El primer estallido
Recién 17 años después de su primer libro, Cancionero sin nombre (1937), y tras superar la influencia de Federico García Lorca, Nicanor Parra publicó Poemas y antipoemas. En sus años de silencio, tuvo una serie de lecturas claves: de Walt Whitman pasó a Franz Kafka, descubriendo un nuevo camino: “El humor metafísico”. Trató de llevarlo a papel en poemas como La víbora o La trampa, los que a fines de los 40 se los leyó al propio Pablo Neruda. Atento, el vate le dijo: “Si haces lo mismo a lo largo de todo un libro, entonces va a ocurrir algo”. Quizás no sospechaba que iba a ser tanto: pondría en jaque su reinado lírico. Finalmente, fue en la Universidad de Oxford, donde estudiaba un doctorado en Física, donde Parra terminó de darle forma a su subversión. En vez de Newton, prefirió a Shakespeare. Regresó en 1952 y siguió pulien- do los textos. Habría seguido de no haber ganado el concurso del Sindicato de Escritores de 1953. Parra, de hecho, pensaba que aún debía terminarlos, pero por bases tuvo que soltarlos: en 1954 editorial Nascimento publicó Poemas y antipoemas, que en los próximos meses reeditará Ediciones UDP. “A mi modo de ver/ Ha llegado la hora de modernizar esta ceremonia”, anunciaba. Y pasó: el Olimpo se vino abajo. Publicado en 1954, aquí Parra empezó a redefinir la poesía en español. Habla popular, ironía e incertidumbre eran parte de sus textos. Ediciones UDP reeditará el libro. “Los poetas les piden becas, se hacen socios de la Sech… Tienen que ser empresarios”.