Acuerdo por salario mínimo
TRAS UNA larga tramitación, el Congreso aprobó la propuesta de reajuste de salario mínimo, estableciéndose un alza nominal de 8,8%, para quedar en $ 210 mil. Si bien es positivo que el reajuste no sea retroactivo a partir de julio —salvo en el caso de las asignaciones familiares—, ha quedado de manifiesto la inconveniencia de centrar la discusión en torno al salario mínimo, cuando lo más apropiado sería avanzar hacia un esquema de ingresos familiares mínimos, que complementen los provenientes del trabajo con ayudas financiadas por el Estado.
La discusión se dio en ambiente electoral donde distintos legisladores entraron en competencia por exhibir generosidad planteando reajustes. El gobierno envió señales equívocas al contribuir a centrar la discusión en el monto del salario, destacando que es la mayor alza en términos reales en la última década. El hecho de que ya se hable, en el oficialis- mo y la oposición, de llegar a un salario de $ 250 mil en 2015, sin vincular el alza a criterios de productividad, confirma lo errado de persistir en esta línea. Los efectos que un aumento de esta magnitud podría tener sobre el empleo son inciertos a la luz de los pronósticos menos favorables de la economía, y es lamentable que en el debate en el Congreso esta consideración estuviese prácticamente ausente.
La creación de una institucionalidad que fije el reajuste del salario mínimo, si bien podría ayudar a establecer ciertos criterios técnicos, no desincentivará el uso político que algunos pretenden dar al reajuste. Lo conveniente sería profundizar la política de asegurar ingresos mínimos en la población más vulnerable, donde el salario pase a ser uno de sus componentes. La puesta en marcha del Ingreso Etico Familiar avanza en ese sentido, y en la medida que se consolide logrará beneficios sociales más eficaces y consistentes con el desarrollo del país.