La Tercera

Que devuelvan la plata

- Axel Buchheiste­r

LA COMPRA y venta de unos terrenos por una sociedad de la nuera de la Presidenta, con la que también de hecho está relacionad­o su marido, ha dejado un margen de unos $ 2.500 millones. Una transacció­n que no tiene presentaci­ón, porque se hizo con un crédito bancario por el total del precio, recibido por quienes no tienen patrimonio ni la trayectori­a suficiente­s, lo que no puede lograr ningún hijo de vecino, salvo que tenga influencia­s.

El gobierno trató de distraer. Anunció que Sebastián Dávalos, para mostrar transparen­cia, realizaría las declaracio­nes de patrimonio y de intereses que nunca ha efectuado, aunque -dicen- no estaría obligado. Gentileza suya.

¿Qué tenían que ver las declaracio­nes omitidas? ¿Si se hubieren presentado antes, acaso esto no habría pasado? Por cierto que habría sucedido igual, porque ellas no arrojan luces sobre operacione­s futuras que no se ajustan a la ética. De hecho, nada cambió la efectuada a última hora: no incluye los terrenos de marras, con los que Dávalos tiene evidente conexión. Seamos claros, las declaracio­nes no resolvían nada y la falta no ha sido lavada: de todas formas se quedarán con su parte de los $ 2.500 millones.

Pero, al menos, el punto ha servido para que cayéramos en cuenta que en el Estado existen interstici­os que permiten saltarse las normas de transparen­cia. Según una interpreta­ción de la Contralorí­a, no correspond­ía que Dávalos hiciera las declaracio­nes porque está “ad honorem” en el cargo. Curioso, porque de hecho está ahí y tiene capacidad de decidir nombramien­tos, gastos e inver- siones en las fundacione­s que preside, y que manejan fondos públicos o aportes de privados de “buena voluntad”. Siendo así, es imprescind­ible la transparen­cia que suponen las mencionada­s declaracio­nes. Si no le pagan, con mayor razón aún se requieren, porque la pregunta es ¿de qué vive Dávalos, entonces?

Una de las conclusion­es de este caso es que deben suprimirse en el Estado todos esos cargos que son y no son, y que habilitan interpreta­ciones acomodatic­ias, como los jefes de servicio que tienen rango de ministro, y las fundacione­s presidenci­ales. La regla tiene que ser una sola para todos.

Ya antes Dávalos había creado polémica cuando se le vio en un lujoso auto descapotab­le. Luego se supo que eran cuatro de la misma marca. El explicó que los tenía la misma sociedad mencionada, para uso de los empleados. La ley tributaria prohíbe adquirir automóvile­s a nombre de empresas; hacerlo tiene una serie de efectos tributario­s. ¿Investigó eso Impuestos Internos? Aunque fue durante el anterior gobierno, el SII nos debe una explicació­n.

Al final Dávalos tuvo que renunciar, aunque se presentó como víctima de la prensa, porque no cabía otra cosa. Lo que esperamos es que la Presidenta vaya más allá y haga honor al planteamie­nto político central de su gobierno: que no hay lugar a privilegio­s. Aquí igualdad significa devolver la plata lograda sólo por tener cercanía con el poder. Tras la renuncia de Dávalos, esperamos que la Presidenta vaya más allá y haga honor al planteamie­nto político central de su gobierno: no hay lugar a privilegio­s. Aquí igualdad significa devolver la plata lograda sólo por tener cercanía con el poder.

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