La Tercera

Descubren cuatro genes que determinan inteligenc­ia, memoria y tamaño de cerebro

- Cecilia Yáñez

Un equipo internacio­nal de científico­s, que analizó los cerebros de cerca de 20 mil personas en ocho países del mundo, descubrió la existencia de cuatro variantes genéticas que son determinan­tes para la inteligenc­ia, l a memori a , el t a maño del cerebro y el riesgo de alzheimer.

La investigac­ión -que se dio a conocer a través de dos estudios publicados en Nature Genetics- duró tres a ños , t i e mpo e n q ue los científico­s estuvieron realizando múltiples test a los pacientes (ADN, pruebas de i nt e l i g e nc i a , r e s o na nc i a mag- nética, etc.) y haciendo cruces de informació­n.

En el primero de ellos, los científico­s identifica­ron dos genes asociados con el volumen intracrane­al: el espacio dentro del cráneo ocupado por el cerebro cuando éste está completame­nte desarrolla­do en la vida de una persona, es decir, después de los 20 años de edad.

En quienes portaban variacione­s beneficios­as de estos genes, sus cerebros tenían un tamaño un 1% más g r a nde q ue e l p r o medio normal, que en un adulto es de 1.200 centímetro­s cúbicos y 1,2 kilo. En este caso, las personas tenían nueve centímetro­s cúbicos extra (algo así como dos cucharadit­as de té), una cifra que puede parecer menor, pero que en la práctica implica que estos individuos poseen un mayor espacio en el que existen millones de neuronas más. Esto no sólo les da mayor capacidad de memoria, sino que de inteligenc­ia. No es todo, pues también los protege del alzheimer en la vejez.

Más CI, menos alzheimer

Una de las variantes descubiert­as es la del gen llamado HMGA2. Quienes poseían la variante no sólo tenían el cerebro más grande, sino que también puntuaban mejor en pruebas de inteligenc­ia. “Este es un descubrimi­ento muy emocionant­e: un cambio de una sola letra (del código genético) da lugar a un cerebro más grande”, señaló Paul Thompson, autor principal de esta investigac­ión y profesor de neurología en la Escuela de Medicina David Geffen de la U. de California en Los Angeles (Ucla).

El tamaño de sus cerebros t a mbié n los protege del alzheimer. Esto, porque es normal que con el paso de los años el cerebro se achique, pierda agua y también neuronas, lo que se traduce en cuatro o cinco gramos menos a partir de los 65 años, aproximada­mente.

Estas personas, de alguna manera, están más protegidas contra enfermedad­es que pudieran afectar el tamaño del cerebro, como la depresión, esquizofre­nia y otros males neurodegen­erativos, porque su volumen es mayor de antemano.

Thompson explicó a La Tercera que tanto las imágenes cerebrales como los estudios de ADN revelaron que estas variantes genéticas estaban sólo en las personas

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R que tenían los cerebros más grandes, quienes también mostraron diferencia­s en las r e g i o ne s c r í t i c a s pa r a e l aprendizaj­e y la memoria. De hecho, los mismos genes influían de igual forma en personas de Australia, América del Norte y Europa, lo que podría servir para el desarrollo de fármacos.

Encogimien­to

Es normal que con la edad, el cerebro pierda tamaño y peso, tanto por muerte neuronal como por pérdida de agua. El segundo estudio, sin embargo, reveló que así como las variantes beneficios­as aumentan el tamaño del cerebro, otras lo encogen aceleradam­ente, especialme­nte, la zona del hipocampo, r e l a c i onada con la memoria y la capacidad cognitiva.

Análisis genético

Para esta investigac­ión se realizó un análisis genético a más de 9.000 personas. Según Charles Decarli, director del Centro de Alzheimer de U. de California en Davis, las personas con estas variantes genéticas tienen un mayor riesgo de alzheimer. Aunque no son las causantes del mal, sí le quitan al hipocampo una especie de “reserva” contra esta enfermedad.

Decarli señaló a La Tercera que quienes portaban estas variables genéticas duplicaban cada cinco años su riesgo de alzheimer. Y que en quienes ya tenían la enfermedad la reducción de sus cerebros no era de 5 cc, como ocurre normalment­e, sino del orden de 10 ó 12 centímetro­s cúbicos por año. Ambos estudios plantean que ahora que se conocen estas variantes es posible realizar nuevos estudios, para evitar que el cerebro se encoja más rápidament­e. “El propósito de esta investigac­ión fue identifica­r los genes que influyen en la estructura del cerebro. La investigac­ión adicional buscará comprender su papel en el desarrollo del cerebro y en el envejecimi­ento”, indicó.

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