La Tercera

Chilenoper­diólamemor­ia

La Roja ganó 3-2 a Paraguay en su estreno como monarca de América. Felipe Gutiérrez, en dos ocasiones, y Alexis Sánchez, anotaron los goles. Matías Fernández fue uno de los puntos altos del equipo.

- Cristián Caamaño

Casi dos meses pasaron de la consagraci­ón de Chile como campeón de América. Y después de lo visto ante Paraguay en el Estadio Nacional, queda claro que lo que menos sufrió la Selección en este tiempo fue de relajo. En un partido áspero, con poco de amistoso, la Roja logró doblegar por 3-2 al combinado guaraní y dejó en claro que para las eliminator­ias llegará con la voracidad futbolísti­cia habitual.

Sí, no fue un partido brillante, pero Chile mostró muchas de sus caracterís­ticas habituales. Y de paso demostró que las eventuales ausencias tienen sustitutos adecuados.

El primer tiempo pareció ser una prolongaci­ón de lo sucedido en la Copa América. Ni la condición de cam- peón bajó la guardia de la Selección en esos 45 minutos iniciales, ante un rival que presentó una alineación bastante maquillada con respecto a la que jugó en el torneo de junio.

Chile lució en esos pasajes como el bloque sólido habitual, con los tintes caracterís­ticos: posesión abrumadora del balón, mucho desdoblami­ento de l os laterales, juego permanente en el campo rival. Es decir, el mismo sello que llevó a la Roja a consagrars­e por primera vez como la mejor selección de esta parte del mundo.

No importaron las bajas, varias de ellas importante­s. Chile tiene un libreto asumido por todos, titulares y suplentes, que le permite suplir muchas veces las ausencias. De hecho, la apertura de la cuenta de Felipe Gutiérrez nació de una gran jugada colectiva, como si nada hubiese cambiado en el libreto del equipo.

La fórmula de tres volantes ofensivos, con Felipe Gutiérrez y Matías Fernández reemplazan­do a Charles Aránguiz y Arturo Vidal, más la ubicación de Jorge Valdivia muy cerca de los delanteros, le dio buena distribuci­ón de balón a Chile. Eso lo aprovechar­on sobre todo Mauricio Isla y Eugenio Mena, que una y otra vez hacían daño por las orillas.

Eso sí, en algún momento se apreció el déficit en la marca que tenía el equipo cuando perdía el balón cerca del área rival, sobre todo en el retroceso, situacione­s que tan bien manejan Aránguiz y Vidal, pero que no tienen en su repertorio Gutiérrez y Fernández. La ocasión que falló José Ortigoza mano a mano con Johnny Herrera, sería un aviso para lo que vendría después.

Una jugada parecida ya en el segundo tiempo, con Chile mal parado en el fondo, le permiti r í a a Jonathan Fabbro igualar el marcador. Instantes después, Jorge Benítez aprovechar­ía una desconcent­ración en la marca para clavar un cabezazo inatajable para Herrera.

Así, de tener el control absoluto, Chile pasó a estar en desventaja. Para colmo, Valdivia parecía pagar caro las largas vacaciones post Copa América. La Roja debía ir en busca del empate, pero ya escaseaban las ideas y, sobre todo, las piernas.

Pero si los del medio no tenían espacios ni aire, los externos encontrarí­an los caminos para sacarle brillo a la corona de campeón. Primero, Isla en un gran desborde sacó un centro preciso para Gutiérrez, quien anotaría su segundo gol personal. Y más tarde, Mena, aprovechan­do una genialidad de Valdivia, habilitarí­a a Sánchez, quien con el arco a su disposició­n sellaría el triunfo de un equipo, que pese a las ausencias, no perdió la memoria.

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FOTO: PEDRO RODRIGUEZ Alexis Sánchez ya recibió el centro de Eugenio Mena y bate al portero paraguayo Silva, en lo que sería el tercer gol de la Selección.
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