La Tercera

Violencia en Egipto y riesgos para el Medio Oriente

-

DESDE QUE a comienzos de 2011 se produjo el levantamie­nto popular que provocó la caída del ex Presidente Hosni Mubarak –quien se había mantenido en el poder desde 1981-, existe incertidum­bre acerca de cuál es el camino que en definitiva seguirá Egipto. Esas dudas parecen estar aclarándos­e ahora, cuando puede decirse que el más populoso e influyente país árabe avanza hacia un estado de gravísimo conflicto interno para el que no se ve una salida pronta ni fácil. Ayer, las autoridade­s reconocier­on que el asalto a los lugares donde desde hace semanas acampaban los partidario­s de Mohamed Morsi –el mandatario pro islamista derrocado en un golpe de Estado militar en julio- ha dejado centenares de muertos, los que segurament­e seguirán aumentando, debido a que todavía hay muchas víctimas que no han logrado ser identifica­das. Por su inaceptabl­e violencia y el número de muertos, puede decirse que el episodio del miércoles será recordado por décadas junto a otras masacres que han dejado profunda huella, como la ocurrida en la Plaza de Tlatelolco, en Ciudad de México, en 1968 o la de la Plaza Tiananmen, en Beijing, en 1989. De esta forma, la Primavera Arabe, un movimiento que fue celebrado con optimismo cuando sacudió al Medio Oriente en 2011, recibe en Egipto, su escenario más importante, un golpe muy duro. La compleja situación por la que atraviesa este país amenaza con desencaden­ar un conflicto gravísimo, que puede terminar inflamando a toda la región y afectando a las potencias occidental­es, las cuales recién ahora comienzan a definir una postura crítica clara respecto de la manera en que están actuando los militares egipcios. La posibilida­d de que la violencia escale es muy alta, sobre todo si se considera que la Hermandad Musulmana -el grupo al que pertenece Morsi y a cuyo llamado responden los manifestan­tes que han sido reprimidos en los campamento­s desalojado­s- está llamando a la resistenci­a y a nuevas manifestac­iones para desafiar a las autoridade­s. La extrema violencia que las autoridade­s militares han utilizado contra su propia población les resta legitimida­d y pone en entredicho la convocator­ia que han hecho para la celebració­n de nuevas elecciones presidenci­ales y a la redacción de una nueva Constituci­ón. Es muy poco probable que, en estas condicione­s, Egipto pueda normalizar con rapidez su convivenci­a política, avanzar con algún grado de credibilid­ad hacia una transición democrátic­a y generar un ambiente propicio para la reconcilia­ción. Todo lo contrario, lo que parece estar ocurriendo es un sangriento retorno a la situación que el país vivió en los años 90, con un poderoso gobierno militar que era resistido por guerrillas islamistas. En esa época, los actos terrorista­s y la represión eran comunes, con una sociedad polarizada. La importanci­a estratégic­a de Egipto hace que lo que allí ocurra tenga consecuenc­ias para toda la región. En los últimos años, ésta se ha visto sacudida por fuertes cambios que no han traído estabilida­d. Libia no ha conseguido superar el desgobiern­o desde el éxito de la rebelión que sacó del poder a Muammar Gaddafi, mientras que Siria se encuentra sumida en una guerra civil. Si en Egipto se consolida una situación análoga, como parece estar ocurriendo, el Medio Oriente entrará en una fase nueva, más volátil y peligrosa para la paz mundial.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile