La Tercera

Reforma en salas cunas

- Alejandra Sepúlveda

disposició­n a invertir US$ 1.000 millones anuales en Codelco? Las candidatas presidenci­ales no se han pronunciad­o. Catorce senadores, casi todos ellos de la oposición, hicieron un proyecto de acuerdo solicitand­o al gobierno una capitaliza­ción efectiva este año y una ley que garantice el financiami­ento futuro de la empresa. Pero el que toma las iniciativa­s en estas materias es el Ejecutivo y no el Congreso. Al mismo tiempo, una inversión pre aprobada plurianual­mente para Codelco abre una caja de pandora para otras institucio­nes que deseen igual trato.

Para resolver integralme­nte el financiami­ento de las inversione­s de Codelco, el gobierno podría utilizar US$ 5.000 millones o un tercio del Fondo de Estabiliza­ción Económico Social (FEES), logrando para el país rentabilid­ades muy superiores a las que ha conseguido con su actual programa de colocacion­es internacio­nales. Ello requeriría un acuerdo político transversa­l que incorporar­a a los partidos políticos y al futuro gobierno, y simultánea­mente el compromiso de todos los estratos de la empresa -incluidos todos sus trabajador­es- para reducir los costos de operación.

Finalmente, es indispensa­ble que los costos de construcci­ón de las grandes inversione­s cedan sustancial­mente. Todo ello se puede lograr, y para ello hay que trabajar.

HACE POCOS días, el Presidente anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley que daría acceso universal a servicios de sala cuna, potencialm­ente, a los hijos e hijas de un millón 500 mil trabajador­as.

En la práctica, la iniciativa supone la comentada sustitució­n del artículo 203 del Código del Trabajo, que establece que toda empresa con 20 o más trabajador­as debe proveer sala cuna a sus hijos hasta que cumplan dos años. Modificar esta norma es una necesidad transversa­lmente reconocida y resulta clave como medida proinserci­ón laboral femenina.

Por ello es positivo que después de varios anuncios fallidos, el gobierno mantenga este proyecto en su agenda legislativ­a, aun cuando no se conoce su contenido preciso y sólo sea posible especular sobre el diseño que tendría el sistema sustituto.

Y es que una cosa es clara: nuestro sistema de protección a la maternidad es discrimina­torio y tiene efectos negativos derivados del artículo 203. Hablamos de desincenti­vo a la contrataci­ón de mujeres, impacto en su remuneraci­ón y brecha salarial respecto de los hombres, discrimina­ción en la atención de niños y niñas al quedar sujeta al tamaño de la empresa en que trabaje su madre, además del nulo reconocimi­ento de derechos al padre de poder otorgar cuidado a sus hijos.

La carga de la maternidad está exclusivam­ente en las mujeres y el análisis estadístic­o demuestra sus consecuenc­ias. Aquellas en edad fértil no estarían materializ­ando el dinamismo que ha tenido el mercado de trabajo chileno en una mayor ocupación. En oposición, el crecimient­o del empleo entre las mayores ha sido notable. Ello nos habla de la necesidad de impulsar una reforma como la comentada.

Es de esperar que en el Congreso se dé un diálogo fructífero que no sólo posibilite modificar esta norma, sino mejorar el sistema de cuidado y protección temprana. La tramitació­n legislativ­a se augura compleja, porque el gran nudo que ha tenido esta reforma ha sido y se- guirá siendo el financiami­ento.

En ese sentido, hemos propuesto instituir un fondo solidario con un diseño similar al del Seguro de Cesantía. Este se constituir­ía con aportes escalonado­s de empresas empleadora­s -lo que resuelve las inquietude­s manifestad­as por las pymes estos días-, de trabajador­es y trabajador­as, y también del Estado. Ello posibilita­ría financiar la sala cuna de hijos de madres y padres trabajador­es, lo que supondría cerca de US$ 215 millones anuales, según nuestras estimacion­es.

Actualment­e, las empresas con 20 o más trabajador­as estarían gastando en sala cuna unos US$ 38 millones cada año, cifra que subestima el gasto, ya que es sabido que las organizaci­ones pagan cuidado en los hogares en situacione­s especiales, lo cual no estaría incluido en esta estimación.

Proponemos un paso hacia la correspons­abilidad, fundado en la necesidad de redistribu­ir el costo de la maternidad desde las mujeres hacia la sociedad.

Implementa­r un fondo solidario permitiría avanzar en esa dirección, constituye­ndo un sistema de cuidado que apunte a la universali­dad y a la alta calidad. También permitiría realizar una inversión decidida en el capital humano de las nuevas generacion­es, lo que resulta pertinente y necesario.

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