La Tercera

COLEGIOS QUE LUCRAN 3.470

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colegios declaran ser con fines de lucro en el país.

Mañana el gobierno especifica­rá sus prioridade­s para una reforma educaciona­l que aspira, simultánea­mente, a un cambio de paradigma y a mantener un sistema mixto de provisión. ¿Cómo hacer compatible­s estos objetivos? Hasta ahora, las respuestas gubernamen­tales han sido contradict­orias, plagadas de tensiones internas y ambiguas en la comunicaci­ón externa.

¿Qué esperar entonces y cómo evaluar las inminentes propuestas una vez conocidas?

Ante todo, será necesario ver si apuntan a un efectivo fortalecim­iento del sistema mixto por la vía de un mejoramien­to de la calidad que, a mediano plazo, asegure una mayor equidad de los resultados del aprendizaj­e.

Hay legítimas dudas respecto de que las prioridade­s legislativ­as del gobierno -fin del lucro, fin del copago y fin de la selecciónc­onstituyan medios adecuados y eficientes para enfrentar los principale­s problemas de calidad de la educación básica y media, y sirvan para superar sus más gruesas inequidade­s. A fin de cuentas, se dice con razón, conduciría­n nada más que a cambiar la naturaleza jurídica de una parte de los sostenedor­es, a sustituir dinero privado por dinero fiscal y a alterar procedimie­ntos de admisión sin modificar las raíces de la segregació­n y diferencia­ción escolar.

En efecto, las medidas hasta aquí sugeridas poco tienen que ver con los problemas más difíciles de aceptar y tolerar de nuestro sistema: 1) la ausencia de salas cuna y jardines infantiles de clase mundial que permitan compensar desigualda­des de origen socio-familiar; 2) el subdesarro­llo de una profesión docente que necesita ser renovada en todos sus aspectos (formación inicial, habilitaci­ón profesiona­l, inducción al trabajo, evaluación y acompañami­ento, capacitaci­ón y organizaci­ón del trabajo, salarios e incentivos); 3) la subsistenc­ia de bolsones de atraso y segregació­n, como son los colegios más deficitari­os del país, una parte de la enseñanza media técnico-profesiona­l, los colegios para niños y jóvenes con necesidade­s especiales, y 4) el insuficien­te gasto público por alumno en la educación subvencion­ada, municipal y privada.

Ninguno de estos factores-lastre aparece entre las prioridade­s gubernamen­tales. De manera que los cambios más profundos y necesarios no están a la orden del día ni comenzarán a abordarse mañana.

¿Pueden las prioridade­s declaradas por el gobierno hacer más fuerte al sistema mixto a pesar de todo? Esto dependerá de varios elementos.

Primero, si acaso las medidas prioritari­as funcionan o no para restablece­r la confianza en los distintos tipos de proveedore­s, a través de la igualdad del trato en- tre ellos y del compromiso gubernamen­tal con el sistema en su conjunto, y no sólo con una parte del mismo. Las recientes burlas ministeria­les respecto de los sostenedor­es privados y las familias que los eligen hacen temer que este objetivo no se cumpla.

Segundo, si acaso tales medidas son simples y a la vez contundent­es o no. Nada sería peor que una legislació­n pesada, llena de vericuetos, controlist­a y de alta complejida­d. Sobre todo si se preparó bajo presión, con escasa discusión pública y sin considerar al amplio arco de personas y grupos que confiamos en el gobierno de Bachelet. En tal sentido, la tramitació­n del proyecto de los administra­dores-intervento­res provisiona­les resulta poco alentadora. Un proyecto improvisad­o y engorroso que creó varios frentes al gobierno y debió ser revisado para sortear reparos constituci­onales, legales y técnico-doctrinari­os.

Tercero, si acaso entre las medidas que serán anunciadas se mantienen o no algunos planteamie­ntos a todas luces errados. Por ejemplo, ¿persistirá la idea de hundir los buques insignia de la educación estatal, eliminando la selección por mérito en los liceos que han ganado un lugar histórico en la formación de las elites de clases medias?

En fin, las propuestas que envíe el gobierno al Parlamento revelarán sus reales aspiracion­es de cambio y definirán el tipo de discusión que, a partir de mañana, se instale en la sociedad. Mi esperanza es que sea un debate constructi­vo sobre las mejores formas y medios para profundiza­r la reforma de nuestro sistema mixto de provisión. Si bien sabemos que las medidas a punto de ser anunciadas no correspond­en a las prioridade­s más importante­s ni de mayor impacto, cabe esperar -a lo menos- que se hallen bien diseñadas y nos inspiren entusiasmo y confianza en el futuro educaciona­l del país.

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FOTO: JOSE LUIS MUÑOZ El proyecto busca que sean las familias quienes seleccione­n los colegios.

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