Las señales para la economía tras el mal desempeño bursátil
El fin del favorable ciclo externo que benefició a los países emergentes y la incertidumbre política local han afectado el rendimiento de la Bolsa chilena.
LAS ACCIONES chilenas han tenido un mal desempeño en 2013. En lo transcurrido del año, los precios de acciones de sociedades anónimas (Ipsa) han caído cerca de 12%, una baja que se acerca al 18% si estos precios se miden en dólares, lo que ubica a nuestro país como uno de los de peor desempeño entre aquellos con economías con algún grado de desarrollo financiero. Es importante identificar las razones tras esta involución, en la medida en que los precios de acciones normalmente anticipan cambios en el desempeño más general de la economía. Una parte de la explicación para este deterioro está en que parece aproximarse el fin del período de bonanza para los países en desarrollo, que comenzó luego de la crisis financiera subprime en EE.UU. Hoy se espera menor crecimiento en China y revisión de la política monetaria norteamericana, ambos elementos determinantes de esa bonanza. De hecho, los inversionistas institucionales, en especial las AFP, muestran una tendencia vendedora que ha disminuido su inversión a nivel local a un mínimo en 10 años, prefiriendo mercados externos más rentables (principalmente EE.UU.). Mientras los países desarrollados seguirían al alza, eventualmente sin nuevas crisis financieras, los emergentes dejarán de gozar de las extraordinarias condiciones de los últimos cuatro años. Chile se vio particularmente beneficiado por ese ciclo favorable, por lo que cabe esperar condiciones más estrechas en el futuro. De hecho, ya se percibe en 2013 un menor crecimiento económico respecto de los tres años previos. La visión más negativa que estarían reflejando los precios de acciones también está influida por in- certidumbres domésticas que se han acrecentado. Desde luego, a pocos meses de un cambio de gobierno y renovación parlamentaria, se han debilitado las certezas en temas tan relevantes como la estructura tributaria o las disponibilidades energéticas. Más allá de eso, y sin que se pueda dimensionar con precisión su alcance, ha tomado fuerza un cuestionamiento más amplio a aspectos permanentes y centrales de nuestra institucionalidad política y económica. Las alzas tributarias tienen efecto directo sobre el precio de las acciones (porque reducen las utilidades disponibles para los accionistas) e indirecto, vía menor crecimiento de la economía, porque afectan los incentivos para invertir. Aún depurada del impacto de situaciones muy específicas en algunas compañías, la caída en los precios accionarios en 2013 parece exceder lo que podría atribuirse al impacto directo de las alzas tributarias que se promueven, y es muy difícil estimar el impacto de sus efectos indirectos cuando hay tanta incertidumbre en torno a su contenido y probabilidad de ocurrencia. Lo razonable, sin embargo, es reconocer que tanto el fin del ciclo externo positivo como la incertidumbre política y económica están tras los guarismos accionarios deteriorados. Desde luego, las autoridades deben anticiparse a ajustar aquellas políticas que pueden facilitar el acomodo a las nuevas condiciones. Pero quizás lo más relevante sea que, a partir de ese reconocimiento, comience un esfuerzo serio de todos quienes tienen capacidad de incidir en el futuro del país para acotar propuestas e incertidumbre, a fin de preservar un ambiente conducente al mayor bienestar de los chilenos. El punto de partida debe ser moderar las expectativas exuberantes que se alimentaron en la fase buena del ciclo externo.