“Estaba tratando de mostrar que todas las personas necesitan las mismas cosas”.
Entre 1986 y 1990, el fotógrafo estadounidense David Hlynsky comenzó a viajar f r e c uentemente a los países que en ese momento formaban parte de la órbita soviética. Con su cámara Hasselblad tomó cerca de ocho mil fotografías de la Europa comunista. Su idea no era capturar eventos noticiosos o dramáticos, sino que personas comunes y corrientes en las calles.
“De forma compulsiva tomé fotos de todo lo que me parecía interesante, pintoresco o extraño. Eran interesantes debido a la desconexión entre mi experiencia cultural nati- va y mi experiencia de una cultura nueva y diferente. Después de mis viajes comencé a ver cosas en mis fotos que no vi al comienzo. Eran las vitrinas o más bien eran rarezas banales de esas ventanas”, cuenta en entrevista con La Tercera. De estas “rarezas” 200 tomas fueron impresas en el libro Window-Shopping Through the Iron Curtain (Vitrineando a través de la Cortina de Hierro).
“Así que después de llevar mi experiencia fotográfica a casa, descubrí una de las diferencias fundamentales entre dos filosofías políticas: el libre mercado y el mercado colectivo. Estas fotos me hicieron contemplar las virtudes y las fallas de ambas filosofías. Y nada es más intrigante que un debate que no ha sido resuelto. Así es que volví una y otra vez para responder el rompecabezas que mi cámara me había mostrado”, añade. Hlynsky señala que estas vitrinas eran más bien genéricas, no mostraban marcas como en Occidente y que la llegada de nuevos productos se contaba de boca en boca. ¿Qué trataba de mostrar con sus fotos? Estaba tratando de mostrar que todas las personas necesitan fundamentalmente las mismas cosas, los mismos productos, servicios, comida, ropa, refugio, educación, conectividad, cultura. Cada sistema económico dice que tiene una eficiencia diferente al distribuir los mismos bienes y servicios. Parece ridículo que tanto Este y Occidente gastaron tanto en arsenales nucleares para sostener visiones competitivas sobre el mercado. Usted creció en Estados Unidos, ¿Qué pensaba de la vida cotidiana en la Europa del Este? Cuando viajé al este, estaba gratamente sorprendido de que la gente que conocí era muy parecida a la gente que conocí en Occidente. Claro, teníamos diferencias, pero no estábamos polarizados como nuestros líderes políticos decían. Me comencé a preguntar cuánto de esta batalla política era una fabricación. Creo que es importante mantener esto como una pregunta abierta.