HOY EN LA HISTORIA
El 21 de febrero de 1613 comenzó el reinado de una de las dinastías más influyentes y la última en la historia de Rusia: los Romanov.
Tras la muerte de Iván el Terrible, los Romanov fueron adquiriendo influencia, hasta que Miguel I fue coronado como zar de Rusia en una asamblea nacional. A pesar de ser un adolescente al momento de ser elegido y no estar apto para lidiar con los conflictos políticos y sociales del país en ese momento, asumió el poder, y ayudado por su padre logró restablecer el orden.
Miguel I puso fin al conflicto con Polonia por el trono y llevó adelante una serie de reformas para mejorar el comercio y fortalecer el feudalismo. Si bien inicialmente no se había establecido una norma para la sucesión al poder, los Romanov se limitaron a heredar la corona al primogénito del rey o el pariente varón más cercano. Pero aunque este sistema funcionó en un comienzo, pronto se desarrollaron nuevos conflictos por las distintas líneas de descendencia.
En 1689 Pedro I se impuso a los otros zares, iniciando un período de colonización y autoproclamándose zar de todas las Rusias. Fue él quien determinó que serían los mismos monarcas quienes a partir de entonces elegirían a sus herederos, mientras la influencia alemana sobre la dinastía se iría acentuando durante los reinados siguientes. Luego, con la zarina Isabel, hija de Pedro, se extinguió el linaje original de los Romanov, aunque el nombre se conservó.
La dinastía que duró en total 304 años, llegó a su fin con el zar Nicolás II, quien no fue capaz de enfrentarse a las revueltas sociales desatadas en Rusia a comienzos del siglo XX. La familia real fue asesinada en 1918 y, con ella, prácticamente todos sus descendientes desaparecieron.