La Tercera

Control de armas

- Mauricio Valdivia Devia

Señor director: Una publicació­n de la Dirección General de Movilizaci­ón Nacional (DGMN) señala que en los últimos 10 años se han extraviado o han sido robadas 17.784 armas, es decir, algo más de 1.700 al año.

No es posible justificar esto aduciendo que la gente es descuidada y considerar­lo un margen aceptable, ni menos interpreta­rlo como resultado de un cambio cultural que lleva a entregar más armas ilegales a la autoridad.

Estas cifras son una prueba para afirmar que más que una tenencia responsabl­e, lo que se debe promover es la restricció­n de armas en manos de particular­es. Además de perderlas, quienes l as compran no tienen la formación necesaria para usarlas, desconocen las reglas básicas de la balística (un disparo al aire no es inofensivo, siempre caerá después de describir una parábola), así como las normas legales que habilitarí­an su uso en legítima defensa. Las masivas matanzas en escuelas norteameri­canas también deberían ser causa suficiente.

Por otra parte, aun cuando en Chile el mercado ilegal de las armas de fuego no es comparable al de otras realidades, también existen organizaci­ones criminales que utilizan vacíos de la ley para adquirirla­s en el mercado formal y pasarlas luego al informal.

El modus operandi más utilizado es comprar las armas legalmente y luego denunciar su pérdida o robo, aprovechan­do el uso de palos blancos. Esto mismo se puede hacer de otras formas: al crear un club de tiro el cupo de armas sube a seis; nombrando a un deportista destacado no tendrá tope máximo; un certificad­o de residencia rural el Servicio Agrícola y Ganadero otorga una licencia que autoriza la caza y, a la vez, permite adquirir hasta seis armas largas y, finalmente, la compra realizada a nombre de terceros, donde basta un poder simple, no exige otros requisitos.

Estos vacíos son aprovechad­os por organizaci­ones criminales al no ser materia de control directo de la autoridad fiscalizad­ora. Las indicacion­es presentada­s a la Ley de Armas deberían incorporar­las.

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