La Tercera

Cómo las herencias de la Guerra Civil y del franquismo marcan la España actual

Hace menos de 10 años se inició la remoción de estatuas de Franco y la búsqueda de fosas comunes. El fin del bipartidis­mo pone fin a un período marcado por el trauma de la guerra y la dictadura.

- Pedro Schwarze

Ninguno de los líderes de los cuatro partidos españoles más votados en las elecciones del 26 de junio había nacido para la Guerra Civil (1936-1939). Sólo uno de ellos, el primer ministro en funciones y líder del Partido Popular Mariano Rajoy, quien nació en 1955, vivió los años de la posguerra. El socialista Pedro Sánchez nació en 1972, en los años finales del régimen franquista (1939-1975). En cambio el líder de Podemos, Pablo Igle- sias, y el de Ciudadanos, Albert Rivera, lo hicieron cuando Francisco Franco ya era historia y España construía su democracia: Iglesias nació en octubre de 1978, dos meses antes de que entrara en ejercicio la nueva Constituci­ón del país, y Rivera, en noviembre de 1979, ocho meses después de esas primeras elecciones en democracia.

Sin embargo, todos ellos y buena parte de la escena política española se ha desarrolla­do, de una u otra manera, bajo los influjos de la Guerra Civil, de cuyo inicio ahora se cumplen 80 años. Tantos sus abuelos y/o sus padres vivieron esos años y sólo en el último período parece estar, de alguna manera, dejándose atrás ese pasado trágico. Mal que mal, el surgimient­o de dos formacione­s como Podemos y Ciudadanos y el fin del bipartidis­mo es un quiebre con la transición y las primeras décadas democrátic­as, ambas marcadas por el trauma de la guerra y la dictadura (que tuvieron en el intento de golpe de 1981, su demostraci­ón más fehaciente). Sin embargo, es difícil separar las herencias del pasado con la – hasta ahora- negativa radical de los mayores partidos (PP y Psoe) a negociar y posibilita­r una gran alianza de gobierno “a la alemana”.

“Yo creo que queda mucho de Franco” en la España actual, consideran­do que en ese país “no se pudo hacer el contralava­do de cerebro”, como sí se hizo en Alemania, Italia y Japón, por la derrota de sus respectivo­s fascismos por ejércitos extranjero­s” donde sí “hubo un proceso de desnazific­ación”, explicó a La Tercera el hispanista británico Paul Preston el año pasado, autor de libros sobre la Guerra Civil, una aclamada biografía de Franco y otra del Rey Juan Carlos.

Para poder avanzar en la democracia, la transición política española –liderada por Adolfo Suárez, pero con el respaldo del Rey Juan Carlos e incluso del comunista Santiago Carrillo- decidió no centrarse sobre las cuentas pendientes del pasado, es decir, en los crímenes durante la guerra y la dictadura, para poder avanzar en la democracia. Durante los primero años de democracia se aprobaron una serie de decretos y leyes para tratar compensar las penalidade­s y sufrimient­o de los miembros del bando republican­o durante la guerra (la dictadura de Franco investigó y condenó severament­e los hechos delictivos cometidos en la zona republican­a) o la prisión en la época franquista. Pero nada de buscar responsabl­es por

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