La Tercera

El transformi­smo chileno llega al Teatro Municipal

Pieza de danza dirigida por Sebastián de la Cuesta se presenta hoy. Con Eduardo Soto y Francis Francoise, está en la Sala Arrau.

- Rodrigo Alvarado

Fue a principios de los años 80, con la bohemia arrinconad­a por el toque de queda, cuando Eduardo Soto recuperó algunas trenzas del transformi­smo chileno. En el local de Rosita Salaverry, ex f i g ura del Bi m- BamBum, creó un espectácul­o donde se calzaba vestidos, taconeaba y cantaba añejos y divertidos cuplés de Sara Montiel y Raquel Meller. La pieza llamada Travesti por mi abuela fue un éxito silencioso, pero al tiempo el actor de teatro y televisión dejó de montarla, sin saber que inspiraría a muchos a seguir sus coquetos pasos.

Uno de ellos fue el transformi­sta Mauricio Zenteno, más conocido por su alter ego, Francis Francoise. La chispeante maestra de ceremonias de la discoteque Bunker vio la obra incluso antes de incursiona­r en ese ambiente revisteril y recorrer Chile de la mano de Che Copete y su show Los años dorados de la tía Carlina. “Me sé todas las canciones que Eduardo cantaba en Travesti por mi abuela, es una inspiració­n, un amigo y un maestro”, cuenta.

Tanto Soto como Francoise, y también parte de esas historias de plumas, llegaron al Teatro Municipal. Canciones, gestos y vestuario de sus biografías son parte de Migrante, pieza de danza de Sebastián de la Cuesta que se presenta desde el jueves y hasta hoy, a las 19.30, como parte del III Encuentro Coreográfi­co de la Sala Arrau.

De la Cuesta también había visto a Soto en Travesti por mi abuela, pero en la versión que dirigió Rodrigo Pérez en el Teatro La Memoria en 2008. Y aunque Soto fue operado hace unos meses de un cáncer estomacal, el director le ofreció en el mismo oncológico volver a los escenarios en este proyecto. “Yo creo que me buscó por la edad, el canto y el baile, sabía lo que podía hacer”, dice.

En la obra, Soto llega acompañado de Francoise a una suerte de castillo y se encuentran con intérprete­s que viven otros tipos de migracione­s, mientras bailan, se transforma­n y sus cuerpos expresan lo que son: el actor y bailarín Emilio Edwards, la intérprete transexual Claudia Fox, la bailarina cubana Dayra Pérez y la madre del director, Laura Gormaz.

“Una migración sexual, como la he llamado, es un acto migratorio dentro del propio cuerpo, adoptando nuevas gestualida­des, otro nombre, otra forma de ser, y existencia­lmente otra vida. Pero se ven otras migracione­s, como la del territorio, que es la políticame­nte real y la más importante, la edad, que es la migración de la vida que todos padecemos”, explica De la Cuesta.

De ahí a que en escena Francoise, quien es diabético, baile con sus abanicos y recree su tratamient­o de insulina; Soto cante el foxtrot Amor en Budapest -cuya letra habla de un travesti viejo-, Edwards haga un solo, la cubana Dayra Pérez baile salsa, y Claudia Fox muestre su desnudez; lo que habla, además, de la apertura del principal teatro del país.

Para De la Cuesta su primera obra, que el próximo año estará en GAM, es más que una pieza de danza. “Todas estas migracione­s discrimina­das, desvaloriz­adas, minoritari­as, no tienen espacio en la ciudad, menos en un escenario. Por eso pienso que esta obra es un acto radical”.

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