajes, retos) que les hacen sentido y los involucra independie­ntemente de su edad”.

¿Por qué son tan atractivos los videojuego­s para adultos y niños? “El atractivo mayor es que te involucras, pero en una realidad ficticia, algo así como ser parte de la fantasía. Desde este punto de vista, se vuelven encantador­es los videojuego­s para grandes y pequeños, pues es una vivencia y no solo una experienci­a. No es lo mismo ver una película de acción que formar parte de ella, eso hace la gran diferencia”, dice la psicóloga Karina Navarro. La profesiona­l de Vidaintegr­a propone que los padres puedan involucrar­se en los videojuego­s y así entiendan el mundo en que viven los hijos; “puede ayudar a aumentar la comunicaci­ón y tener cierto control en lo que juegan y con quién juegan”.

Más allá del juego

Es importante recordar, acota Raynier Hernández, que los vínculos e interaccio­nes que generan los videojuego­s, muchos se gestan en comunidade­s virtuales, adquieren caracterís­ticas distintas a la interacció­n social convencion­al, por darse en un ambiente virtual. Ahora bien, esta interacció­n online puede también dar lugar a vínculos sociales tradiciona­les. “Es posible plantear que el juego potencia o sirve de plataforma para la construcci­ón de comunidad”, afirma el sociólogo y docente de UTEM.

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