Los conflictos disfuncionales agudizan diferencias, mientras los constructivos pueden contribuir a la clarificación de problemas, al mejoramiento de las relaciones y a la creatividad.
A partir de las interpretaciones de los mensajes en la comunicación, pueden surgir elementos que lleguen a transformarse en un conflicto, afectando las relaciones e impactando en la productividad individual y del equipo de trabajo. Así, el logro de los objetivos y metas, tanto personales como organizacionales, se facilita en la medida que los participantes manejen una red de información, significados compartidos y contextos de obviedad comunes.
Durante el proceso de comunicación, es habitual que ocurran interferencias, las cuales no permiten que el mensaje transmitido llegue de manera original al receptor. Esto ocurre debido a barreras en la percepción que cada persona posee y que interfieren en el proceso de interacción.
¿Estamos frente a un conflicto?
En este punto es clave discriminar si nos estamos enfrentando a una diferencia o un conflicto. Para ello, podemos definir cuatro factores que pueden facilitar el diag- nóstico de un conflicto:
Inexistencia de un objetivo común, donde el cumplimiento del propósito de una de las personas hace que para la otra se transforme en incompatible el logro de su objetivo. Esta situación resulta muy común en las organizaciones, donde puede ocurrir que más allá de estar todas las gerencias alineadas con el propósito organizacional, comienzan a desprenderse los objetivos individuales de cada área y, en algún momento, éstos se convierten en incompatibles.
Ambas partes deben tomar conciencia de que la situación que están viviendo es conflictiva. Si sólo lo es para una de las partes, se está frente a una diferencia de percepciones y tiende a resolverse rápidamente al conversar y aclarar el punto en cuestión.
Una de las partes dé una interpretación distinta a la situación objetiva. Es importante que exista heterogeneidad en las atribuciones. Por ejemplo: pensar que la persona realiza determinada acción no por necesidad, sino simplemente para molestar a la otra parte.
Existe el pseudoconflicto, que surge fundamentalmente ligado al mundo relacional y emocional de las personas. Ello, debido a que un observador externo puede no evidenciar elementos de conflicto objetivos, aunque la situación de tensión esté entre las partes.
Conflictos disfuncionales y constructivos
Ahora bien, es clave dejar en claro que no todos los conflictos son negativos. Existen conflictos disfuncionales y conflictos que resultan ser muy constructivos. En el primer caso, el resultado es la agudización de las diferencias, creando polaridades y reduciendo la cooperación entre las personas. Las conductas derivadas de este tipo de conflicto son desadaptativas, pues generan impacto negativo tanto en el ámbito de la relación entre las partes en conflicto como en el círculo de influencia directo. Entre las reacciones habituales en estos casos podemos enumerar: hostilidad, agresión, alejamiento, evitación, evasión y confrontación.
En tanto, los conflictos funcionales o constructivos son el resultado de diferencias en torno a metas, problemas en procesos, tar eas o formas de visualizar el futuro. En la búsqueda de solucio- nes o acuerdos, pueden favorecer el cambio, la innovación y la cooperación entre las personas. A través de ellos se llega a nuevos entendimientos de situaciones y al desarrollo de nuevas destrezas en las personas y equipos de trabajo.