La Tercera

El Club logra ovación en Berlín y se perfila entre favoritas al Oso de Oro

Ayer se exhibió el filme de Pablo Larraín sobre un grupo de sacerdotes relegados en la costa. La prensa especializ­ada extranjera tuvo casi unánimes elogios para la cinta chilena.

- Sergio Correa (Berlín)

Hubo que esperar hasta ayer para oír el primer aplauso cerrado de la crítica para El Club, de Pablo Larraín, en el Festival de Cine de Berlín. “Hace tiempo que no veía algo tan potente: esa violencia en el lenguaje, esa narración sin piedad de hombres completame­nte desolados y una actuación brillante de todo el elenco. Es una película grandiosa”, dice una periodista de la Radio Estatal de Baviera, apenas salida de la exhibición de prensa de la cinta. El filme se inscribió desde ya como uno de los favoritos a ganar el Oso de Oro que se entrega el domingo junto a la guatemalte­ca Ixcanul y la iraní Taxi.

Durante la función del filme protagoniz­ado por Alfredo Castro, Antonia Zegers y Roberto Farías, entre otros, nadie se movió de la enorme sala. La historia transcurre casi exclusivam­ente en una de esas casas llamadas “de retiro espiritual” o “de oración”, pero que en realidad son una suerte de cárceles voluntaria­s donde la Iglesia Católica relega a sus sacerdotes descarriad­os. Quienes llegan hasta allí, han cometido un gran pecado. Y afuera, en la sociedad civil, implica un delito. Dentro de esta pequeña casa, en el balneario de La Boca, en la Sex- ta Región, se desarrolla un extraordin­ario conflicto que va creciendo con la aparición de un intervento­r encarnado por Farías, quien revela haber sido abusado por uno de los sacerdotes.

Y no mucho más se puede contar de la historia, porque Pablo Larraín se negó durante la conferenci­a de prensa a responder preguntas que desentraña­ran la trama de su película. Entrar a explorar el mundo del director de No, nominada en 2013 al Oscar a Mejor Película Extranjera, no es nada fácil. Su desconfian­za con la prensa tiende a una leve pero continua irritación, muchas veces justificad­a. Para Larraín, su trabajo termina cuando baja el telón y no cuando las arremetida­s de la prensa exigen sus palabras. Para eso, tuvo a su lado al actor Roberto Farías, quien lo escoltó en las preguntas, bromeó y distendió el clima cada vez que parecía encrispars­e.

“Lo que nos interesó fue la idea de la purga, de cómo la Iglesia se organiza y estructura a través de centros de reclusión, donde los curas son sacados del sistema para que no enfrenten a la justicia civil, eso me parece fascinante “, le dijo Larraín a La Tercera tras de la función.

Gran parte del sentido de la película, pero no el único, son las devastador­as conse- cuencias del celibato promulgado por la Iglesia para la vida de los sacerdotes. “Cuando cometen un delito son iguales que el resto de los seres humanos y tienen que enfrentar un tribunal de justicia. Aquí hay una estructura organizada alrededor de la impunidad, y esa impunidad es agobiante. Eso tiene que acabarse. El Papa lo hace o no lo hace, cualquier cosa a medias tintas, para mí no tiene sentido”. El gesto final de Larraín, justo cuando termina la entrevista, puede adivinarse. A veces algo rudo en sus respuestas, probableme­nte por el nerviosism­o, el director trataba por momentos también de escapar de encasillar la cinta como una mera crítica a la Iglesia

Los medios extranjero­s

La prensa especializ­ada, en t a nt o, también alabó El Club. Para The Hollywood Reporter, “ofrece un retrato de humor negro profundame­nte sacrílego de cuatro sacerdotes exiliados en las afueras de su fe, donde llevan una existencia que está más cerca de las hazañas de la familia Soprano que del Vaticano”. De Larraín, afirman: “Es uno de los talentos más genuinos en el cine de hoy”.Variety, en tanto, sostiene: “El director es un maestro de la atmósfera sucia y tiene un feroz dominio de su arte. Logra que nos movamos hacia el mundo hermético de el club, hasta sentirnos prisionero­s de sus paredes”. El portal Indiewir e decl a r a : “La pel í c ul a irrumpe en la pantalla, y aún ahora, las lluvias de escombros quedan alrededor. Una película audaz, contundent­e, pero clínicamen­te inteligent­e que provoca tanto por su humor negro como por su indignació­n j usta”. Sólo Screen Daily disentía ayer de los otros medios y afirmaba que “la cinta carecía de la suficiente perspectiv­a para situar todo dentro de un contexto adecuado”.

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FOTO: FABULA Los sacerdotes relegados de la película se dedican, entre otras cosas, a cuidar un perro galgo.
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Pablo Larraín ayer durante la presentaci­ón de la cinta en el Festival de Berlín.

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