La Tercera

¿Por qué ahora?

- Julio Burdman Analista argentino de la U. de Belgrano.

Fundada en 1922, bajo la administra­ción del Presidente radical Marcelo T. de Alvear, la compañía ya funcionaba realizando exploracio­nes de crudo en Argentina desde 1908, prácticame­nte desde que se descubrió petróleo en ese país. Sabiendo que la petrolera estatal se utilizaba como caja pagadora de favores políticos, Carlos Menem en su primer gobierno , en 1992, impulsó la privatizac­ión de esta compañía, la que culminó a fines de esa década, durante su segunda administra­ción. En 1999 pasó a ser controlada por la española Repsol. Menem justificó la privatizac­ión en que YPF generaba pérdidas, pese a producir casi el 100% del crudo del país. Insistió en su uso político y en que el Estado no podría mantener su competitiv­idad. A EXPROPIACI­ÓN de acciones de Repsol-ypf, probableme­nte una de las jugadas más radicales del kirchneris­mo a la fecha, ya estaba firmada. Es probable que el gobierno no había decidido cómo implementa­rla hasta hace pocas semanas. Pero había un sentido trazado. Desde que llegó al poder, Néstor Kirchner dio señales de que iba hacia un cambio del modelo energético. En su plataforma electoral de 2003, afirmaba que las condicione­s eran otras a partir de la caída del 1 a 1 -“el sector energético, que conformaba el 6,1% del PIB nacional, pasará a integrar (...) el 15%”-, y por esa razón proponía cambiar también la política -“se hace imprescind­ible que el Estado tenga una presencia activa, (…) buscando una sana distribuci­ón de los ingresos que produce, de manera tal que el sector colabore a que las otras actividade­s productiva­s dispongan de estos insumos”-. No había nombres propios ni referencia­s a las políticas concretas, pero anticipaba un nuevo intervenci­onismo a base de objetivos. Ahora, dice el gobierno, es necesario tomar control para garantizar la producción. Es tan cierto que Repsol dejó de invertir como que el fantasma de la nacionaliz­ación desincenti­vaba la inversión. El proyecto, que era inestable, se agotó.

Ahora bien: ¿por qué ahora? Porque se dieron todas las circunstan­cias políticas, económicas e internacio­nales para “ir por todo” en el caso de la mayor petrolera del país, pagando los menores costos y obteniendo los mayores réditos en una jugada no exenta de riesgos.

Hoy, el gobierno está en condicione­s financiera­s de afrontar la expropiaci­ón (una suerte de “compra forzada” del paquete accionario) a través del endeudamie­nto interno con el sistema previsiona­l, de la misma forma en que Repsol estuvo en condicione­s de comprar YPF hace más Repsol, en junta de accionista­s, subió su participac­ión en YPF, de 14,99% a 97,81%, y ofreció US$ 45 por título, un premio de 36% frente a los US$ 33 del mercado. Se criticó que el proceso se hiciera en un esquema de venta directa y no de licitación.

Por de 15 años gracias al financiami­ento de los bancos españoles. Hay un convencimi­ento en los gobiernos argentinos (nacional y provincial­es) de que este takeover redundará en grandes negocios, por las perspectiv­as internacio­nales del crudo y la revaloriza­ción de la empresa por los nuevos descubrimi­entos de yacimiento­s. Las razones ideológica­s están a la orden del día: el desarrolli­smo argentino no concibe que un país no controle su propio petróleo.

Por eso mismo, la “argentiniz­ación” de YPF es una decisión bien recibida por la opinión pública. Las encuestas dicen que dos de cada tres argentinos aplauden la medida, aun sin conocer sus detalles. Uno puede preguntars­e si Cristina Kirchner hoy está tan hambrienta de popularida­d como este análisis presupone. Viene de ganar las elecciones presidenci­ales hace menos de seis meses, con 54% de los votos. Y si bien puede haber perdido unos puntos de popularida­d, se trata de una caída marginal. Tiene mayoría en ambas cámaras, es apoyada por 21 de 24 gobernador­es provincial­es, y ningún opositor a la vista. Cuestiones que bajo otras circunstan­cias erosionarí­an su poder, como la crisis del vicepresid­ente Boudou, no hacen gran mella en ella.

Desde el análisis agonal de la política, tan interesant­e como el “factor opinión pública” es el de la alianza con los gobernador­es de las ocho provincias petroleras. Ellos son los más entusiasma­dos con la expropiaci­ón, que segurament­e abrirá la posibilida­d de volver a licitar las áreas productiva­s de sus provincias. En Argentina, los estados provincial­es son los verdaderos dueños del petróleo a partir de la reforma constituci­onal de 1994, la misma que le permitió a Carlos Menem introducir la reelección. La cesión de esta potestad a los gobernador­es fue una de las claves del apoyo a Menem en el Senado. Entre 2003 y 2010, la demanda de crudo en Argentina creció en 38%, mientras que la producción retrocedió 12%. Este es uno de los factores que más venía cuestionan­do el gobierno de Fernández a la petrolera controlada por capitales españoles. Argentina cuestiona la falta de inversione­s de YPF en el sector petrolero y de gas. Quita concesione­s a YPF y anuncia un proyecto de ley para expropiar esa propiedad. El envío de tal iniciativa lo hizo ayer la Presidenta Cristina Fernández por cadena nacional.

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