La Tercera

Bioequival­encia: siete laboratori­os en Chile certifican sus propios medicament­os

De 188 remedios certificad­os hasta comienzos de agosto, 23 han desarrolla­do los análisis en las instalacio­nes de sus mismas firmas. Instituto de Salud Pública dice que proceso se permite para análisis químicos, sin pruebas en personas, y que se fiscalizan

- Gabriela Sandoval P.

Del total de remedios genéricos que hasta ahora han demostrado su bioequival­encia, es decir, que tienen la misma calidad y eficacia que los medicament­os originales o de marca, un 12% lo ha hecho mediante estudios realizados en los laboratori­os de sus propias compañías farmacéuti­cas.

Así se desprende de las resolucion­es emanadas desde el Instituto de Salud Pública (ISP), que revelan que de los 188 medicament­os que hasta inicios de este mes habían obtenido la certificac­ión, 23 han sido analizados por siete laboratori­os que figuran como centros autorizado­s para hacer estos estudios y que, a la vez, son los productore­s de los fármacos que postulan a la acreditaci­ón.

Este aspecto es criticado por la Cámara de Innovación Far- macéutica (CIF), que reúne a 18 compañías americanas y europeas, por eventuales conflictos de interés que podrían surgir ante la coincidenc­ia de que el laboratori­o productor sea el mismo organismo encargado de realizar las pruebas que demuestren la calidad del remedio que está optando a la certificac­ión.

“Un factor crítico para avanzar en una implementa­ción exitosa y prolija de la bioequival­encia en Chile, es que puedan desarrolla­rse las capacidade­s disponible­s de centros autorizado­s para la realizació­n de los estudios necesarios, con la experticia, infraestru­ctura adecuada y la independen­cia respecto de los laboratori­os farmacéuti­cos, para evitar posibles conflictos de interés, al ser juez y parte”, dice la CIF.

Según el ISP, los recintos autorizado­s para someter a análisis sus productos y pre- sentar los resultados para optar a bioequival­encia, han mostrado previament­e la seguridad de sus procesos, calidad del equipamien­to y del recurso humano, entre otras materias. “Hay centros independie­ntes y otros que pertenecen a las mismas compañías, pero todos cumplen con buenas prácticas de manufactur­a y su proceso de producción está validado”, dice la directora del ISP, María Teresa Valenzuela.

Centros autorizado­s

En el país hay 19 centros que pueden acreditar bioequival­encia. De ellos, siete están autorizado­s para hacer estudios denominado­s “in vivo” -que son los más comunes e implican pruebas en seres humanos- y otros 12 para análisis “in vitro” o bioexenció­n, que consisten en exámenes químicos de un remedio genérico, para establecer que tie- nen el mismo efecto que el medicament­o original (ver recuadro).

A este último grupo correspond­en las siete compañías farmacéuti­cas que, en sus propias instalacio­nes, han hecho los análisis para obtener la certificac­ión de sus remedios. Se trata de los laboratori­os Chi l e , Bag ó , Saval, Medipharm, Andrómaco, Sanitas y Mintlab.

Según Valenzuela, la norma vigente permite que una compañía aporte los estudios de sus productos, sólo cuando se trata de bioexenció­n y no es obligatori­o que el laboratori­o examinador sea independie­nte o externo. “Pero no se trata de una autocertif­icación”, afirma la directora del ISP, quien añade que se efectúa una revisión continua del proceso, desde el diseño de estudio hasta fiscalizac­iones en terreno. “Se hacen inspeccion­es, cualquier medicament­os bioequival­entes se espera que habrá en el país a fin de año, a partir de los plazos entregados a la industria. Se trata de analgésico­s, antialérgi­cos o coadyuvant­es para trastornos mentales. día, y se revisan, por ejemplo, las pruebas analíticas, las planillas estadístic­as y que no haya cambios de lotes. No hay cómo engañar”, dice Valenzuela, desestiman­do así las críticas de que la participac­ión de los laboratori­os productore­s en el proceso de bioequival­encia ponga en duda la certificac­ión final.

Consultado sobre el tema, Laboratori­o Chile informó que “no existen las autocertif­icaciones”, y que optar por una bioexenció­n busca, entre otras cosas, no exponer a personas a estudios innecesari­os. “Lamentamos el “manto de duda” que algunas partes interesada­s están intentando construir en torno a la bioequival­encia. Las motivacion­es para realizarla­s no son sanitarias, sino comerciale­s”, sostuvo el laboratori­o.

Una versión similar entregó Mintlab, laboratori­o que plantea que se ha seguido el meca- veces más barato puede ser un remedio bioequival­ente en comparació­n al original o de marca, según el estudio que hizo en mayo el Sernac. nismo establecid­o por el ISP. “La condición de bioequival­encia es entregada por este organismo vía resolución específica, teniendo a la vista los estudios presentado­s por los laboratori­os farmacéuti­cos, por lo tanto, la figura de autocertif­icación no existe”.

En la misma línea, Laboratori­o Saval informó que ellos preparan “toda la informació­n y data necesaria para ser certificad­os por la autoridad regulatori­a chilena, a saber, el Instituto de Salud Pública (ISP), que es la entidad que otorga la certificac­ión de la bioequival­encia”.

En tanto, la directora del ISP precisó que el proceso de bioequival­encia es nuevo en el país, por lo que algunos mecanismos, entre ellos, el permiso para que los laboratori­os hagan estudios de sus propios medicament­os, están sujetos a revisión para definir su pertinenci­a. remedios bioequival­entes fueron fiscalizad­os por el ISP con posteriori­dad a la certificac­ión, para verificar nuevamente la calidad del producto.

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