Valor agregado y calidad de vida en un bien raíz.
La eficiencia energética mejora aspectos claves para la vida en las viviendas, como el confort de temperatura interior y el gasto asociado, la calidad del aire y el consumo energético, entre otros factores
La eficiencia energética, la iluminación, la calidad del ambiente interior, el consumo de agua y el confort acústico, son aspectos que se han mantenido sin grandes cambios a través de las décadas en el sector de la construcción en Chile. Esto porque el nivel de la construcción sustentable en Chile es aún incipiente, pero existe interés en seguir avanzando y así se ha hecho en las últimas dos décadas, lo que constata Norman Goijberg, vicepresidente del Comité Directivo de Certificación Edificio Sustentable (CES), sistema promovido por el Ministerio de Obras Públicas, la Cámara Chilena de la Construcción, el Colegio de Arquitectos y administrado por el Instituto de la Construcción. “Se está avanzando desde cero a un nivel crecientemente en aumento; pero nos encontramos muy atrás respecto a los países desarrollados. El nivel más adecuado, será cuando la demanda inmobiliaria, desde las personas a las empresas, esté ‘educada’ para diferenciar entre productos inmobiliarios sustentables y los que no lo son”, explica el arquitecto.
Y ahí la certificación entregada por un tercero permite orientar a los consumidores. Así los compradores tienen un elemento que les ayuda a preferir una vivienda más eficiente energéticamente que otra.
Energía para la comodidad
El factor diferenciador de las viviendas que presentan eficiencia energética son sus valores finales que se expresan en Kwh/m2/año, valor correspondiente a la cantidad de energía necesaria para mantener un nivel de comodidad. “La media de las viviendas en Chile es de aproximadamente 250 Kwh/m2/año, con extremos de hasta unos 500 Kwh/m2/año. En tanto que una vivienda muy eficiente tiene una demanda de energía de 20-30 Kwh/m2/ año. Es como al comprar un auto, se diferencia entre uno que consume 5 km/l y otro 15 km/l”, precisa el arquitecto.
En la práctica, que una vivienda sea eficiente energéticamente hablando significa una mejor calidad de vida, ya que se cuenta con un mejor confort de temperatura interior en invierno y en verano, con un menor gasto mensual. “En un período de 30 años, como el de un crédito hipotecario, el ahorro es equivalente al valor de la casa”, ejemplifica Norman Goijberg.
Asimismo, la eficiencia energética entrega un mejoramiento de la calidad del aire y, por ende, menos enfermedades. Y a nivel país, produce una “menor demanda de energía y reducción de la contaminación atmosférica, que a la vez mejora la calidad de vida de los ciudadanos, con la consiguiente reducción de costos hospitalarios. Para el mundo, reducción de gases de efecto invernadero y control del calentamiento global”, de acuerdo al vicepresidente de CES. En ese sentido, “mejorar la eficiencia energética de las viviendas es una fórmula win/win. Ganan los usuarios, el país y el planeta. Es nuestra responsabilidad hacerlo, ya que eso es sustentabilidad”, plantea Goijberg.