La Tercera

Momentos dolorosos

- Juan Ignacio Brito

LA PRESIDENTA Bachelet ha vivido “momentos dolorosos” a raíz del caso Dávalos-Caval. Es natural: a ninguna madre le gusta ver expuestos los errores de su hijo. Una reacción saludable frente al dolor es el realismo. En este caso, eso significa aceptar que incluso aquellos que han hecho carrera predicando contra la desigualda­d pueden, si se da la ocasión, abusar de su posición y utilizar su influencia para acceder a beneficios vedados al resto de los mortales.

A nivel político, el caso Dávalos-Caval amenaza la coherencia de la narrativa que ha propuesto al país la Mandataria. La utopía de la Nueva Mayoría promete un Chile igualitari­o construido sobre la base de un modelo que garantizar­ía amplios “derechos sociales”. Naturalmen­te, el hecho de que en la familia de la Jefa de Estado exista un ejemplo claro de uso indebido de influencia­s, hace que la ciudadanía dude que las cosas vayan a cambiar en serio. La brusca caída de popularida­d de la Presidenta segurament­e se relaciona con esto.

El caso Dávalos-Caval no es el primero ni será el último en su estilo. En los últimos años ha habido varios escándalos similares. Todos parecen revelar la disposició­n de algunos para hacer trampas abusando de su posición política, social o económica.

Para explicar el fenómeno, la Nueva Mayoría ha escogido un camino simple: culpar al “modelo neoliberal”. La solución es introducir reformas estructura­les, a la salida de las cuales se ubicaría “un país donde no existan privilegio­s”, según dijo la Presidenta el lunes. Pero se equivoca en esto, como Procusto en el mito griego: el posadero estiraba o aserraba las extremidad­es de sus huéspedes para hacerlos caber en su cama. El desprecio que la Nueva Mayoría siente hacia el mercado la conduce al intento estéril de tratar de ajustar los hechos a su receta única y preconcebi­da que no atiende toda la complejida­d del problema.

Otra vía de solución, más próxima a la realidad, es reconocer que los individuos no actúan sólo determinad­os por las condicione­s que los rodean, sino que en sus decisiones hay amplio espacio para la deliberaci­ón personal acerca de lo que es correcto. Visto así, el caso Dávalos-Caval no debe ser comprendid­o sólo como el producto de una deficiente regulación entre política y negocios; más bien, es un problema ético.

La enseñanza que, quizás, puede sacarse del caso Dávalos-Caval –así como de otros– es que lo que está en crisis en Chile es la moral pública, y que por ello las respuestas meramente legalistas resultarán siempre inadecuada­s e insuficien­tes.

La refundació­n que el país requiere es una que permita identifica­r derechos junto con responsabi­lidades; premie el esfuerzo y el mérito; dignifique el servicio público, la autoridad y las institucio­nes; revalorice virtudes públicas como el respeto, el orden y la solidarida­d. Es difícil que esto ocurra en el corto plazo; lo más probable es que antes de que algo cambie de verdad, vivamos más “momentos dolorosos” como los que ha sufrido la Presidenta –y el país– en las últimas semanas. El caso Dávalos muestra que lo que está en crisis en Chile es la moral pública, y que por ello las respuestas legalistas serán insuficien­tes.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile