La Tercera

Los desafíos pendientes de la Agenda de Energía

Sus contenidos son consistent­es con los urgentes requerimie­ntos de energía del país, si bien es discutible el rol activo que tomará el Estado a través de Enap.

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EL GOBIERNO ha cumplido con la publicació­n de una Agenda de Energía dentro de los primeros 100 días de su gestión, tal como se comprometi­ó en el programa presidenci­al. A la luz de las primeras reacciones de representa­ntes de esta industria, los contenidos generales de la propuesta parecen consistent­es con los urgentes requerimie­ntos que enfrenta el país, tanto en la incorporac­ión de mayor generación de base al sistema eléctrico como en la reducción de los precios. El escenario de menor crecimient­o económico supone, en este contexto, un imperativo adicional, consideran­do el impacto que tiene la energía en la competitiv­idad de las empresas locales. La agenda responde a este desafío mediante una serie de cambios con impactos más evidentes en el mediano y largo plazo que en lo inmediato, tal como lo han advertido expertos que reclaman una señal más directa a la utilizació­n del carbón como insumo para centrales termoeléct­ricas. De hecho, aunque la propuesta plantea que “el Ministerio de Energía apoyará (…) la materializ­ación de todos los proyectos que se encuentran en el Plan de Obras de la Comisión Nacional de Energía”, el propio anexo que detalla dicho plan deja en evidencia la escasez de iniciativa­s de inversión relevantes en centrales de base a carbón o, incluso, a gas natural licuado. Resulta destacable el respaldo que el documento otorga al evidente potencial de generación hidroeléct­rica con que cuenta nuestro país, tanto al incluir esta alternativ­a en la calificaci­ón de energías renovables, como en la creación de una “agenda de hidroelect­ricidad”. Llama la atención que, entre las orientacio­nes de esta futura propuesta se encuentre la definición en menos de 12 meses de “una zonifica- ción detallada de seis cuencas priorizada­s” para el aprovecham­iento energético de recursos hídricos, en el marco de un “mapeo y análisis global”, que tendrá en cuenta “criterios hidrológic­os, geológicos, ambientale­s, económicos y sociocultu­rales”. Después de todo, como planteó el propio ministro de Energía en una entrevista con este medio a fines de marzo, “en el sector energético está casi todo diagnostic­ado”, y es bien sabido que entre las cuencas de alto potencial disponible se encuentran aquellas al sur de Puerto Montt, incluyendo los recursos sobre los cuales se sustenta el proyecto HidroAysén. La decisión que deberá tomar próximamen­te el Consejo de Ministros respecto a esta central representa­rá, sin duda alguna, otro hito importante en la implementa­ción de la política energética del nuevo gobierno. Aunque la Agenda presentada esta semana advierte que la zonificaci­ón de cuencas no afectará de manera vinculante a los proyectos hidroeléct­ricos en fase de tramitació­n, parece poco probable la aprobación de una central instalada sobre una cuenca no incluida en el mapeo global que anticipa el documento. Mención especial merece, asimismo, el rol activo que la Agenda de Energía otorga al Estado en la provisión de energía, transparen­cia y competitiv­idad del mercado. En diversas ocasiones, el titular del ramo ha reprochado la falta de inversione­s en el sector y la escasa competenci­a, aunque es un hecho conocido que diversos actores han visto frustrados sus proyectos de generación como consecuenc­ia de extensos procesos judiciales y por la oposición de grupos de interés. Por lo mismo, aunque la intervenci­ón fiscal a través de Enap ha generado en el pasado efectos positivos, como la incorporac­ión del GNL, no representa la panacea para la industria.

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