Cultura de transparencia: todos somos responsables
El llamado es claro y único: la crisis de confianza es transversal a todos los sectores y todos somos responsables de superarla.
Nuestro país se encuentra en una profunda crisis de confianza que, a pesar de los esfuerzos, no hemos podido contener y menos superar. Múltiples mediciones, como nuestro Estudio Nacional de Transparencia, muestran que sus efectos han golpeado tanto a organismos del Estado como a privados prácticamente por igual. Un 77% de los consultados por nuestro estudio declaró no confiar en el sector público a priori y un 75% dijo desconfiar de los privados. Un porcentaje similar (78%) cree que los funcionarios son corruptos o muy corruptos.
Estos números debiesen remecer a cualquiera que desempeñe alguna responsabilidad pública, y revertirlos exige la implementación de cambios concretos a corto y mediano plazo. Ante ello, el llamado es claro y único: la crisis de confianza es transversal a todos los sectores y cada uno de nosotros somos responsables de superarla.
En el ámbito público se ha avanzado en varios frentes: declaraciones de intereses y patrimonio, ley del lobby, regulación al financiamiento electoral, fideicomiso ciego, deber de abstención incompatibilidades, información pública activa y pasiva, entre otros. Son medidas exigentes, pero que colaboran en la recuperación de la confianza ciudadana a través de la transpa- rencia y accountability.
Hay larga experiencia en herramientas del sector privado que se trasladan al sector público para mejorar su eficacia. Pero en este ámbito puede suceder justo lo contrario. El sector privado puede aprender de la experiencia pública con el fin de mejorar la confianza ciudadana y con ello su reputación en los mercados. Herramientas de transparencia y rendición de cuentas que ofrecen una relación de poder distinta entre las personas y las instituciones; restricciones a puerta giratoria; prohibición de cohecho entre privados; transparencia en el lobby; respeto a los datos personales. Hay mucho donde avanzar.
Hoy el sentido de lo público es más complejo, con una ciudadanía más empoderada y más demandante, lo que plantea exigencias y desafíos mayores a las empresas. En este sentido, toma un carácter fundamental el aporte que pueda realizar el mundo privado en la construcción de una cultura nacional de la Transparencia.
Un 77% de los consultados por nuestro estudio declaró no confiar en el sector público a priori y un 75% dijo desconfiar de los privados. Un porcentaje similar (78%) cree que los funcionarios son corruptos o muy corruptos”. Marcelo Drago, presidente del Consejo para la Transparencia.
El sector privado puede aprender de la experiencia pública para mejorar la confianza ciudadana y con ello su reputación en los mercados. Herramientas de transparencia y rendición de cuentas que ofrecen una relación de poder distinta entre las personas y las instituciones; restricciones a puerta giratoria; prohibición de cohecho entre privados; transparencia en el lobby... Hay mucho donde avanzar.