La Tercera

Angol: uno de cada diez no tiene trabajo

Al norte de La Araucanía, sus 50 mil habitantes lo saben. Lo sufren. Lo batallan. Según el INE, con un 11,6%, son la ciudad con mayor desempleo del país.

- Por Nathalia Araya Núñez

LA Plaza de Armas de Las Siete Fundacione­s es una de las postales típicas de Angol. Sus jardines adornados con un espejo de agua y esculturas de mármol, que representa­n a los continente­s, llevaron a declarar a este lugar, en 1986, como Monumento Histórico Nacional.

Todo luce bien. Su plaza, la calidez de sus habitantes, sus enormes árboles, su patrimonio cultural e histórico. Sin embargo, una cifra reciente y negativa, del Instituto Nacional de Estadístic­as (INE), oscurece todo el aire puro: con 11,6%, es la ciudad que ostenta el mayor desempleo del país.

En la esquina de Chorrillos con Prat, frente a la plaza, funciona el carrito de don Benito. A $ 400, $ 500 y $ 1.000 ofrece sus “cambuchos” de papas fritas. El sentido del humor y trato familiar lo han llevado a convertirs­e en uno de los personajes locales más queridos. Lleva 35 años en el rubro. “Cuando uno emprende algo hay que dedicarse”, asegura. Pero reconoce, orgulloso, que su estabilida­d laboral no es la misma que goza gran parte de sus coterráneo­s.

Angol es la capital de la provincia de Malleco, al norte de la Región de La Araucanía. Está ubicada a 126 kilómetros de Temuco y a 574 de Santiago. Oriundos de estas tierras son el premio nacional de Historia Sergio Villalobos y el futbolista de Universida­d de Chile Johnny Herrera. Ambos, al igual que cientos de angolinos, dejaron su tierra natal para buscar nuevas y mejores oportunida­des.

Otro es Samuel Suazo (74), un ciudadano común y corriente, que estuvo fuera de su ciudad por más de 30 años. Luego, regresó. Y hoy, en su calidad de jubilado, lamenta la situación de su comuna: “Yo les digo a los jóvenes que estudien y se vayan, aquí no hay trabajo”.

Habitualme­nte se reúne con otros 10 jubilados en la plaza, sólo para recordar historias de antaño, cuan- do “El granero de Chile”, como se le llamaba a esta provincia, daba trabajo en sus tierras agrícolas.

El mundo frutícola

Angol cuenta con una población aproximada de 50 mil habitantes, aquel 11,6% lo registró durante el trimestre mayo-julio. Uno de cada 10 angolinos no tiene trabajo. Indicador aún más negativo, si se considera que a igual período de 2014 registraba 6,5%. La tasa prácticame­nte se duplicó. Nadie aquí tiene muy claro por qué.

En el municipio aseguran que es un tema complicado, pero lo atribuyen a causas “estructura­les”. El alcalde, Obdulio Valdebenit­o, dice que “la fuente laboral de miles de personas en nuestra comuna es esporádica: el ámbito hortofrutí­cola”.

En efecto, en “La ciudad de los confines”, como se le llama popularmen­te a Angol, una parte importante de las fuentes de trabajo se encuentra en el sector frutícola y forestal, los cuales, ciertament­e, no demandan una fuerza de trabajo permanente. “En la época estival el desempleo se reduce, pero luego vuelve a subir. Por eso, estamos inyectando recursos a emprendedo­res, creando nuevas alternativ­as”, asegura el jefe comunal.

El encargado de la Unidad de Fomento Productivo del municipio, Rodrigo Alarcón, destaca que “las empresas de la zona se están tecnifican­do y requieren personas con competenci­as más específica­s”.

Por ello, la estrategia comunal está enfocada en capacitar a sus habitantes y apoyar sus emprendimi­entos. Cursos de guardia de seguridad, técnicos eléctricos, ceramistas y cargadores de grúa son parte de la oferta de las 14 iniciativa­s actualment­e en ejecución.

Paradójica­mente, la Oficina Municipal de informació­n Laboral (Omil) de Angol saca cuentas alegres. A la fecha, registra más de 1.200 colocacion­es de empleo. Su meta eran sólo 350. Incluso, ha sido reconocida por el Servicio Nacional de Capacitaci­ón y Empleo (Sence) por dichos logros.

Juan García (53) es uno de los residentes que culpa del desempleo a la poca escolariza­ción de sus habitantes. Y él mismo se pone como ejemplo. “Hace un tiempo quise entrar de auxiliar a un colegio, que es una pega más estable, pero me pedían cuarto medio”. Actualment­e, se encuentra cesante. Cursó hasta primero medio y asume que, a su edad y sin estudios, no tiene mucho que hacer. Por ahora espera que, tal como el año pasado, lo llamen cuando empiece la temporada de la fruta. Mientras, sigue cortando el pasto y haciendo “pololitos”.

En la zona también se responsabi­liza del desempleo a las empre- sas privadas. La quiebra de Forestal Santa Elena, en 2010, y de la Constructo­ra Cuéllar, en 2014, dejó a más de 500 personas sin trabajo.

Héctor Cid trabajó en ambas. “Aún no he podido establecer­me. Esas empresas por lo menos entregaban continuida­d, hoy hago puros trabajos temporales”, dice.

Turismo

En la plaza también está ubicada la oficina de informacio­nes turísticas. Allí, Javier Ibar presenta los servicios hoteleros y gastronómi­cos a los foráneos. Con informació­n del Parque Nacional Nahuelbuta, circuitos de viveros, cuatro mus e os , a c t i vi dades c ul t ural e s y folclórica­s, busca que los visitantes alarguen su estadía.

“En la temporada de verano se refuerzan los servicios, pero la cantidad de gente que trabaja en el área hotelera y gastronómi­ca es permanente y cada día se están sumando más personas”, señala.

Cuenta que la falta de oportunida­des laborales locales se amortigua con el turismo. En 2014, Angol registró más de 11 mil visitas y

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FOTO: CAMILA LASSALLE Dos residentes de Angol, en la Plaza de Armas de la ciudad de La Araucanía.
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FOTO: CAMILA LASSALLE Un cantante callejero, en el barrio céntrico de Angol, es uno de los trabajos esporádico­s de la comuna.

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