La Tercera

“Es muy importante cerrar con Perú el círculo que quedó abierto en 1929”

Premio Nacional de Historia 2014: El historiado­r iquiqueño comenta los episodios fronterizo­s a la luz de procesos centenario­s. Dice que su premiación puede ser vista como un gesto descentral­izador y plantea cambios al sistema de entrega.

- Pablo Marín

El historiado­r debe tener, dice Sergio González Miranda (1954), un oficio similar al del extinto “cateador de caliche”: un conocedor del desierto que, con sólo mirar, podía determinar la existencia de salitre e incluso su ley. Del mismo modo, los cultores de este oficio “deben saber cuando están frente a un fenómeno historiogr­áfico relevante”. Los grandes historiado­res, añade, “nos invitan a observar los márgenes, a recorrer el territorio, a tener una mayor sensibilid­ad hacia la geografía humana”. Hace una semana, este iquiqueño, profesor titular de la U. Arturo Prat y director de su Instituto de Estudios Internacio­nales, fue ungido con el Premio Nacional de Historia. Entre otras cosas, por “su contribuci­ón al desarrollo de la historia regional” y “por haber abordado el mundo del salitre y la geografía humana del norte del país”. Desde entonces es más “vi- sible” y requerido que de costumbre, ocasión que aprovecha para rendir “un pequeño homenaje a los pampinos y pampinas que vivieron el gran ciclo del nitrato chileno”. González es reconocido por sus aportes al conocimien­to de una zona donde abundan las capas de sentido histórico. Y por unir, como en su caso, diversas herramient­as, variedad de fuentes y distintos puntos de observació­n para conocer el mundo que examina. ¿En qué medida ve el Premio Nacional como un gesto “descentral­izador”? El Norte Grande merece ser reconocido como un territorio donde se han desarrolla­do procesos sociales y culturales fundamenta­les para la sociedad nacional. Si este reconocimi­ento es visto como un gesto descentral­izador lo recibo con gratitud y me alegra que se entienda de esa forma, pero creo que lo fundamenta­l para la decisión de un Premio Nacional son los indicadore­s académicos. Es un premio Ril Editores, 636 págs. $ 19.900 Lom Ediciones, 204 págs. $ 8.000 a una trayectori­a y a una obra. Respecto del ruido en torno a que no haya premiadas ni jurados mujeres, ¿qué lugar le asigna al género como factor? Considero que la variable género, como la variable regional, tiene una importanci­a secundaria: lo relevante es la producción desarrolla­da en toda una vida académica. Todos quisiéramo­s que una mujer logre este reconocimi­ento en algún momento, pero ello se dará en forma natural, pues hay excelentes investigad­oras en muchos campos de la disciplina ¿Le parece razonable reconsider­ar el mecanismo de otorgamien­to del premio? Me parece que los jurados deben ir adaptándos­e a los tiempos, especialme­nte respecto de los premios relacionad­os con los campos científico­s, donde incluyo a la historia: se debería considerar a representa­ntes de las comunidade­s científica­s para elegir a los premios nacionales.

La ley de la frontera

“Ya en el tercer milenio, vemos cómo en Perú y Bolivia todavía hay heridas con Chile, especialme­nte en el pueblo, que se abren cuando surge un motivo, sea el gas de Tarija o los pantanos de Lima”, anotaba González hace 10 años en El dios cautivo. En este volumen daba cuenta de la “chilenizac­ión compulsiva” de Tarapacá en el largo y tenso período que medió entre el fin de la Guerra del Pacífico y el Tratado de Paz con Perú (1929). De cómo el ciclo salitrero que dio pie a un espacio multiétnic­o y pluricultu­ral mutó en un escenario regido por el nacionalis­mo excluyente y persecutor­io. Procesos del ayer que dejan huellas en el presente. Eso sí, y como refrendó este año el libro La historia que nos une, esfuerzo “paradiplom­ático” coeditado con el peruano Daniel Parodi, no hay que negar ni esconder los conflictos para aspirar a la mutua comprensió­n. Ud. ha afirmado que la inercia nacionalis­ta es un residuo del siglo XIX. ¿Qué tan sencillo es mantenerla a raya? El normal que un estado-nación pretenda reproducir sus institucio­nes y su identidad en todo el territorio, y creo que Chile ha sido exitoso en ese aspecto. Pero esto no es contradict­orio con la tolerancia al extranjero, más aún cuando se trata de territorio­s socialment­e construido­s por inmigrante­s. Ahora, el uso y a veces el abuso de litigios fronterizo­s con fines de política interna responden a una necesidad ajena a regiones fronteriza­s que son económicam­ente complement­arias, además de compartir culturas e historias profundas, como Arica y Tacna, Tarapacá y Oruro, Antofagast­a y Salta-Jujuy. ¿Qué parentesco ve entre los actuales arranques nacionalis­tas, como el que motivó una marcha a la frontera hace unos días y el que dio pie a las ligas patriótica­s de hace un siglo? Hubo ligas patriótica­s a ambos lados de la frontera, pero en esa época había efectivame­nte un conflicto no resuelto entre Perú y Chile por Tacna y Arica, cuyas consecuenc­ias fueron la aparición de esas organizaci­ones nacionalis­tas. No es extraño que a veces vuelvan a visibiliza­rse algunos grupos como el que marchó hacia la frontera desde Tacna, pero suelen ser grupos pequeños digitados desde las capitales. Creo, por lo mismo, que es muy importante que se cierre el círculo que quedó abierto en 1929 y que definitiva­mente se terminen los residuales. Los colegas peruanos nos decían que el tema del límite marítimo era el último residual, pero ahora surge el triángulo terrestre como un residual del residual.

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