De Henry Roth, es un tributo a la perseverancia y al compromiso de un autor con su propia voz.
enry Roth, el menos conocido entre los tres escritores famosos que llevan ese apellido (Philip, el único que está vivo, escribe obsesivamente acerca de Newark, mientras que Joseph, muerto en 1939, fue el que mejor narró la desaparición del imperio austrohúngaro), sufrió un famoso bloqueo literario que duró décadas: luego de debutar en 1934 con la excelente novela Llámalo sueño, no volvió a publicar un libro en más de 40 años. No es tan extraño, entonces, que el manuscrito de Un americano pasase largo tiempo olvidado en las oficinas de la re- vista The New Yorker, hasta que un becario avispado, Willing Davidson, dio con él y de inmediato reparó en su inmenso valor. La obra salió a la luz en 2010, 15 años después de la muerte de Henry.
Al igual que las otras novelas que Roth publicó en vida, Un americano es una narración eminentemente autobiográfica. Y aunque la obra abarca un período de tiempo extendido en la vida del autor, cerca de 40 años, la trama se centra en los años de la Gran Depresión, época en la que Roth abandona a su primera mujer y mecenas tras conocer a la pianista Muriel Parker durante una estadía en la colonia de escritores de Yaddo. El epílogo del libro consigna brevemente la muerte de M. (así llama Roth a su esposa en el libro), pero, como ya se dijo, el énfasis está puesto en los años 1938 y 1939.
Si bien menciona la creciente preocupación que generan en la comunidad judía de Nueva York los ataques antisemitas de Hitler en Alemania, Un americano repara con muchísimo mayor profundidad en el entorno inmediato del au- tor: la ciudad de Nueva York y, a través de un desplazamiento terrestre, las mil caras de la pobreza en lugares lejanos a la metrópolis que nunca duerme, como Cincinnati y Los Angeles. El tormentoso regreso a Nueva York, emprendido por el autor en algunos tramos como polizón de trenes de carga, viene a ser, por sí mismo, una de las versiones más vívidas e interesantes de lo que ya es un género establecido: el viaje por la América profunda.
Al mismo tiempo que revela la educación marxistarealista que Ira, el alter ego de Roth, recibió de un agrio y aprovechador militante llamado Bill, Un americano consigna el alejamiento del protagonista de una filosofía política a la que, siendo joven, le dedicó bastante tiempo de estudio. Nacido en Brooklyn, hijo de inmigrantes judíos, Ira publicó una primera novela que tuvo bastante éxito, pero en su segundo intento no corrió igual suerte. La angustia ante la incapacidad de ganarse la vida es el más grande de los pesares existenciales que sacuden a Ira, quien no tiene un cobre y sólo cuenta para subsistir con la ayuda de la seguridad social.
Hacia el final de la novela, justo cuando ya ha decidido casarse con M., la suerte de Ira comienza a cambiar: precisamente la revista The New Yorker, que en ese entonces ya era sinónimo de calidad y sofisticación, acepta publicar una de sus historias, con lo cual el protagonista ya puede considerarse, al menos por un tiempo, liberado de la miseria. El sueño americano, esa inmensa falacia que Bill tanto denuesta, tal vez existe para alguien como Ira.
Además de ofrecer un elocuente retrato de la sociedad estadounidense de la preguerra y de contener una historia de amor muy poco dulzona, Un americano es también un tributo a la perseverancia y al compromiso de un escritor con su propia voz. Un triunfo póstumo para alguien que supo sortear, como pocos, ese cruel silencio que a veces se ensaña hasta con los más dotados narradores.