Control de armas
Señor director: Una publicación de la Dirección General de Movilización Nacional (DGMN) señala que en los últimos 10 años se han extraviado o han sido robadas 17.784 armas, es decir, algo más de 1.700 al año.
No es posible justificar esto aduciendo que la gente es descuidada y considerarlo un margen aceptable, ni menos interpretarlo como resultado de un cambio cultural que lleva a entregar más armas ilegales a la autoridad.
Estas cifras son una prueba para afirmar que más que una tenencia responsable, lo que se debe promover es la restricción de armas en manos de particulares. Además de perderlas, quienes l as compran no tienen la formación necesaria para usarlas, desconocen las reglas básicas de la balística (un disparo al aire no es inofensivo, siempre caerá después de describir una parábola), así como las normas legales que habilitarían su uso en legítima defensa. Las masivas matanzas en escuelas norteamericanas también deberían ser causa suficiente.
Por otra parte, aun cuando en Chile el mercado ilegal de las armas de fuego no es comparable al de otras realidades, también existen organizaciones criminales que utilizan vacíos de la ley para adquirirlas en el mercado formal y pasarlas luego al informal.
El modus operandi más utilizado es comprar las armas legalmente y luego denunciar su pérdida o robo, aprovechando el uso de palos blancos. Esto mismo se puede hacer de otras formas: al crear un club de tiro el cupo de armas sube a seis; nombrando a un deportista destacado no tendrá tope máximo; un certificado de residencia rural el Servicio Agrícola y Ganadero otorga una licencia que autoriza la caza y, a la vez, permite adquirir hasta seis armas largas y, finalmente, la compra realizada a nombre de terceros, donde basta un poder simple, no exige otros requisitos.
Estos vacíos son aprovechados por organizaciones criminales al no ser materia de control directo de la autoridad fiscalizadora. Las indicaciones presentadas a la Ley de Armas deberían incorporarlas.